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Una angustiante espera | ||
Sólo existe una certeza: la pelea recrudecerá. |
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La irracionalidad que gobierna el fútbol ganó una nueva contienda esta semana. Gonzalo Adrián Acro, el barra de 29 años que murió el miércoles, encabeza una fatal lista que, según todos los que deambulan por las entrañas de este mundillo, no se cerrará sólo con su nombre. Mientras los investigadores trabajan a destajo para hallar pruebas y el gobierno nacional mantiene una nueva batalla con la Justicia, la única certeza es que la feroz interna de Los Borrachos del Tablón seguirá escribiéndose a fuego y sangre. Nada ni nadie pudo hacer que se juegue el partido River-Newell's. Las amenazas de otra pelea, símil de las de los quinchos y la del playón, destrozaron las aspiraciones del ministro Aníbal Fernández y de la AFA, que buscaron por todas las vías no agregar un nuevo asterisco a la hasta ahora frustrada campaña "Millo" en el Apertura. El fiscal José María Campagnoli y el juez Luis Rodríguez estaban convencidos de que el bando de Alan y William Schlenker y el de Adrián Rousseau transformarían el Monumental en una carnicería. Ni siquiera el compromiso de Fernández y de Grondona, de aumentar el número de policías y llevarlo a 1100 (antes de la muerte de Acro era de 740), fue suficiente. Tanto se pasaron la pelota de un lado para el otro que finalmente el ministerio decidió la suspensión y criticó con dureza al juez. De todas formas, la medida no hizo más que estirar los plazos de una nueva disputa que, según los mismos protagonistas, parece inminente. En una entrevista con la revista "Veintitrés", mientras Acro agonizaba, Rousseau acusó a Alan Schlenker y tres violentos más de "realizar una emboscada" y "contratar a unos 10 sicarios (...) Voy a ir a la Justicia y a mandar en cana a todo el mundo. El es un típico niño rico y caprichoso que quiere hacer todo lo que quiere". A la salida del velorio de Acro, y mientras algunos de sus compinches agredían a la prensa, Rousseau miró al cielo y se besó un anillo. Sobre ello dijo que habrá "venganza, pero de la divina. Nosotros no vamos a hacer nada raro ni vamos a ir a buscar a nadie como se anda diciendo. Esta vez voy a ir a la Justicia. Nunca pensé que podía hacer una cosa así. A Gonzalo no le pegaron un tiro en una pierna para asustarlo, simplemente le dispararon en la cabeza". Luego contó algunos detalles de los entretelones de la interna. "Conozco a Alan desde hace 17 años, pero todo terminó así por su ambición de poder. Nunca iba a poder gobernar a la hinchada como él pretendía. Hay muchas cosas que se van a saber". Pero lo que era una sensación, con el correr de las hora se hizo carne (y temor). Las cosas no quedarán así. Incluso lo dicen los investigadores: "Sabemos que algo va a pasar. Esto no lo van a dejar así porque sería un síntoma de debilidad de Rousseau delante de su gente". |
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