Dentro del serio contexto energético nacional en lo inmediato como en el mediano y largo plazo resulta muy importante no ahorrar energía, si vale la expresión, en buscar alternativas con el fin de minimizar los trastornos momentáneos y, luego, planificar a futuro con la seriedad que se necesita para un desarrollo sostenible y duradero. Se conoció un trabajo del ingeniero Vicente Volantino, del Centro de Construcciones del INTI, aportando datos valiosos acerca de la problemática relacionada con la construcción en nuestro país. Según este documento, en las viviendas de una planta, las pérdidas de calor por el techo representan el treinta por ciento, y en los últimos estudios sobre la pérdida de energía en el hogar se revela que el aislamiento del techo puede llegar a reducir un treinta y cinco por ciento los gastos en calefacción. Por otra parte, la realidad indica que los profesionales relacionados con los diferentes segmentos de la construcción, en general, no estamos preparados aún para dar respuestas acabadas frente a esta problemática, ya que en ocasiones no sólo se trata de una deficiente solución material de una edificación sino de fallas en muchos casos serias, frente a lo que significan parámetros concretos relacionados con el medio ambiente y un diseño acorde. En este sentido es muy interesante la propuesta que realizara el Colegio de Arquitectos de General Roca con el objetivo de desarrollar temáticas afines y que contara en su momento con una muy buena respuesta de asistentes y de los invitados. Precisamente en el cierre de estas jornadas de arquitectura sustentable se destacó el arquitecto rosarino Pablo Azqueta, quien desde una óptica técnica muy apropiada analizó las diferentes patologías que se pueden encontrar en las edificaciones cuando no respetan los parámetros de confort ambiental. Según Volantino, el especialista del INTI, una aislación adecuada debe superar los cinco centímetros de espesor. La Norma IRAM 11.605 establece los valores máximos de transmitancia térmica (K) aplicables a muros y techos de edificios destinados a vivienda, para asegurar condiciones mínimas de habitabilidad. Una aislación deficiente trae además aparejadas patologías como la condensación de humedad y aparición de hongos sobre las paredes y techos fríos. Las superficies horizontales reciben mayor intensidad solar cuanto menor sea su latitud. Estos techos pueden recibir hasta 50 % más de calor que los techos inclinados. “Los techos de una sola agua se deben inclinar hacia el Sur para que el sol incida con un ángulo muy pequeño la mayor parte del año”, indica Volantino. Mientras que las cubiertas de dos aguas se deben orientar preferiblemente norte-sur. Su inclinación no debe exceder los 30° y la orientación de la edificación puede oscilar alrededor de 20° en sentido este-oeste. No obstante, se debe considerar también la dirección del viento. Lo aquí expresado de ninguna manera puede justificar la desinversión o malas políticas públicas que se llevan adelante en materia energética y que no sólo involucran a este gobierno. En realidad son la consecuencia de los factores de poder de una sociedad que aún no privilegia, entre otras cosas, las virtudes de la planificación. HASTA EL COLOR Para el estudio del INTi, el consumo de la energía se distribuye de la siguiente manera: treinta y nueve por ciento en calefacción y refrigeración (este porcentaje se reduce con una mayor aislación térmica de la envolvente), veintiocho por ciento para calentamiento de agua sanitaria, veintiún por ciento para electrodomésticos y el doce por ciento en iluminación. Por otra parte, del análisis de las pérdidas de energía en una vivienda se desprende que se reparten proporcionalmente paredes, techos y pisos por un lado, infiltraciones de aire a través de los cerramientos exteriores y otro tanto a través de una deficiente resolución de las carpinterías. En cuanto al techo, “es la parte de una vivienda que presenta una gran pérdida energética, ya que por su orientación es la que intercambia mayor transferencia de calor con el exterior. La reducción por pérdida de calor por el techo puede llegar al setenta por ciento” explica Volantino. Otro factor que resulta de importancia es el color de los cerramientos exteriores. “Es importante la terminación que presenta el cerramiento, ya que de esto dependerá la capacidad de absorber calor por radiación. Las superficies con colores claros poseen un coeficiente de absorción de menor valor que las de colores oscuros, alcanzando éstas últimas temperaturas mayores debido a la intensidad de radiación solar”. “Es conveniente”, se afirma más adelante, “que los pisos se encuentren aislados, y si bien no es necesaria toda su superficie, se recomienda utilizar material aislante térmico en forma perimetral del contorno, abarcando una franja de aproximadamente un metro y con un espesor mínimo de un centímetro y medio. Reduciendo el ciento por ciento de la transmitancia térmica del piso, sólo se disminuye la pérdida de energía en diez por ciento”, recuerda el estudio. TECHO INVERTIDO En las jornadas de arquitectura sustentable desarrolladas por el Colegio de Arquitectos de General Roca, el arquitecto Pablo Azqueta, especialista en la temática, analizó varias opciones para encarar el problema del aislamiento en edificaciones. Por ejemplo, señaló que hay que resolver “el aislamiento de las cubiertas desde el punto de vista del confort higrotérmico y del uso racional de la energía. Para exigencias mínimas, citó el Plan Federal de Vivienda para el conurbano bonaerense , donde se propuso un sistema de doble capa aislante. “Pero en condiciones más severas, se puede variar la altura de los listones para aumentar el espesor del aislante”, afirmó Azqueta. Según el arquitecto para cubiertas horizontales, la solución más adecuada es la de “techo invertido”, donde el aislamiento térmico se coloca en la cara superior. “lo habitual es hacer lo contrario y se coloca el aislante sobre la losa de hormigón dejando las capas superiores de la cubierta expuestas a la degradación por acción del calor. De ese modo, se generan distintos procesos patológicos que se potencian unos a otros: fisuras, grietas, infiltración de humedad y englobamiento de solados”, explicó el especialista rosarino. EL DISEÑO “La forma del edificio tiene gran incidencia en los consumos de combustible para calefacción y refrigeración, que dependerán de la rigurosidad del clima en el cual está localizada la vivienda, pero en general las formas posibles pueden relacionarse con las ganancias y pérdidas de calor. De los diseños posibles, la forma cuadrada es la menos eficiente. Se ha comprobado que el mejor edificio para evitar el consumo de energía es el de forma rectangular, con el eje mayor en dirección este – oeste. Esta superficie de alargamiento, estará relacionada con el clima. Cuanto más frío, menos alargamiento (más compacto) y con bajas pérdidas. En climas cálidos, el concepto es el inverso; alargar las viviendas y permitir a través de las ventanas un amplio barrido de la ventilación en las habitaciones. La forma alargada este - oeste permitirá una buena iluminación, para lo cual las ventanas deberán estar relacionadas con el tamaño de la habitación Para contar con un edificio "ahorrativo", el primer factor a considerar es la incidencia del sol. Para el verano, un árbol que proyecte sombra sobre un edificio, puede ser fundamental. Los árboles de hojas caducas son el ideal para esta situación, con hojas en verano, sin hojas y dejando pasar el sol en invierno. Fuente: estudio Eficiencia energética de las edificaciones. Ingeniero Volantino. INTI.
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