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La plaza del dolor
Las semanas de acampe frente a la Casa de Gobierno provincial fue la expresión más fuerte de la crisis. Miles de personas tomaron las calles para expresar su repudio a la represión desde el poder central.

La Casa de Gobierno fue literalmente teñida de negro y la plaza Roca, con el paso de los días, sumó carpas y carteles. Se fue configurando un espacio personal para todos los que rechazaron el asesinato de Carlos Fuentealba, pero también uno colectivo, porque fue el lugar en el que se canalizó el sentir de los docentes de la provincia, en repudio a un gobierno al que durante dos semanas le gritaron frente a frente su dolor.

El 5 de abril, pasado el mediodía y luego de una conferencia de prensa del gobernador Jorge Sobisch, el gremio de maestros (ATEN) y otras organizaciones sociales rodearon la sede del Estado provincial. Fueron dos horas de tensión, ya que en el inte

rior había empleados, periodistas, ministros del gobierno y el propio Sobisch, que en una violenta entrada, fue reti

rado camuflado por la policía de la provincia. Desde ese momento hasta el 28 de abril, la plaza se pobló carpas y las paredes de la gobernación vistieron de luto a fuerza de pintura.

Fueron 14 días de guardia frente a los accesos al edificio, en noches que se prolongaban por el frío de un invierno que, a medida que se acercaba, se hacía más crudo. Allí se desarrollaron dos realidades paralelas: la bronca en pintadas diarias en las viejas paredes de un edificio histórico que luego desataron un nuevo enfrentamiento entre el gobierno y ATEN, y la reunión constante, que desde la plaza se transformaba en expresión cultural, motivación política y concientización hacia el interior de un sector que estaba evidentemente golpeado.

La evaluación de la sociedad mostró luego distintos puntos de vista, a favor y en contra de las medidas como los escraches a funcionarios o las pintadas e insultos al gobierno de la provincia. Las dos semanas del acampe desgastaron a todos: los docentes se replantearon varias veces la continuidad de la guardia, el gobierno pasó a funcionar en la Residencia de la Costa y la vida social y comercial que se desarrollaba sobre la calle Roca cambió.

Entre rechazos y apoyos, el acampe frente a la sede política del gobierno provincial fue la expresión más fuerte del sector docente, por sobre las huelgas y los cortes de ruta, ambas medidas que se diluyeron junto al reclamo de mejoras salariales. En las noches, con el frío y el esfuerzo que supone dormir -o no- al aire libre, revivía la razón fundamental de la bronca que durante la marcha de 25.000 personas había tenido su máxima expresión: la muerte de Fuentealba, más que en cualquier lugar y momento, se recordó en la plaza.

 



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