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La joven guardia de escritores
Todos nacieron después de los setenta. Les cuesta publicar y, sobre todo, vivir de lo que son: escritores. Ahora, Mondadori unió esta nueva generación de escritores argentinos en una antología sobre sexo titulada “En celo”.

Una antología es siempre un recorte. Un recorte que a veces funciona para espiar cierto estado de ánimo cultural. O para encerrar en las páginas de un libro a escritores de determinada edad y determinada estética. O, como en el caso de "En celo", el libro que acaba de publicar Mondadori, para que "nuevos escritores" argentinos, que apenas superan los 30 años, escriban sobre sexo en todas sus variantes.

El corset es apretado. De los 130 autores que figuraban en la lista de Diego Grillo Trubba, el encargado de la selección, 19 fueron elegidos para este libro. Y no porque todos fueran especialistas en el tema que los convoca, sino a veces justamente por lo contrario: porque jamás habían escrito sobre sexo.

La antología, entonces, tomó un extraño camino. Como en un restaurante, pero destinado exclusivamente al sexo, se armó un menú compuesto de sadomasoquismo, sexo oral, sexo tántrico, onanismo, travestismo, sexo cibernético, zoofilia, etc., etc. y cada autor eligió el tema que más le gustaba. Una vez pedido el plato, pusieron sus condimentos y cada cual lo sirvió a la mesa de "En celo" con su sello de autor.

El resultado es quizás desparejo. En todo caso, no se trata de un libro erótico, en absoluto, sino de una pincelada sobre el sexo hecha por una generación que a las claras aparece desencantada, poco comprometida y bastante narcisista. Hay excelentes cuentos, como el de Maximiliano Tomas, el de Pedro Mairal, el de Florencia Abbate, y hay otros para pasar por alto. Hay cuentos que ya tienen un estilo innegable como el de Washington Cucurto y su gusto por las bailantas y su lenguaje particular.

El más grande los autores nació en 1970. El más chico en 1978. Si las edades o los años de nacimiento son una marca de referencia para la escritura, aquí puede decirse que todos crecieron con el sida y quizás por eso no aparece mencionado más que en una de las 210 páginas del libro. Que no tienen prejuicios. Que ni la militancia política ni el pasado más terrible de la Argentina sirvieron de telón de fondo a sus producciones.

Diego Grillo Trubba, que los conoce a todos a fuerza de ver sus textos y elegirlos para cada una de las antologías que saldrán de aquí en más (una sobre policiales, otra sobre los 90 y otras varias que están en carpeta) dice que ellos, "a diferencia de la generación inmediatamente anterior, no están divididos. Ellos respetan sus diferencias y las diferencias de búsquedas estéticas. Juan Terranova escribe de una manera, Washington Cucurto de otra y son amigos. Los dos quieren escribir y los dos quieren publicar. Hay quienes dicen que los escritores de esta generación son más mansos, pero yo no creo que pase por ahí. Ahora, para acceder una publicación tienen que hacer mucho. En toda la década del 90, a ellos les costó entrar al mercado laboral. Mientras todo se caía, muchos se tuvieron que ir del país para tener trabajo. Y me parece que no pasa por una cuestión de mansedumbre sino de que son más escépticos con respecto a algunas cosas", analiza Grillo Trubba.

¿Por qué se hizo una antología por encargo, con un tema dominante, y no se eligieron los mejores textos de una determinada generación?

En realidad, cuando empezamos ya teníamos en mente una colección y armamos un listado de nuevos autores, que terminaron siendo 130. Como sabíamos que después venían otras antologías de otros temas, se los eligió en base a si ya habían escrito sobre sexo o no, lo que también podría hacerlo interesante. Pero fue una necesidad hacerlo por encargo. En la segunda antología se les mandó el listado de casos policiales y ellos eligieron. La idea es que lo apliquen a su estilo. Lo que queda en el libro es un collage.

¿Qué distingue a esta generación?

Hay una nueva generación de escritores que es distinta a la anterior, sobre todo en esto de que ya no hay una lucha contra Borges ni contra Cortázar. Ellos trabajan con libertad. Lo que tienen en común es que publican muy poco.

Y que todos se desempeñan dentro del periodismo, más que en la literatura exclusivamente...

El tema de que trabajen en otras áreas me parece que es algo que ya ocurría en otras generaciones. Aunque es cierto que a esta generación le cuesta más llegar al mercado editorial. Por eso, la idea de esta antología es que los lectores comunes, por así decirlo, por mirar un tema que sí les interesa, conozcan a estos nuevos autores. Lo que yo noto en particular de este grupo de escritores es que no hay un abordaje homogéneo. Hay quienes tienen relatos más clásicos, como es el de Pablo Ali, y hay quienes son más transgresores, como Cucurto. Son cosas muy distintas. Pero conviven. Son amigos entre sí y muchos son amigos o se mueven como grupo por esa dificultad de llegar a la editorial.

Es llamativo que casi no se mencione el sida en cuentos sobre sexo cuando, por edad, son una generación que creció con eso...

Justamente porque creció con eso. No es algo que haya venido después. Si la misma antología la hacíamos con la generación de cuarenta o cincuenta años, eso no hubiera pasado. Hubieran hablado de eso. En este caso, el sida contaba para ellos desde antes de empezar. Y quizás, porque lo tienen tan internalizado, no necesitan mencionarlo.

¿Cómo llegaste a esta lista de autores, teniendo en cuenta que pocos publicaron?

Fue una tarea complicada. La lista salió de los listados de quienes se presentaron en concursos como los del Fondo de las Artes, de Clarín, de Avón, de quienes habían publicado en editoriales chicas y, sobre todo, de recorrer los blogs. Es una tarea complicada porque hay de todo: está el que es escritor y el que es exhibicionista. En base a eso, también hablé con profesores de talleres de literatura.

Además de antólogo, sos escritor. ¿Cómo evaluás este libro?

Una cosa soy yo como lector y otra como antólogo. Hay estilos que me gustan más que otros, pero cuando hago una antología quiero que estén todos los estilos. La gracia está en poder imprimir todos los tipos de voces. Yo siempre digo lo mismo: no va a haber ningún lector al que le gusten todos los cuentos, porque hay cuentos contradictorios en estilo o en temas. Pero tampoco va a haber ningún lector al que no le guste ninguno.

 

VERONICA BONACCHI

vbonacchi@rionegro.com.ar



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