eodorico. Le escribo simplemente para consultarlo por este medio para saber en el césped cuáles son las especies que mejor se adaptan a esta región del Alto Valle; ¿en gramíneas festuca alta y raigrás perenne y en leguminosas trébol blanco? Esperando una respuesta por este medio, lo saludo muy cordialmente. Luis Sin duda que uno de los temas que más preocupan a nuestros lectores –junto con los árboles y su cuidado– es lo referido al césped. Cómo sembrarlo y cuidarlo nos preocupa y especialmente este año, en que las heladas nos han dado como “para tener y guardar”. Una de las preguntas más habituales y que año a año se reiteran a fines del invierno, además de qué sembrar, es qué hacer en el caso del césped que se puso amarillo, ya que no son pocos los que se asustan, pensando que lo han perdido a causa de las bajas temperaturas. Para tranquilidad de esas personas, debo aclarar que un césped tradicional en nuestros jardines es en primer lugar la festuca alta (Festuca arundinácea), seguido muy de cerca por el raigrás (Lolium perenne). Ambos, más el primero que el segundo, han demostrado ser tolerantes a las bajas temperaturas (incluidas éstas de este año) y a condiciones de suelo no del todo buenas, como puede ser la presencia de salitre. No recomiendo el uso de trébol blanco, salvo que se trate de terrenos muy húmedos o anegadizos por falta de drenaje, en donde tanto la festuca como el raigrás tendrían problemas, pues sus raíces son profundas. El trébol las tiene mucho más superficiales, por lo que pueden respirar el oxígeno del aire cuando hay exceso de humedad en el suelo. Por otro lado, el trébol suele desaparecer en el invierno en sectores con mucho tránsito o muy sombreados, ya que no resiste el pisoteo invernal. Además mancha la ropa si hay niños jugando sobre él... digamos que es una salida de emergencia hasta que se solucionen los problemas de drenaje y se pueda sembrar una buena carpeta de festuca y raigrás, preferiblemente solas o en todo caso en mezcla. NO PREOCUPARSE El hecho de que estas gramíneas se vean totalmente amarillas a fines del invierno, obedece a una medida de defensa de ambas especies. Simplemente mandan su savia a las raíces, que están más protegidas del frío, para evitar los daños que el hielo al expandirse puede producir en sus tejidos… una vez que reciben las señales de que las temperaturas aumentan, vuelven a reverdecer su follaje, de modo que al poco tiempo nadie se acordará del aspecto que tenían, especialmente después del primer corte. Lo notable es que no se trata de un crecimiento nuevo que reemplaza al anterior, sino que vuelve a la vida todo el follaje. Apenas pueden quedar unas puntas quemadas, como recuerdo del invierno… ese reverdecer primaveral es una de las cosas lindas de nuestra Patagonia. Esto no se debe confundir con la infestación de gramilla, que produce amarillamiento por sectores muy definidos, comienza en otoño, antes de las heladas. Además las “guías” se ven claramente en el suelo. Sé de personas –porque me lo preguntan– que quieren apurar las cosas. Su ansiedad las lleva a agregar fertilizantes y a regar diariamente. Desaconsejo las dos cosas porque las gramíneas que componen el césped están en reposo y no absorberán ni el agua ni los fertilizantes químicos que se agreguen. El peligro de esta práctica no está tanto en el césped en sí, sino en que se provoca una alteración en el resto de las plantas en el jardín, especialmente arbustos y árboles. La fertilización más agua, unido a algún período corto de calor, puede provocar una brotación anticipada. HELADAS PRIMAVERALES Debido a la influencia de la corriente de “La Niña”, que es fría y por ende no produce la cantidad de vapor de agua que sí ocasiona “El Niño”, que es más calurosa, hay menor humedad atmosférica en la región y mayor influencia de las temperaturas polares. Esto es al menos algo de lo que saqué en limpio de la reunión de la que participaron los técnicos del Centro de Pronósticos Patagónicos. Lo que me quedó en claro (no soy ingeniero y por eso algunas cosas se me escapan) es que este año hay serio peligro de que ocurran períodos cortos de temperaturas agradables, seguidas de heladas primaverales. Evitemos entonces “desconcertar” a nuestras plantas con prácticas como es la fertilización nitrogenada. La consigna debe ser de fierro: “sofrenar el pingo” y esperar hasta que aclare el panorama. Deje que la naturaleza siga su camino, observe y quédese “piola como gato de boliche”. CHARLAS DE JARDINERIA Maipué, Club de Jardinería, convoca a las charlas de jardinería dictadas por el paisajista Eduardo Stafforini, el 24, a las 18 y el 25, a las 9. “Mi jardín, mi paisaje”, el viernes 24, incluirá propuestas, consejos y experiencias desde la percepción y la técnica en el mundo de la jardinería y el paisajismo, privado y público. Será una charla con la gente, para buscar la mejor relación entre el hombre y su paisaje. “Cuidando mis plantas”, el sábado 25, tratará sobre los qué, cómo y cuándo para que las plantas sean parte y causa de nuestras sonrisas. El lema: “Pensar es mejor que saber, en el arte del cuidado de las plantas”. Eduardo Stafforini es ingeniero agrónomo y paisajista y ha participado de importantes proyectos de barrios cerrados y country clubes y además diseñó y ejecutó una numerosa cantidad de obras particulares dentro del país, la mayoría de ellas en el Gran Buenos. De 1984 a 1992, y actualmente desde el 2001, es el presidente de la Sociedad Argentina de Paisajistas. Se brindarán en avenida Alem y Mengelle, Parque Juan E. Rosauer, Cipolletti. Por mayores informes llamar al (0299) 4775416; lunes a viernes de 8 a 12 y sábados de 9 a 12. e-mail: maipue@maipue.org.ar o en su página web www.maipue.org.ar.
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