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Persistirá, pero no será catastrófica
“La economía mundial es resistente”, dijeron varios economistas.
Se multiplican los llamados a una mejor regulación de los mercados.

La crisis financiera que en la última semana continuaba sacudiendo a las Bolsas mundiales se extenderá por algún tiempo pero no se transformará en una catástrofe, estimaron varios economistas que llamaron a una mejor regulación de los mercados en el futuro. “Hasta ahora, la limitación del crédito y el alza del costo del capital no duraron lo suficiente como para tener una influencia importante sobre las perspectivas económicas”, señalaron George Magnus y Larry Hatheway del banco suizo UBS, al subrayar que “la economía mundial es resistente”.
Los economistas de Capital Economics esperan que “los mercados de acciones se recuperen un poco más avanzado el año”.
Las valorizaciones actuales de las empresas en los mercados “están lejos de ser tan escandalosas como durante la burbuja internet” y después de todo un descenso de 5% a 10% incluso podría “tornarlas nuevamente atractivas”, subrayaron.
“Pero los cambios recientes fortalecen la opinión de que el crecimiento estadounidense sin duda será flojo en el segundo semestre”, observó UBS, un hecho que pesará en el conjunto de la economía mundial.
Los economistas no contemplan aún una crisis aguda, donde el miedo pesaría más que la razón y los inversores entrarían en pánico, con ventas masivas de acciones que reducirían enormemente el valor de las empresas y los activos de los fondos de pensiones o de los hogares que poseen títulos. Este escenario catastrófico tendría por consecuencia un freno del consumo y una parálisis casi total de la economía en algunas regiones.
Jacques Attali, actual presidente de la ong PlaNet Finance, estimó el miércoles en el diario francés “Libération” que “asistimos a un sobresalto –y ciertamente no a un derrumbe final– de la economía-casino” mundial, que aprovechó para denunciar.
La crisis financiera seguía contagiando el miércoles a otros mercados, pero no en proporciones demasiado alarmantes por ahora.
El precio del petróleo, que bajó fuertemente la semana pasada por estos temores, volvía a tener en cuenta los “fundamentos” del mercado, sobre todo los riesgos sobre la oferta, y retornaba al alza.
El mercado de cambios también acusaba el golpe, con un euro en su más bajo nivel contra el dólar desde fines de junio, a menos de 1,35 dólares, y un yen a su más alto nivel desde hace cuatro meses frente al euro y al dólar, movimientos tradicionales en caso de un aumento del riesgo, pero sin pánico excesivo.
Los economistas creen no obstante que la crisis durará un cierto tiempo. “Es como un terremoto, tras el choque inicial hay réplicas”, subrayó Simon Hayley de Capital Economics.
Los llamados a una mejor regulación de los mercados comenzaron a multiplicarse.
“Los mercados financieros y sus actores principales necesitan tener miedo, si no se vuelven locos”, señaló el editoralista del “Financial Times”, Martin Wolf, al tiempo que subrayó que los mercados “deben autorregularse” porque es “imposible arreglarlos desde fuera” de tan complejos que son.

RETIRO DE FONDOS

Los inversores de Estados Unidos en fondos mutuos retiraron dinero de los mercados emergentes y lo volcaron a cuentas de mercado de dinero y acciones de grandes empresas norteamericanas en medio de la crisis de crédito hipotecario que desató una liquidación mundial de activos de riesgo, señalaron operadores de Wall Street.
Esos inversores sacaron 627 millones de dólares de fondos de acciones de mercados emergentes durante la semana que finalizó el 8 de agosto, tras haber retirado 2.000 millones la semana previa, según Emerging Fund Portfolio Research, de Boston, destacó la agencia Bloomberg.
Colocaron 10.900 millones de dólares en fondos de acciones estadounidenses, el volumen más elevado en cinco años, y más de la mitad fue destinado a la compra de acciones de empresas de gran capitalización.
A su vez, desplazaron 11.000 millones de dólares a fondos de dinero y retiraron 493 millones de los fondos de bonos de alto rendimiento.
Todo esto indica que los inversores se están moviendo a activos más seguros que puedan aguantar la turbulencia de los mercados globales, por la preocupación de que las pérdidas con las hipotecas de alto riesgo se extiendan y reduzcan el crecimiento económico.

 



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