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Periodistas y poetas en los orígenes
En una polvorienta estación de ferrocarril se instaló la capital del territorio que luego fue provincia. El diseño responde a una utopía imaginada por el gobernador Bouquet Roldán y el escritor Talero.

El escenario es una polvorienta estación de ferrocarril, inaugurada apenas dos años antes. En 1904, la frontera comienza a transformarse. Los habitantes del disperso caserío siguen siendo orilleros, gente que no encuentra su lugar "ni entre cristianos ni entre indios. Viven en un doble margen, al borde de dos comunidades, en la tierra de nadie", explica María Amelia Bustos Fernández al introducirnos en la literatura del territorio.

Dos datos más para esta tierra de nadie: el primero, no hay fundación, como en otras capitales, sino un trámite administrativo. Decreto de designación y traslado de autoridades, enseres y presos desde Chos Malal a la Confluencia.

El segundo: una mixtura de ideólogos, funcionarios, intelectuales y escritores. En efecto, el gobernador Carlos Bouquet Roldán, artífice del traslado es un hombre culto y escribidor de versos en ratos libres. Su secretario, hombre de confianza y poeta, el colombiano Eduardo Talero, fugado de su país por haber participado de un complot contra su tío el presidente. Otro escritor, el ministro del Interior de Roca, Joaquín V. González, será el encargado de inaugurar con un discurso la nueva capital.

Los tres coinciden en las convicciones masónicas; Talero es amigo de Rubén Darío y modernista como él. El modernismo tenía la pretensión de "fundar la literatura de América". Un agregado: ser escritor es también ser periodista pues el periodismo resulta un vehículo tan útil y noble como la poesía para la expresión de las ideas propias y la consolidación de la utopía.

Además, en pleno auge del modernismo literario, existe una especie de "mecenazgo", fundamentalmente político, que se traduce en la distribución de cargos públicos. En

esto, Darío también es modelo sus corresponsalías en "La Nación" y "El Mercurio" lo prueban. Entonces, el periodismo aparece como un "canal natural y adecuado para obtener ingresos con lo que se sabía hacer y también el lugar de constitución de la identidad literaria", explica Alelí Gotlip en "Neuquén: los comienzos de una literatura".

Esa "tierra de nadie" descripta por viajeros, extranjeros en su mayoría, se transforma en paulatinamente en un terri

torio propicio para la literatura. Según Bustos Fernández, un territorio "rebelde en tanto es fuerza disconforme que pide otro mundo y no se queda en el mero juego de palabras que se esquematizan como ideología, sino que se presenta como aventura. Aventura de la historia, aventura de la palabra".

Dos de los tres padres fundadores de Neuquén capital son escritores: el ministro Joaquín González y Talero. González venía de publicar "La tradición nacional" en 1888. Su concepción de "mestizaje natural" se desarrolla en forma paralela con su convicción de que "la literatura sirve a los fines de construir los tópicos de una nacionalidad en formación y modernamente muestra un rol de lo literario relevante en la construcción de ideologías: la literatura debe formar parte del proyecto político".

Nada de la ingenuidad a la que es tan proclive nuestra historia: no hay torres de marfil donde se refugien los poetas. Por el contrario, éstos son activos hacedores de la sociedad en ciernes, de la utopía que pronto va a materializarse. De ella justamente hablan (ver aparte) cuando Talero refiere "el sueño" de su amigo y jefe Bouquet Roldán. El periodismo es entonces también utilizado como herramienta para modelar las conciencias y expresar esa sociedad que hacen surgir de entre los médanos.

Esos intercambios que se producen entre periodismo y literatura establecen una continuidad que se mantiene en el tiempo, inclusive más allá de la institucionalización como provincia en 1957. Según Alelí Gotlip, los periodistas neuquinos de las primeras décadas del siglo no ejercen el oficio como única ocupación o sustento pero el espacio creado les sirve para interrelacionarse, en virtud de la convivencia de la palabra informativa con la literaria. Más aún, la prensa es "el instrumento clave de intermediación entre lo civil y lo político". La ocupación de un espacio público se logra a partir de las influencias del ejercicio periodístico.

En 1916, la matanza de presos fugitivos que ocurre en Zainuco, encuentra a Talero embanderado con la posición represora del gobierno territoriano. Enfrente está Abel Chaneton, un ex integrante del consejo municipal, y director del periódico "Neuquén". Chaneton será asesinado a balazos en enero del año siguiente, luego de una prédica constante por esclarecer los hechos de Zainuco.

Talero vivió en La Zagala, una chacra próxima al río Limay. Allí recibió las visitas de Ricardo Rojas y Carlos Guido y Spano. En la década siguiente se afianzaron los lazos entre el periodismo y la escritura. Los ejemplos son Félix San Martín, gobernador y escritor de la primera toponimia "Neuquén" y Juan Julián Lastra, el "juez-poeta" que iba a prologar el libro "El dulce daño", de su amiga Alfonsina Storni.

Lastra, proveniente de Buenos Aires, recibe de Alfredo Palacios el calificativo de "socialista lírico". Esa definición se corresponde con la evolución de la sociedad de la capital. En esa década se sientan las bases para la constitución de la cooperativa CALF, de la Biblioteca Alberdi, de la asociación Conrado Villegas y de otras instituciones vinculadas con la comunidad.

 

 

GERARDO BURTON



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