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Liderazgos políticos en la Argentina actual

 

La democracia argentina ha vivido, como afirma Hugo Quiroga, en emergencia permanente. Esta situación consolidó el decisionismo, traducido en ejecutivos con atribuciones excepcionales, sobre todo en el ámbito legislativo. Las consecuencias, una debilidad institucional importante y el surgimiento de liderazgos fuertes en los momentos de graves crisis económicas, sociales y políticas.

A esto hay que sumarle el proceso de transformación general de la democracia, que les ha restado fuerza a las estructuras partidarias tradicionales y les ha dado a los medios de comunicación un lugar preponderante en la transmisión de las propuestas políticas y la captura de votos.

Este año, con un país instalado en la senda del crecimiento y con sus cuentas saneadas, caminamos hacia otro proceso electoral. El liderazgo presidencial, transferido ahora a Cristina Fernández, fue construido precisamente sobre el manejo de la emergencia y ha sabido capitalizar políticamente las condiciones estructurales de la política. Lo que asombra y preocupa es el escenario fragmentado, débil y en la mayoría de los casos sin estructuras nacionales que ofrece la oposición. La ausencia de partidos políticos fuertes, que han dejado incluso de cumplir su función de selección y respaldo de liderazgos, contribuye a esta situación.

Los recientes triunfadores Mauricio Macri y Hermes Binner, representando a la centroderecha y a la centroizquierda, han apostado a una construcción política local de largo aliento que seguramente tendrá su expresión en el 2011. Recorriendo el presente, Elisa Carrió aun exhibiendo el triunfo ejecutivo propio de Tierra del Fuego no ha logrado articular alianzas fuertes ni convencer a la ciudadanía de su capacidad ejecutiva. Ricardo López Murphy, sin alianzas suficientes, no ha podido ampliar significativamente la intención de voto para las elecciones nacionales. Jorge Omar Sobisch, que a golpe de publicidad ha logrado instalarse en la oposición nacional, ha pretendido ocupar el único espacio disponible y acorde con su pensamiento, la derecha neoliberal y ultraconservadora desde la que no podrá superar un techo bajo de sufragios.

Sus otros compañeros justicialistas de Potrero de los Funes fracasaron en su intento de convertirse en representantes del peronismo "auténtico", al menos para estos comicios. Por último, está la candidatura de Roberto Lavagna, político de carácter mesurado que tiene capacidad ejecutiva reciente para mostrar. El ex ministro de Economía de Duhalde y Kirchner, apoyado por radicales y justicialistas, ofrece al electorado el manejo de la peor crisis que se recuerda y haber dejado en el 2005 al país con un crecimiento constante. Pero, paradójicamente, las variables económicas que contribuyó a crear hoy dificultan su crecimiento electoral.

No obstante, la Argentina, como cualquier democracia que se pretenda sólida, necesita de instituciones fuertes y del descenso del personalismo y del decisionismo. Para ello se requiere una oposición fuerte que cumpla sus funciones centrales: ofrecer alternativas políticas de conducción a una ciudadanía cada vez más informada y funcionar como contrapeso del Ejecutivo de turno.

 

 

 



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