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CAPITULO 16 | ||
"Porque en la vida de un hombre no solamente ocurren las cosas dice ahora con mayor decisión, levantando la cabeza. Las velas arden con llamas largas, el humo se eleva, las mechas se han ennegrecido. El paisaje y la ciudad siguen a oscuras al otro lado de las ventanas; no se ve ninguna luz, ni el menor destello en la noche. Uno también construye lo que le ocurre. Lo construye, lo invoca, no deja escapar lo que le tiene que ocurrir. Así es el hombre. Obra así incluso sabiendo o sintiendo desde el principio, desde el primer instante, que lo que hace es algo fatal. Es como si se mantuviera unido a su destino, como si llamaran y se crearan mutuamente. No es verdad que la fatalidad entra por la puerta que nosotros mismos hemos abierto, invitándola a pasar. No existe ningún ser humano lo bastante fuerte e inteligente para evitar mediante palabras o acciones el destino fatal que le deparan las leyes inevitables de su propia naturaleza y carácter. ¿Es completamente cierto que no supiera nada de lo tuyo con Krisztina?... Quiero decir, mientras ocurrían las cosas, incluso antes, al principio de la historia de nosotros tres... Al fin y al cabo, me la habías presentado tú. Ella te conocía de la infancia...".
(Extraído de "El último encuentro", pág. 51) |
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