China ha superado a Alemania como tercera economía del mundo, “probablemente hace ya unos meses”, según Stephen Green, economista jefe del Standard Chartered Bank en Shanghai. “Partimos de la base de que las cifras oficiales del producto bruto interno (PBI) están por debajo de los números reales, entre el 10 y el 20%”. Con tasas de crecimiento cercanas al 10% anual desde 1999, China ya dejó atrás las economías de Italia, Gran Bretaña y Francia. Ahora sólo la superan Estados Unidos y Japón. La reciente corrección de la Agencia China de Estadística de las cifras de expansión del PBI para el 2006 –del 10,7 a- 11,1%– demostró que los números chinos suelen estar manipulados a la baja. Ya a fines del 2005, los estadísticos chinos sorprendieron al mundo al admitir que la economía nacional era, en realidad, un 16,8% más grande de lo que se pensaba hasta entonces. El boom de los servicios y del sector privado en general había sido groseramente subestimado en los cálculos. Ahora, las crecientes zonas grises de la economía que se manejan con dinero en efectivo podrían obligar a otra revisión. Un estudio chino sobre “ingresos grises” –que no pagan impuestos– concluyó que los habitantes de la ciudad ganan en promedio un 75% más de lo que declaran. Sólo con esta corrección, la economía china superaría ampliamente los 2,65 billones de dólares del 2006, entonces todavía en cuarto lugar detrás de Alemania (2006: 2,9 billones de dólares), aunque sus 1.300 millones de habitantes la dejan en el puesto 89º de la lista de ingreso per cápita. Hace cinco años que la economía crece de forma imparable, a tasas superiores al 10% anual. Se esperaba que los estadísticos presentaran en esta semana a más tardar los números del primer semestre con un crecimiento cercano al 11%, a pesar de todas las maniobras de enfriamiento lanzadas desde Pekín. Y también crece la inflación, a un 4% interanual, según las previsiones. Se suman las voces que piden “acciones decisivas” contra el sobrecalentamiento de la economía. Según Green, “Pekín no está ahora tan preocupado con el calentamiento de la economía”. La continua expansión y el aumento de la inflación bien podrían desatar una subida de las tasas de interés, pero el argumento del gobierno seguirá siendo el mismo: “La economía crece rápido pero no se recalienta”. En otra paradoja, China también tiene problemas a causa de su abultado superávit comercial, que causa tensiones con Estados Unidos y Europa. En la primera mitad del año, el saldo positivo del intercambio chino con el exterior aumentó un 83,1% al record de 112.500 millones de dólares. Los alemanes temen ahora por su corona de campeones mundiales de la exportación. China podrá reducir su superávit comercial sólo “con dificultad”, opina el economista Green. La moneda china, que según Washington está artificialmente infravaluada para estimular las exportaciones, tiene que apreciarse y volverse más flexible en su sistema de cotización, afirma. La revalorización del 7% frente al dólar desde julio del 2005 no ha tenido el efecto deseado. El aumento de la demanda interna no es la única manera de frenar las exportaciones, asegura Green. “Es difícil pedirle a la gente que gaste más”. Pero se podría obligar a las empresas a pagar costos que encarezcan la exportación. “Se las podría constreñir a pagar por costos energéticos y ambientales que ahora les salen demasiado baratos”.
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