WASHINGTON (AFP).- La venta de viviendas usadas cayó en julio a su nivel más bajo en cerca de cinco años en Estados Unidos y los analistas temen una agudización de la crisis del mercado inmobiliario, en un clima de endurecimiento del crédito. La venta de inmuebles usados cayó un 0,2% en julio con relación a junio para fijarse en 5,75 millones de unidades (a ritmo anual), anunció la Asociación Nacional de Corredores de Inmuebles de Estados Unidos (NAR). Se trata del nivel más bajo desde noviembre de 2002. Por otra parte, los precios continuaron su espiral de baja, con una declinación de 0,6% en julio con relación al mismo mes del año anterior. En un año, es el duodécimo mes consecutivo de baja de precios, un período de duración record. Los dirigentes de la NAR quisieron mostrarse tranquilizadores: “Las ventas estarían sin duda en aumento si no hubiera habido problemas de liquidez en los créditos hipotecarios desde hace dos meses”, estimó su economista jefe Lawrence Yun. Las ventas fueron entonces un poco mejores que lo previsto por el mercado. Pero los analistas subrayan que es necesario sin duda esperar un deterioro mayor. “Lamentablemente, lo peor todavía está por venir”, estimó Nigel Gault, de la consultoría Global Insight, que prevé un agravamiento de la crisis hasta mediados de 2008. El economista recuerda que la situación de hoy refleja los contratos firmados en mayo o junio, o sea antes del cambio radical de las condiciones de crédito que tuvo lugar en julio y agosto. “Esto significa más embargos de viviendas, un aumento de la oferta y menos compradores potenciales, o sea una reducción de la demanda”, explicó. El senador demócrata Christopher Dodd había estimado la semana pasada que “entre uno y tres millones de personas pueden perder sus casas”, agobiadas por el aumento de las cuotas mensuales de sus créditos a tasas variables. Y las noticias son apenas mejores en el sector de inmuebles nuevos. El viernes de la semana anterior, el Departamento de Comercio había anunciado un inesperado aumento de 2,8% en las ventas de viviendas nuevas. Los mercados, no obstante, recibieron esta cifra con cautela, porque se refería a julio y no incluía los efectos de la turbulencia bursátil que vino después. “El marasmo del sector inmobiliario puede agravarse en la misma medida en que las condiciones del crédito se endurezcan, había señalado Benjamin Reitzes, de BMO Capital Markets. Los analistas señalan especialmente el nivel elevado de las existencias de inmuebles en venta. Serían necesarios 9,6 meses para venderlas en el sector de usados, un nivel record, mientras que en las viviendas nuevas “los constructores tendrán que reducir su actividad sin la menor duda”, afirma Reitzes. De manera que “la construcción residencial seguirá constituyendo un freno al crecimiento en los próximos meses”, estimaron en una nota los analistas del RBC Financial Group. La burbuja inmobiliaria y todo aquello que la alimentaba aparecen así cada vez más como el peor peligro para la economía estadounidense. Un estudio publicado el lunes reveló que los problemas vinculados a los créditos hipotecarios de riesgo (“subprime”) y al endeudamiento son la amenaza número uno para los economistas estadounidenses. Y la palabra “recesión” se oye cada vez con más frecuencia. La semana pasada, el presidente de la empresa de crédito hipotecario Countrywide había afirmado que las dificultades del sector inmobiliario podían llevar a una recesión. El domingo, el ex secretario norteamericano del Tesoro Larry Summers estimó que el riesgo de tal escenario es el más grande desde 2001. Para enfrentar estas preocupaciones, la Reserva Federal (Fed) no cesa de inyectar liquidez en los mercados: este lunes aportó 9.500 millones de dólares, lo que completa un total de 130.000 millones de dólares desde el 9 de agosto.
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