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Cómo sería una política óptima

BUENOS AIRES.- "El aumento del endeudamiento externo, el debilitamiento de las tendencias previas hacia la constitución de una estructura productiva de creciente complejidad y el notable traspaso de la propiedad tradicionalmente en manos de nacionales a favor de no residentes" se conjugaron con la "fuga de capitales" de la Argentina.

Así lo señalaron Jorge Gaggero, Claudio Casparrino y Emiliano Libman en un reciente documento de trabajo del Cefidar (Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina). Allí sostuvieron que "buena parte del aumento de los activos de residentes en el exterior no ha sido resultado de un fenómeno "normal" en una economía en crecimiento y vinculación virtuosa con el mercado mundial o de una globalización esperable de las actividades nacionales sino del drenaje de recursos generados localmente que, en el marco hipotético de un plan estratégico nacional y de políticas macro y regulatorias consistentes, hubieran podido utilizarse, en gran medida, a favor del fortalecimiento de los entramados económico y productivo locales".

Esos flujos de capitales fueron facilitados por "el tipo de cambio elevado" sostenido por las autoridades nacionales, incluidas las del Banco Central (BCRA), que aparte de controlar la oferta de activos externos, reforzaron "su poder de intervención al mantener una alta relación entre su stock de reservas internacionales y el valor total de los activos en pesos de los residentes". De esta forma, neutralizaron corridas contra el peso.

Los investigadores plantearon que los controles "permiten morigerar la volatilidad de los flujos e influir sobre las expectativas acerca de la cotización de los distintos activos financieros". Consideraron que una política "óptima" tendría que apuntar "a sostener el superávit por cuenta corriente y proseguir con la acumulación de reservas", que permiten "cierto manejo de la oferta de activos externos, algo que en condiciones deficitarias sería de lograrse de una índole muy precaria". Y, si bien existen instrumentos para atender objetivos internos y externos, "la incertidumbre ronda alrededor de la cotización futura del dólar y da pie a serias dudas, como consecuencia de los eventuales impactos que sufrirían las hojas de balance de quienes atesoran la moneda norteamericana, en el caso de devaluarse de modo brusco y significativo".

Acerca del control de los flujos de capitales, señalaron que uno de sus pilares fundamentales es "la reducción de la dependencia de los fondos tomados en el exterior". "Mantener el superávit comercial y un amplio colchón de reservas disuade a los operadores de apostar contra el peso agregaron los autores de "La fuga de capitales, historia, presente y perspectivas", facilitando el diseño de las políticas macroeconómicas, especialmente monetarias y fiscales". Al considerar que "la fortaleza de la moneda local es tan evidente que los especuladores han venido apostando sistemáticamente a favor de su revalorización", dedujeron que parece presentarse "una excelente oportunidad para reforzar las regulaciones que pesan sobre las tenencias de determinados activos en pesos". Argumentaron "la posibilidad de endurecer los mecanismos para reducir la 'prociclicidad' de los flujos financieros (el encaje actual del 30% apuntó en esa dirección)", pero reconociendo que "el mercado de capitales local es aún demasiado estrecho como para que su influencia sea desestabilizadora".



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