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Historia de una pasión sobre ruedas | ||
Luis M. Giménez, titular del club, explica los secretos de una actividad en crecimiento en Neuquén. Antes de casarse prefirió comprar un Ford A a una heladera. Admite que están "un poco chapitas". | ||
Luis María Giménez estaba a punto de casarse y compró... un Ford A, en vez de una heladera. Lo querían matar, pero la pasión puede siempre más. Este neuquino nacido y criado admite que los fanáticos de los autos antiguos "estamos medio chapita" y que en el ambiente hay cosas increíbles. Por caso, los actos de su amigo Daniel Anderle quien ha confesado que tapa su auto con sábanas y frazadas o los gustos que se da Luciano Bertoya que hizo un ventanal en el comedor para poder ver su auto. "Me confesó que le gusta mirar su auto mientras come", dice Luis María quien está a la cabeza de una asociación neuquina que se expande y ocupa un lugar cada vez más importante en el ámbito nacional. Se trata del Club de Autos Antiguos, Clásicos y Especiales de la Patagonia, una entidad que se especializa en hacer amigos. Luis María no tiene problemas en confesar que hace algunos años tuvo que viajar a Buenos Aires por un problema en un auto. "Tenía que cambiar el parabrisas quebrado del Chrysler Imperial 1960 con un tráiler: No pude alojarme en ningún hotel porque para ello me debía separar del auto", le dijo a este diario. La pasión por los fierros le viene en la sangre: su padre (Diego Flores Giménez) era un entusiasta, "trajo las máquinas de trenes de trocha angosta que están en el Parque Central y Barda del Medio". A la vez, su familia tuvo uno de los primeros Káiser Carabela de la zona. "El límite de los coleccionistas es el garaje. Algunos, casi todos... preferimos tener más garaje que casa", se ríe el hombre quien está abierto a compartir su fanatismo bien entendido pero que se molesta con aquellos que "miran los autos con las manos y querría que los toquen únicamente con los ojos". ¿Cuál fue el disparador de su pasión por las joyitas? Mi afición comienza cuando en la década del '60. Mi padre quería fundar la Asociación Amigos de Autos Antiguos de Argentina. Claro que en Neuquén eso no era posible: en esa época estos vehículos eran una rémora, no los quería nadie. Ya en los '80 en vísperas de casarme, compré mi primer Ford A por 200 dólares. No tenía heladera ni muebles... pero tenía el auto. Con el tiempo se fue incrementando mi pasión y le compré a cada uno de mis dos hijos varones un auto. Luego seduje con un Isseta (el ratón alemán) a mi hija para que unirla a la pasión. De su infancia, ¿qué auto antiguo de la ciudad tiene registrado como impactante? Neuquén no se caracterizaba por tener autos de lujo, tanto europeos o como los ampulosos americanos que ingresaron debajo del paralelo 40º. Cuando veía los Impala, Cadillac, me parecían aviones y naves espaciales, con sus aletas aeronáuticas, todas las luces y el sofisticado instrumental, diferentes de los ascéticos vehículos que se empezaron a producir en el mercado con el gobierno de (Arturo) Frondizi. También los colores pasteles proporcionaban un toque distinto de los monótonos acorazados del 30' y 40' que mayormente surcaban estas tierras. ¿Qué significa haber conformado el club y haber logrado trascendencia incluso en el exterior? El desarrollo del club es mérito de muchos entusiastas que le dispensan una gran dosis de esfuerzo y dedicación al mantenimiento de sus autos. Ninguno puede asumir la responsabilidad de ser único artífice en el desarrollo de la actividad y consiguientemente del club. Tengo un enorme respeto a los que hicieron un aporte en pos de los clásicos, desde el grupo de los Torino's hasta aquellos que se juntaban oportunamente en la Vuelta de Obligado, creando las condiciones para la creación de una asociación. Se puede disentir en la metodología, pero todo condujo a que en el 2003 se creará el club, recayendo en mi la tarea de organizarlo. Hoy el club, junto a sus socios, adherentes y otras agrupaciones amigas de toda la región, desarrolla una intensa y prolífica actividad que trasciende los límites regionales, efectuando eventos propios y locales: "Son comparables en magnitud y calidad a los que se generan en Buenos Aires con empresas especializadas y terciarizadas. Eso sí, nuestras reuniones tienen costos irrisorios para los participantes, preferimos divertirnos y propender a la participación. ¿Imagina a la ciudad de Neuquén como posible escenario de un evento nacional ligado a la actividad? La intención es institucionalizar la Ruta del Vino, Frutas y Dinosaurios, como un evento diferenciado y único, iniciando en esta ciudad y con un derrotero por los principales viñedos de la región, emulando a otras provincias como Mendoza y Salta que lo transformaron en eventos de atracción turística. El año pasado nos acompaño secretaría de Deportes y Juventud, la subsecretaría de Turismo y todos los municipios del Alto Valle. El nombre es sugestivo, tiene todas las condiciones para trascender a nivel nacional y convocar a los países vecinos. No hace mucho solicitaron información desde los Estados Unidos y Alemania, respecto de cómo era eso de estar en la tierra de los dinosaurios, junto a buenos vinos y disfrutando de los autos. Estas circunstancias favorables externas, necesitan respaldo tanto en las instituciones provinciales como en la actividad empresarial. Estamos convencidos que los autos de colección difunden los recursos turísticos y económicos de la provincia, junto a la región toda, como ninguna otra actividad deportiva-social.
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