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Los cuentacuentos dan que hablar
Se multiplican los contadores de relatos que se agrupan y expresan en distintos rincones. "Se trata de atraer al público, de captar su atención y despertar sus sentimientos", dicen estos artistas.

No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta", el texto de Eduardo Galeano suena en la voz de un cuentacuentos neuquino. Termina y le pasa la posta a otro narrador exportado del Perú que, envuelto en un quimono y muy histriónico, cuenta la historia de porqué los animales se fueron del Japón. Diez minutos después el público viajó hacia Cartagena de Indias, en Colombia, y conoció el sonido del mar y la canción de los marineros en boca de un simpático cuentacuentos colombiano, puente de los relatos costeños de "Gabo", Gabriel García Márquez.

La escena es sólo un extracto del espacio imaginario que ofrecen al público los cuentacuentos neuquinos.

Algunas veces solos, otras acompañados de amigos de otras latitudes, estos narradores hacen volar la imaginación de los oyentes, los hacen soñar.

En Neuquén, la movida de cuentacuentos no es nueva, sino que lleva muchos años

buscando sus rincones de expresión en bares, escuelas, plazas públicas, homenajes, teatros, y otros sitios habilitados para dejar rodar historias orales.

Pero la realidad da cuenta de algunas perlas que marcan tendencia en esta ciudad: por ejemplo, que el número de narradores creció tanto como los espacios abiertos para las funciones, o que al juego se incorporaron textos de grandes luces como Fontanarrosa, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Juan Gelman, y otros más transgresores como Fabio Posca o Leo Masliah. Con esto, está claro, no sólo los chicos tienen su momento de fantasía, ahora también los adultos.

Del fenómeno puede dar cuenta Hugo Herrera, psicólogo social y cuentacuentos que desde hace 15 años narra historias Junto a Ileana Panelo -notable precursora en este rubro-, en un dúo que bautizaron "Quemecontursi".

El dúo se suma a la oferta de grupos de cuentacuentos de hombres y mujeres de diversas edades que cada fin de semana ejercitan la

memoria frente al público en La Curtiembre o en otros escenarios más abiertos. "Picardías", el "Grupo Monalisas", "Contarinas", "Caretas", "Dos Juanes y un par de locas" son algunos nombres. Todos se empeñan en hilar palabras y dibujar intrigas en un tiempo que va desde los cinco a los ocho minutos.

"Se trata de atraer al público, de captar su atención y despertar sus sentimientos, es como el torero que sale al ruedo", explicó Herrera sobre su función de "andar diciendo", un momento que agregó, "le causa mucha fascinación".

Sobre todo porque él se atreve a llevar al círculo de encuentros transitorios palabras de Gelman, Oliverio Girondo, Galeano, también consejos para hombres o relatos que hablan de temas más jugados como la seducción o el sexo. "La selección del texto atrae desde el principio", consideró.

Herrera fue protagonista del encuentro "Te doy mi palabra" que se vivió desde el 24 al 26 de agosto pasado en Cipolletti, en el marco del VI Festival Internacional de Cuentacuentos que se realiza en nuestro país.

Hubo talleres, contadas, espectáculos para grandes y chicos, todo un menú de relatos emocionantes que, a juzgar por la respuesta del público, dejan en evidencia que los cuentos tienen magnetismo.

Historias de lobos, de princesas, de un tigre que perdió sus rayas, de esclavos bailando al son de una cumbia colombiana, de una mujer que se atraviesa en la garganta de un hombre... todas enlazadas en palabras que van, vienen, vuelan. Que hacen volar.

 



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