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Un milagro con aporte neuquino

En la ciudad se armó la fase inicial de "la máquina para ver", que permite mirar a través de la lengua. El Rotary Club fue el motor del proyecto, que comenzó a desarrollarse en EE. UU. hace 30 años.

¿Se puede ver sin los ojos? La respuesta es que sí, y Alberto Pesiney y su amigo Jorge Lahoz -fallecido hace algunos meses- trajeron la noticia, el milagro a tierras neuquinas. No es un milagro, ciencia pura. El motor del proyecto fue el Rotary Club Neuquén que se sumó a una iniciativa que, en México, llevaban adelante sus pares del Rotary de Cuernavaca Juárez.

El principio de la tecnología es que no vemos con los ojos sino con el cerebro; es decir vemos a través de los ojos y no con ellos. No es un juego de palabras.

Los ojos envían una señal o muchas señales al cerebro, que su vez nos devuelve las imágenes. De esta forma, los ojos se transforman en un vehículo que lleva información que se decodifica en el cerebro, que se encarga de transformar señales en imágenes. Y es la lengua el vehículo alternativo que reemplaza a los ojos y lleva la señal al cerebro, que es el que ve.

"Hay una satisfacción muy grande en todo esto, ¿sabes tú lo que significa escuchar la palabra 'ver' en la voz de un ciego?", explicó en su paso por Neuquén el psicólogo mexicano Juanito Gutiérrez.

En esta ciudad se armó la fase inicial del equipamiento de la "máquina para ver", tal es la reducción más popular del sistema que realidad se llama Puerto Cerebral.

Este sistema comenzó a desarrollarse hace 30 años en Estados Unidos. Allí, el neurocientífico mexicano Paul Bach y Rita -fallecido a fines de 2006- comenzó a dirigir imágenes desde una cámara hacia el cerebro. El procedimiento se realizó a través de electrodos pegados a la espalda de voluntarios.

La lengua es un receptor especialmente sensible a este tipo de señales. Por eso, puede aprovecharse para transmitir las señales recogidas por cámaras y luego enviadas a través de electrodos que se colocan sobre la misma. Paul Bach y Rita donó la patente a su club rotario, de Cuernavaca Juárez. Fue de esa manera que el proyecto comenzó a hacerse realidad Los primeros ensayos se hicieron en Neuquén en la Casa de la Amistad del Rotary Neuquén.

El diseño final del dispositivo consta de una cámara de video montada sobre anteojos que envía las imágenes a una computadora portátil. Esta transforma esa información visual en impulsos eléctricos que envía a un sensor del tamaño de una estampilla con 144 microelectrodos que la persona coloca sobre la lengua, cuya humedad favorece la transmisión de impulsos nerviosos. Luego, el sensor transmite esos impulsos como vibraciones que llegan hasta el cerebro, donde se decodifican y se transforman en imágenes.

No se trata de magia, sino de reemplazar el ojo humano por una cámara que envía las imágenes a un procesador, que transforma esa energía lumínica en impulsos eléctricos que la lengua recibe y envía por la vía nerviosa al cerebro.

Por mail, por correo convencional, por teléfono y en persona, las consultas llueven sobre el Rotary y los rotarios neuquinos. La base, por ahora, es la Casa de la Amistad, pero desde ahí irán a Villa El Chocón donde se construye un centro de entrenamiento en una de las alas del hospital de esa localidad.

 



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