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Chubut y el Eisteddfod

Antiquísimo. Tiempos de los druidas en la Galia antes y después de JC, mencionados por César, Plinio el Viejo, Diógenes Laercio, Diodoro de Sicilia, Lucano, Cicerón, Aristóteles y otros hasta llegar a los celtas que están en el escalón inmediato anterior de los galeses de la isla británica; pero cuidado, según ellos de ninguna manera considerarlos ingleses, con cuya corona siempre anidaron en discordias, enemistad, pese a títulos nobiliarios que ostentaron algunos miembros en distintos reinados. Siempre el país de Gales estuvo plantado con su propia idiosincrasia y estilo de vida. Los druidas, hombres y mujeres mágicos, adivinos, estudiosos de la astronomía y la astrología según Cicerón, “se consagraban también al estudio de los secretos de la naturaleza y al de la fisiología” y se dividían en varias clases, una de ellas los bardos, “poetas agregados a los jefes y que estaban encargados de cantar los grandes hechos de los héroes, de improvisar alabanzas y elogios, oraciones fúnebres y cantos de guerra”. Los bardos de entonces se pegaron a las tradiciones celtas y mimetizaron en los galeses que a mediados del siglo XIX, por conflictos con la corona británica, decidieron buscar otras tierras del mundo para vivir con sus normas, tradiciones y lengua.
No es historia para contar con sus pormenores, pero sí recordar que en la goleta “Mimosa” 153 hombres, mujeres y niños galeses desembarcaron el 28 de julio de 1865 en golfo Nuevo, hoy Puerto Madryn, previo acuerdo con el gobierno argentino. Con los más variados oficios, creencias religiosas y una de las expresiones culturales que estaba en la sangre de los antepasados druidas y celtas: la poesía y el canto coral que llamaban Eisteddfod, épica de bardos trasladada a las costas patagónicas del hoy Chubut y que en pocos años llegaría con empuje colonizador hasta la cordillera, aunque en algunos casos fuera en búsqueda de oro. Afrontaron el nuevo mundo con suelo virgen, botánica y fauna desconocida, la bondadosa amistad de los tehuelches y poca presencia del gobierno nacional. Forma de subsistencia, tradiciones y hasta el idioma quedaron apretados en la meta colonizadora que tuvo al río Chupat (Chubut) como soberbio testigo y lo sigue teniendo en la actualidad en las venas de los descendientes.
Aquellos austeros galeses del té cotidiano tuvieron la primera imprenta en la colonia y, aunque en galés, editaron el primer libro del sur argentino, también el primer periódico (manuscrito) y el inicial ferrocarril. Para qué seguir... si nos convoca el Eisteddfod, palabra de origen celta, “traducida a menudo como ‘Juegos Florales’” y al que mediante “Y Brut”, periódico manuscrito de los colonos, invitara a la reunión en 1868, indicando que “cada uno tiene que llevar su propio asiento y podrá elegir el lugar, no dudando de que, en este punto, grande será la competencia”. Música y poesía –inicialmente en galés– con tono de competencia y al ganador, el ansiado premio: sillón del bardo, casi siempre finamente tallado, aunque no tenemos más noticias de aquel de 1868, sí de posteriores y el gusto de haber estado en algunos de Rawson, Trevelin y Esquel, donde el arpa constituía principal instrumento musical. Cantos y más cantos, largos poemas, cordialidad, ojos contentos, nuevos amigas y amigos donde el largo ver y escuchar no trasuntaba cansancio ni desatención.
De acuerdo a un autor chubutense, “Eisteddfod según la fonética galesa suena ‘eistedvod’, deriva del verbo ‘eistedd’ (sentar). Otras reuniones de tipo cultural, donde las personas asistentes permanecen sentadas, como los juegos florales, se denominan ‘eistedvod’. Además, en el caso de los galeses, es tradición el otorgar como premio una silla”. Justificando la tradición del mismo, se tiene noticia que en el certamen celebrado en Caerfyrddin (Gales) en 1451, David Edmund, ganador, “recibió dos sillitas de plata que usaba como colgantes” y que en aquel Eisteddfod “se establecieron por primera vez las reglas poéticas que habrían de revisarse y actualizarse en el mismo lugar en 1819”. Culto a la tradición, habían pasado más de 350 años en que los Homeros galeses contaban en verso vidas y aventuras de héroes. También, que solamente diez años después del desembarco de 1865 construida la primera capilla, las maderas de un barco naufragado sirvieron para levantar la edificación destinada a reunir a los galeses de la música y la poesía.
Posiblemente por influjo de la nueva radicación en la Patagonia y como aquella sociedad “Camwy Fydd” (Chubut del futuro), creada en 1890 para el “fomento de la literatura y tratar temas de interés general”, aprovechando una exposición agrícola se ofreció un Eisteddfod que llamaron “de los repollos”, “donde se conjugaron los poemas, la música y el canto, con el verdor esplendoroso logrado tras ruda e inteligente labor”; incluso posibilitó, por ejemplo, la introducción de la lengua castellana en los certámenes, más o menos a partir de 1940, año (1890) que tuvo como gobernador del Chubut a Eugenio Tello, luego de Río Negro, gran admirador de los galeses (un grupo de ellos fue llevado por Tello para colonizar la isla Choele Choel).
En el cuidado programa de 1982 (30 páginas) habían incorporado publicidad oficial y privada, mostrando en la tapa “Escudo del Eisteddfod del Chubut” producto del concurso efectuado por la “Comisión Organizadora del Festival. Encierra los colores argentinos en el centro de un estilizado narciso, flor nacional de Gales. El nombre de nuestra provincia (Chubut) aparece destacado por los tres rayos, símbolo de virtudes divinas, que presiden siempre el festival”. “Y Gwir yn erbyn y Byd” (la verdad frente al mundo) y “Gyd a run Ysbryd a chynt” (con el mismo espíritu de antaño) acompañaban en la tapa una antigua fotografía de una de aquellas reuniones, que acompaña esta nota. La comisión era presidida por Ellis Roberts y como vice Benito Jones, contando con secretaria del Eisteddfod del Chubut y para el de la juventud, tesorero, pro, encargado de partituras y de arte y artesanía; secretaria de actas y “coordinador en idioma galés”. Llamativamente funcionó un “Decálogo” de 10 puntos; este último expresaba: “Inscribirse en una competencia es disponerse a ganar. Pero es sobre todo, manifestación de amor por las distintas formas de la cultura”. También “Reglamento”, indicándose en el punto 11: “La competencia corona del Eisteddfod tendrá alternadamente un carácter patagónico y nacional. Para 1982 corresponde nacional”.
Aquel año los temas fueron: programa en galés, prosa, recitación, traducción: del galés al castellano, del inglés al castellano y del francés al castellano, indicándose los textos. Sección música, en galés y castellano, también con indicación de textos. Luego flauta dulce, guitarra, piano, danzas, dibujo y pintura, costura, cerámica y fotografía. Intervenían niños “hasta 4 años”.
Chubut, desde antes de llamarse así territorialmente, supo cobijar a hombres y mujeres llegados del otro lado del Atlántico con una cultura general –trabajo, religión, esparcimiento, tradición, etc.– que tuvo en el Eisteddfod, representación casi siempre anual, el cuadro demostrativo de todas las etapas en la vida de los descendientes de celtas cuyos apellidos aún hoy perduran no solamente en pueblos chubutenses sino en otros lugares de la Argentina, con mensajes y lemas como los que expresan: “Bendito es el mundo que canta. Dulces son sus canciones. Que las voces de los coros hagan enmudecer para siempre los cañones”.

(*) Periodista. Investigador de historia patagónica.

Bibliografía y fuentes principales: Galina, M., “El Eisteddfod”, 1978. “Cuadernos Historia del Chubut”, N° 1, 1968. Hughes, WM., “A orillas”, 1967, Rev. “Chubut Fuerza Viva”, 105, 1983. Rev. “El Regional”, 324 y 389, 1979 y 1983. “Dic. Enc. Hisp. Americano”, 1937. Strasser MPL., “Chubut Ensueño”, 1962. “Eisteddfod” (programa), 1981/1982. Dumrauf, CI., “Historia”, 1991. Academia Nacional de la Historia, “Segundo Congreso” (CR), T. II, 1974. Zampini, V., “Chubut”, 1975. Torres, MSM., “Con piedras” (LMS), 2001. Pérez Morando, H., “De Gales”, (RN), 1993. Martínez Ruiz, B., “La colonización”, 1977. Rev. “Argentina Austral”, III. 1984. Archivo diario “Río Negro” (GR). “Biblioteca Patagónica” (VECh) y otros.

 



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