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Allá, bien al oeste, un gran club | ||
Esta entidad, fundada hace sólo once años, sabe de sufrimientos y también de satisfacciones. Al pie de la barda, en medio de un océano de arcilla, cosecha logros y elogios. Y, como siempre, va por más. | ||
La historia nació como "un cuento de locos". Un idea utópica, una persona que se pone detrás de ella, que la empuja y la sostiene, algunas manos que se unen en la tarea apoteótica, el tipo que sigue detrás del objetivo, que lo cuida como a un primogénito... el proyecto que crece, toma vida propia y deja de ser tan alocado. En épocas modernas, el club Maronese nació con fundamentos casi "primitivos". El único justificativo para su fundación fue que Hugo Silva, en esos años de segunda gestión menemista, estaba "aburrido y quería hacer algo por el fútbol". Silva era en 1996 un ex delantero, de los atrevidos pero con escasa técnica, que había abandonado la actividad pero no podía despegar la cabeza de ella. Vecino conocido en el oeste capitalino, comenzó a nuclear a los pequeños y mejores valores del sector y formó una escuela de fútbol. Pero como Maronese no sabe de escalas, en pocos días de los torneos barriales, pasaron a hacer algunos viajes y como eso no alcanzaba, la próxima decisión fue ingresar en la Liga de Fútbol de Neuquén. "Me decían que estaba loco, sobre todo los dirigentes de Lifune. Pero yo no les di importancia y seguí para adelante, y el tiempo me dio la razón", se jacta el presidente del "Dino". Por ahora la historia le hace un guiño. Es que hace un par de meses el Consejo Federal, órgano rector del fútbol mayor en el interior del país, invitó al club neuquino a participar del Argentino B, la cuarta categoría nacional. Una competencia de la que participan equipos regionales con pergaminos, como Independiente y Deportivo Roca, y en la que estuvo Cipolletti hasta hace unos meses. "Esta fue la frutilla del postre. Pero nosotros no nos conformamos con ello, somos unos soñadores. Creo que esa es la clave, siempre vamos por más", insiste Silva. Si bien Maronese sólo ganó un torneo oficial de Lifune desde su fundación (el 1 de septiembre se cumplieron 11 años), la capacidad de gestión y ese plus generado en el campo de las ideas le permitió sacar amplia ventaja sobre el grueso de las instituciones que se debaten para subsistir en el fútbol de la zona. La entidad del oeste es una de las pocas (junto a Cipolletti) con colectivo propio, en la actualidad está construyendo una pileta de natación para ampliar la oferta (que incluye gimnasia deportiva, boxeo y karate) destinada a medio millar de socios y tiene como vedette de sus proyectos la obra del estadio que albergará a unas 12.000 personas, con fecha de culminación en el 2012. "Cuando empecé con este proyecto no me imaginé nada de lo que vino. La verdad es que sólo esperaba formar una escuela de fútbol y hacer las cosas con seriedad y orden. Y todo se fue dando, porque le metimos pilas y mucha actitud". ¿Algún otro secreto para este buen momento? Yo siempre pensé que a Neuquén le faltaba identidad, y a eso apuntamos con la gente que trabajo; tratar de darle vida social a los chicos, hacer que se arraiguen con algo, hacerles ver que no todo tiene que venir del Estado, como se piensa en estas tierras. El ejemplo se dio de entrada. Maronese fue un equipo itinerante (jugó de local en Cinco Saltos y en varias canchas de Neuquén) hasta que el trajinar diario por los pasillos municipales se transformó en un árido y polvoriento terreno de tres hectáreas y media instalado a los pies de la barda, donde el viento reina y el agua escasea. Desde esa época, en el 2000, hasta la fecha la historia es más o menos conocida. Salvo porque Silva volvió a tener la razón y otra de sus locas ideas chorreó por las canillas y mojó la sedienta tierra. "Yo intuía que había agua a pocos metros de nuestro lugar. En esta zona siempre hay escasez, ni que hablar en verano. Me asesoré y la hallamos a 110 metros de la cancha", cuenta el presidente "Dino". Hoy ya no visitan el predio los camiones regadores, y sí se erige una perfecta cancha de césped que parece un simétrico manchón verde en un océano de arcilla.
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