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Narradores en el centenario | ||
Cada lugar tiene sus propias voces para contar y para contarse. Y Neuquén no es una excepción. Sus narradores escriben y mucho, aunque sus textos permanecen bastante ocultos para los lectores y abandonados por las políticas culturales. | ||
Una ciudad tiene múltiples voces que la describen, que narran sus leyendas, las historias de su gente y que registran sus tonos y el habla de sus habitantes. Un siglo después de su constitución como capital, Neuquén se despojó de los relatos del origen crónicas de pioneros, reflexiones de misioneros, recomendaciones de maestros, sentencias de jueces y discursos de políticos. Los viajeros dejaron su lugar a los migrantes que se radicaron en sucesivas etapas y en forma incesante. Esa nueva comunidad, distinta de la anterior, que convirtió el antiguo caserío en el principal conglomerado urbano de la Patagonia, originó formas de narrar propias, con singulares características. Los primeros textos impresiones de viaje, descripciones de paisajes, diarios y cartas fueron sustituidos por una literatura cada vez más robusta: la ficción comenzaba a explicar a la nueva comunidad, sus autores admitían a priori todas las fuentes disponibles, fueran éstas locales o foráneas. Con menor difusión que sus colegas poetas o dramaturgos, los narradores neuquinos de la actualidad producen en forma constante una literatura que pocos conocen: casi de culto, circula en ediciones de autor, artesanales o en páginas web muy escasas en fondos editoriales institucionales o empresas editoriales; sus autores se conocen pero escasamente se reúnen, salvo que compartan el mismo ámbito de creación taller literario, círculo de escritores. Neuquén capital alberga varios narradores, pero hay grupos fuertes en otras ciudades: Cutral Co, San Martín y Junín de los Andes, Zapala, Chos Malal y el norte. Un denominador común caracteriza la selección que aparece en estas páginas: ninguno de los autores seleccionados en esta muestra nació en Neuquén. Sin embargo todos, sin excepción, desarrollan sus carreras profesionales y literarias en la capital de la provincia. Justamente por lo aluvional son representativos de una comunidad que se crea por acumulación de sucesivas y constantes corrientes migratorias: de otras provincias argentinas, de otras naciones latinoamericanas. Tres son porteños, uno bonaerense, otro entrerriano y el más joven es paraguayo. Un segundo dato en común es que no existe el canon y, en el peor de los casos, está haciéndose. Si bien cada uno mantiene sus preferencias y reconoce influjos, en todos hay coincidencias en cuanto a quiénes son los escritores del centenario aun sin rasgos que permitan definir una literatura regional. Uno de ellos, Mariano Villegas, sostiene que "toda literatura es regional así los escritores sean de Buenos Aires, Yala, Jujuy, o de Zapala, Neuquén", una definición que permite delinear un habla, un modo de ver el paisaje, una forma de representar a la comunidad. Héctor Mendes, Carlos "Tata" Herrera, Ricardo Fonseca, Cristina Ramos, Lilí Muñoz Mariano Villegas añade a Eduardo Helfgott son nombres que generan coincidencias en los autores consultados. También mencionaron la labor de los talleres literarios María Amelia Bustos Fernández, Cristina Ramos, Mariela Lupi, Pablo Montanaro como ámbitos de discusión sobre el quehacer de la literatura y en especial de la narrativa. A los narradores "hay que salir a buscarlos; existen, escriben, pero esa producción está oculta, no se publica", explicaba Humberto Bas, apoyado por Alejandro Flynn y Gabriela Grünberg, quien expresaba su "rabia porque nadie se toma el trabajo de buscar la producción literaria, de leerla y ponerla en debate". La situación de los narradores se diferencia de la de los poetas, que "están más en exhibición, se sabe qué están escribiendo, se los oye, se los ve; en cambio aunque se sepa quiénes son los narradores, nunca se sabe qué están escribiendo". La falta de organicidad se manifiesta en dos aspectos: no hay un grupo o centro que nuclee a los autores de narrativa y tampoco circula su producción. La inaccesibilidad, tanto para los autores como para los lectores en general, se atribuye a la falta de políticas de Estado en materia cultural y al deficiente funcionamiento del Fondo Editorial Neuquino, FEN. Al respecto, Osvaldo Pellín consideró que una de las principales dificultades existentes es "la escasa acción del Estado y la aún más escasa convocatoria de los escritores para intercambiar ideas. La aparente inexistencia de narradores en la región es absolutamente irreal", indicó. Además, atribuyó a los poderes públicos la misión de "detectar, promover y editar a los escritores regionales. Y los medios de prensa deben saber que recabar la opinión de la intelectualidad regional es un capítulo que aún ni siquiera han explorado".
GERARDO BURTON |
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