La densidad de estos textos brevísimos parece convocar a quien los lee como lo hace un detalle de una obra plástica. Pero en este caso es el lector el que construye, repone la obra mayor de la cual el texto pequeñísimo es vislumbre, clave, entrada o síntesis.

Siguiendo con la comparación: reponemos lo posible pero sin certezas; reconstruimos lo que se insinúa desde la ausencia. Y en esto, el género se toca con aristas de lo poético, porque suele arrojarnos a una deriva rica en sensaciones o vértigos o a tierra de emociones.

La brevedad es estocada, es giro repentino en el que se perciben los cuatro trazos de una escena o una perspectiva, un panorama instantáneo que nos sacude a veces desde la ironía o el sarcasmo, a veces juntando en su preciso discurso lo necesario para plantear y pensar mundos posibles.

María Cristina Ramos