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Francisco Muņoz, fragmento de San Antonio
Tiene 95 años y es el único funcionario vivo del primer gobierno constitucional de Río Negro. Llegó a San Antonio en 1929 para trabajar con su cuñado, el caudillo y comerciante don Pedro Vera. Sus intervenciones fueron fundamentales para dar impulso al puerto y llevar agua dulce a esa localidad.

Cumplió 95 años el 4 de junio y hace 78 años llegó a San Antonio Oeste. Piensa que a su edad ya lo dijo todo, pero siempre suma alguna anécdota que el tiempo trae una y otra vez, como una obsesión. "A esta edad uno no puede esperar otra cosa que la muerte. La mía es una vida interminable...", manifiesta con un dejo borgeano.

Llegó a San Antonio a los 17 años. Tomó el tren en Buenos Aires, donde había nacido y donde estaban sus padres. Llegó al Territorio de Río Negro en 1929, cruzó desde Patagones en bote a la otra orilla. En San Antonio lo esperaba su hermana, María Antonia, casada con don Pedro Vera, un caudillo local, quien le daría su primer empleo y más de una lección.

"Vine buscando nuevos horizontes cuenta Francisco. Mi cuñado tenía un negocio muy próspero vinculado al comercio de la lana y él me dio una oportunidad. Cuando llegué, San Antonio era todavía el principal centro de acopio de lana del territorio. Mis primeros pasos fueron en la caja registradora del negocio y a los 6 meses ya llevaba la contabilidad. Aprendí la redondilla para los títulos de los libros. Mi cuñado salía con carros a comprar la lana, que luego se embarcaba por puerto y por ferrocarril ".

En Buenos Aires Francisco Muñoz había sido empleado de Correos, mensajero de Casa Central. "Me tocó la inauguración de la Casa Central en Leandro N. Alem. Me inicié como mensajero, llevaba telegramas por la zona. Los telegramas se llevaban a domicilio. Nuestro límite era la avenida Callao".

"En esa época trabajábamos desde chicos. Mis padres eran inmigrantes analfabetos, españoles de Vejer de la Frontera, una localidad situada a mitad de camino entre Cádiz y Algeciras, en la región de Andalucía". Esa localidad, que da al Atlántico, fue el último bastión moro. Fue una ciudad agrícola y testigo de la Batalla de Trafalgar (1805), en que la escuadra franco-española fue

vencida por la inglesa.

"Yo soy Francisco Muñoz Muñoz continúa 'Pancho'. Mi padre trabajaba en la construcción, era muy inteligente. Mi mamá cocía; era una artista, cocía a la gente de alto nivel. La base de sustentación de nuestra economía eran los ingresos de ella. Eramos cuatro hermanos, tres varones y una mujer. Mi madre hablaba inglés porque le tocó vivir el tiempo posterior a la batalla de Trafalgar y aprendió el idioma".

Francisco vivió en una cultura española y durante el tiempo de la Guerra Civil participó activamente para recaudar fondos para ayudar a los republicanos. A lo largo de su vida siguió vinculado a su tradición como miembro de la Asociación Española de San Antonio.

A su esposa, Angela Alejandra Fernández, "Gela", la conoció en San Antonio. El padre de ella, Angel Fernández, era un inmigrante español de Vigo, que había llegado a San An

tonio en 1909. Durante años fue el encargado de poner el gas en las balizas del puerto, adonde llegaba a remo. Aquí se instaló e hizo una gran familia. "Gela" nació en 1912. Con ella, Francisco inició una nueva etapa en su vida. " Me casé con 'Gela' y nació Horacio, que es un médico muy reconocido y vive en Roca. Después nació una hija, Gloria Eleonor ('Ñeca') y ayudamos a criar al hijo de Margarita Román, Luis Fernando, que vivía con nosotros en casa. El es un hijo más, lo dormía en mis brazos todas las noches... (ver Historia de Acá) y también cuidamos a nuestros nietos cuando murió nuestra hija, principalmente a la menor, Ana, que hoy me cuida".

Diez años después de que Francisco se radicara en San Antonio estalló la Segunda Guerra Mundial y su suerte, atada al negocio lanero, cambió. "La guerra arruinó el negocio, quedamos en la calle. Cuando empezó la guerra teníamos todas las lanas compradas, con nuestro dinero y con los que provenían de préstamos que nos daba el Banco Nación. Quebramos, como todos los que tenían mercadería comprada, mercadería que llamábamos frutos del país".

Luego de esta enorme crisis, "Pancho" empezó a llevar la contabilidad a varias firmas del lugar y puso una cadena de cines que hizo historia entre los pobladores. Abrió el cinematógrafo de San Antonio, que es

trenaba junto con los cines de Buenos Aires; además manejaba la distribución de películas en toda la Patagonia. "Trabajé muchos años el cine y el cine le pagó los mejores estudios a mis hijos, que se fueron a Buenos Aires a hacer su secundaria. Fue un negocio próspero; aun así lo vendí cuando me fui a Viedma".

En 1958 Francisco Muñoz se convirtió en la mano derecha del primer gobernador electo en la provincia, Edgardo Castello (UCRI). Fue el secretario general de la Gobernación, cargo al que siguió el de ministro de Economía y primer presidente del Banco de la Provincia de Río Negro. Francisco es el único sobreviviente de la administración Castello y fue el único que empezó y terminó la gestión con él.

"Cuando ganó Castello, me llamó para trabajar con él. Me había conocido dando un discurso en San Antonio. Y así, me sumé al primer gobierno constitucional de Río Negro.

¿Sabe qué honor? Yo estaba trabajando muy bien cuando vino Castello a hablar conmigo. Pero el hombre se había encaprichado (risas) en que fuera a trabajar con él. Yo le dije: 'Mire doctor, le digo con toda sinceridad, yo no estoy en condiciones de acompañarlo a usted'. 'Pero yo lo necesito', insistía Castello. Yo le dije que era un hombre de una formación pueblerina y que él podía encontrar a mucha gente preparada para que lo acompañara. Pero Castello insistía: 'Usted dirá lo que quiera, pero yo lo necesito a usted'. Yo le decía que necesitaba atender mis negocios porque tenía que educar a mis hijos. Y que sí, que no estuvimos un rato. Y para convencerlo le dije: 'Mire, doctor, lo único que puedo ofrecerle son dos cosas: solidaridad y lealtad'. 'No necesito más', me respondió.

"Imagínese, ¡cómo iba a negarme (llora), tuve que aceptar! Era un honor inmerecido. Volví a quemar naves. Mi mujer no

quería saber nada. Ella, lógicamente, estaba preocupada por la economía. Le vendí el cine a Bocho Izco y me fui con Castello.

"Me nombró secretario general de la Gobernación del primer gobierno constitucional de Río Negro. Era como un ministro de gobierno. Castello, fue, a partir de entonces, un gran amigo. Espero no haberlo defraudado... Luego me nombró ministro de Economía. Habíamos traído para el cargo a un especialista desde Buenos Aires, pero la relación con este señor se deterioró y me nombró a mí en su lugar. Terminé mi carrera como ministro de Economía. En realidad, la terminé al frente de la Gobernación, cuando depusieron los militares a Frondizi y asumió Guido, un hombre de Viedma, socio de Castello en su estudio".

En Río Negro habían ganado las siguientes elecciones los peronistas (con Arturo Llanos a la cabeza) y Frondizi se vio forzado, por presión de los militares, a intervenir la provincia. "Fue entonces que asumí como interventor. Primero rechacé el nombramiento. Castello y Guido me pidieron que aceptase porque no había otro hombre capaz de dar continuidad a la gestión en aquella circunstancia. Yo no quería saber nada y me llamaron de Buenos Aires. El mismo Frondizi me lo pidió. Acepté el cargo hasta el 30 de abril, fecha en que vencía el mandato de Castello. Luego asumió el nuevo interventor, el arquitecto Ramos Mexía, que estuvo hasta que eligieron al nuevo gobernador en 1963, Nielsen".

Cuando llegaron a Viedma para iniciar el primer gobierno constitucional de la provincia relata "Pancho", Viedma era una localidad de pocos habitantes. "Imagínese que había que hacer todo el andamiaje institucional. Organizar los ministerios, el Poder Judicial... realmente partimos de cero. El primer gobierno fue de una austeridad que jamás volvió a repetirse. Fue un gobierno ejemplar, trabajaron todos los partidos en pro de la provincia. La verdad es que nunca más se volvió a repetir eso. La Legislatura trabajó muy constructivamente y sancionó las 300 primeras leyes de la provincia".

Muñoz recuerda algunos hitos de aquel gobierno. Resolvieron transformar un hotel abandonado en la sede del Ministerio de Economía y crear el Banco de la Provincia de Río Negro. El día que se inauguró, recuerda "Pancho", Castello

dijo: "Este banco es oficial pero no es oficialista". Todo un ejemplo de honestidad. La primera cuenta del banco se abrió a nombre de Edgardo Stefano Nazario Castello, cuenta que se cerró inmediatamente. Era una apertura simbólica pues ni él ni los funcionarios de su gobierno podían trabajar con el banco oficial.

Francisco recuerda un gran debate que se dio durante su gestión; fue la creación del Idevi. "El Idevi era una alternativa más viable que el proyecto de colonización y expropiación que fijaba la ley 14. Castello había conseguido fondos del BID para poner el marcha el proyecto y se sancionó la ley 200 que creaba el instituto".

Por otra parte, durante su gestión como interventor, Muñoz logró privatizar los talleres del Ferrocarril del Estado que pasaron en 1962 a manos de la Cooperativa Metalúrgica San Antonio Limitada (Comsal), ante la determinación de Frondizi de cerrarlos.

Pero sus obsesiones eran el agua y el puerto para San Antonio. Casi una década antes, en 1955, cuando Muñoz fue nombrado interventor del municipio de San Antonio, mantuvo una larga entrevista con el presidente de facto, Pedro Eugenio Aramburu. En aquella charla ya le hablaba de la necesidad de un canal que abasteciera de agua a San Antonio, de soda solvay y del puerto.

Con este afán por hacer progresar a San Antonio continuó alimentando esos proyectos durante su gestión en la administración Castello. Declaró de interés provincial el proyecto de soda solvay y dio prioridad a dos asuntos urgentes: el puerto y el agua.

Como primera medida contrató los servicios de la empresa francesa Sogrean para "efectuar un estudio de localización de un puerto de aguas profundas en la zona de San Antonio, en las inmediaciones de Punta Delgada. Ese estudios y los posteriores aconsejaron esta localización, pero finalmente el puerto se construyó en Punta Villarino, 120 kilómetros más alejado, y por lo tanto fue una obra más onerosa. Lo mismo pasó con una iniciativa que tuve para dar solución al gravísimo problema del agua en San Antonio. Hice realizar un estudio para traer agua desde Conesa. De haber traído el agua por cañerías desde allí se habría gastado un 10% menos que la obra que se ejecutó 10 años después, el canal Pomona- San Antonio".

Lamenta no haber tenido tiempo para concretar esos proyectos. La inestabilidad política nacional y los golpes de Estado, no permitieron dar continuidad a algunas obras que de otro modo se hubiesen concretado antes.

Luego del golpe a Frondizi, Francisco fue candidato a gobernador. Lo acompañaban Julio Salto y Justo Epifanio. En esa elección ganó Nielsen. Le ofrecieron un cargo de senador pero no aceptó. Tras la derrota, tal como le había enseñado su maestro, don Pedro Vera, decidió retirarse de la política.

Volvió a su familia, se refugió allí, con un poco de amargura; en el camino de la política siempre se pierden amigos. Acompañó a sus hijos y a sus nietos en su crecimiento. Hoy espera con calma el día final, en compañía de su nieta Ana, que lo cuida con amor desde hace años.

 

SUSANA YAPPERT

sy@patagonia.com.ar



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