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Mirada femenina en la Federación

Mirta tiene una mirada transparente. Y ella lo es. Partidaria del diálogo y poco afecta a quedarse con dudas, se sumergió en el espinoso tema de la comercialización de su fruta y, de la suya, saltó a la de un grupo de productores que compartían iguales dificultades a la hora de cobrar su producción.

Cuenta que algunos problemas en la liquidación de su fruta la forzaron al cambio. Decidieron con su marido que él se ocuparía de la producción y ella de la comercialización. Esta elección significó un gran desafío. Un aprendizaje. Así llegó por primera vez en su vida a una Cámara de Productores, un mundo prácticamente de hombres. Fue una experiencia muy interesante. Y en dos años se convirtió en una suerte "de activista" del sector de pequeños y medianos productores. Es interesante destacar que en estos ámbitos las mujeres siempre han sido minoría, de hecho nunca presidió la Federación una mujer.

De modo que la incursión de Mirta en este espacio significó cambios en varias direcciones. "Las primeras reuniones a las que asistí fueron como una suerte de reconocimiento del otro. Me sorprendieron algunas cosas. Primero tuve la impresión de que se trataba de una especie de terapia de grupo, donde muchos productores se sacaban su bronca pero salíamos de las reuniones sin una estrategia, sin un plan, sin un norte en común; sí salíamos todos impregnados del humo de los cigarrillos. Me encontraba con gente muy enojada o poco dispuesta al diálogo, a escuchar y ser escuchado. Pero me propuse formar parte de este ámbito de discusión, el ámbito natural de los productores. Concurrí a las reuniones de la Federación, pese a las resistencias que mi familia manifestó. Mi primer choque familiar se suscitó cuando la Federación decidió un corte de ruta. Ellos no estaban de acuerdo con que me plegara a la medida, pero entendí que debía respetar la decisión que había tomado la mayoría. Me fui al corte con mis poesías para dar ánimo a la gente. A partir de entonces me empecé a meter mucho, me animé a hablar, ya que me había ganado un espacio en ese territorio tan masculino...".

Luego de unos meses de participar, Mirta fue elegida presidenta de la Cámara de Campo Grande. "Acepté porque tenía que ser coherente. Sabía que podía dar algo de mí, poner mi granito de arena para que cambiaran algunas cosas. Poner energía, entrega, agallas pero también un poco de amor en las problemáticas duras de los pequeños productores".

La Cámara de Campo Grande es una cámara pequeña, de unos 150 ó 180 productores en total entre ellos 100 tienen menos de 40 hectáreas a los que Mirta llama con afecto casi maternal "mis productores". Las problemáticas más graves que llegan a su cámara se vinculan al cobro de la producción en tiempo y forma y a la cantidad de descarte que acusan las empresas.

Desde ese cargo, ella empezó a participar de las reuniones de la Federación de Productores de Río Negro y Neuquén, que Mirta se encargó de reciclar y donde es pro-tesorera. Confiesa que el crecimiento que obtuvo desde lo personal, tras incursionar en estos ámbitos, fue enorme. "La arquitectura es una maravilla, adoro mi profesión, pero se trata de situaciones humanas casi antagónicas si las comparo con la producción. Como profesional me conecto con un cliente que quiere hacer su casa, una instancia creativa y feliz. En el arte, en la dimensión artística, busco el lado oscuro para no pecar de ingenua. Pero como presidenta de la Cámara conecto con la realidad cruda, dura. Entonces, necesariamente, te crecen otras dimensiones de vos para poder manejarte y poder imaginar la resolución de conflictos. Tener que aprender a nadar en un agua que tiene corrientes encontradas (el doble discurso permanente), donde el silencio tiene más espesor que la palabra, el insulto es un lugar común, etc. Bueno, a mí me tuvieron que crecer otras habilidades para dedicarme a esta actividad. Me angustio por muchas situaciones pero las dificultades me estimulan. A veces sentí que caminaba sobre una ciénaga, sobre un terreno resbaladizo, imagino que poco a poco fui armando mi red para sostenerme...".

Cuenta que le interesa poder aportar para que cada productor se revalorice. "Producir es una actividad muy noble, pero este desgaste, las dificultades que atravesó el país y que atraviesa el sector atentan contra la autoestima del productor, una población que día a día disminuye en el Alto Valle. Hay que dignificar al productor. Hay quienes me acusan de ingenua, pero creo que algunos confunden honestidad con ingenuidad....".

Mirta se propuso cambiar el insulto por la poesía, fortalecer el diálogo, tender puentes con aquellos con quienes se presentaban las mayores dificultades. Poco a poco, se hizo escuchar. Pidió que se escucharan, habló de respeto. En estos ámbitos, afirma, es "la gota china", pero hay buena voluntad y algunos cambios se produjeron.



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