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Asociación Japonesa del Comahue | ||
El 1 de enero de 1973 se celebró el año nuevo en la chacra de la familia Hiroki, en Cinco Saltos. Llegaron japoneses que vivían desde Zapala hasta Choele Choel. Ese día decidieron hacer una convocatoria a la colectividad y establecieron que la próxima reunión se realizaría el 1 de mayo en la chacra del señor Nakandakare (Seiku), con el fin de crear la Asociación Japonesa del Comahue. Desde que hay nipones en la región, buscaron tiempo para el encuentro. De hecho antes de 1973 se reunían en distintas chacras. Pero fue a partir de entonces que la agrupación étnica tuvo existencia real y jurídica. Los fines de la misma fueron redactados aquel otoño: "Afianzar los lazos de amistad, mantener una fluida comunicación con los socios, prestar colaboración y consejo a los nuevos inmigrantes y brindar la mejor educación a los hijos". La colectividad nipona de la región siguió frecuentándose en dos fechas fijas: el 1 de enero y el 1 de mayo. Durante esos días de celebración, los japoneses del Valle intercambian palabras, recuerdos, viejas recetas de comidas típicas; cantan las canciones de sus ancestros y comparten un gran asado con toque propio, lo sirven con arroz. A iniciativa de algunos socios, en 1991 la asociación elaboró una pequeña encuesta para dar cuenta de los miembros de su colectividad. Según la misma, había entonces 170 japoneses y nikkei (descendientes) en el Comahue, 56 de los cuales eran inmigrantes nacidos en Japón. Del grupo total, eran 79 hombres y 91 mujeres, agrupados en unas 41 familias. Dieciocho de ellos se dedicaban entonces a la fruticultura, cuatro eran viveristas, tres floricultores, un jardinero, un quintero y dos enólogos, entre los oficios más vinculados a la principal actividad económica de la región. El profesor Toshiaki Hayashi, quien presidió varios años la Asociación Japonesa del Comahue, cuenta que entre los japoneses que emigraron a la Argentina había una tendencia a enseñarse algunos oficios que parecen "típicos" de esta colectividad: como la de floricultores, viveristas y tintoreros. Esta tendencia también se registró en el Alto Valle. En 1991, había siete tintoreros nipones, seis empresarios y 63 estudiantes (en todos los niveles). En esa fecha, la colectividad japonesa se repartía casi en partes iguales en las provincias de Río Negro y Neuquén. La colectividad tuvo dos escuelas propias. La primera funcionó en Cinco Saltos. La organizó la señora Hiroki, quien era maestra en Japón. "La mayoría de los chicos de la colectividad pasaron por nuestra escuela afirma Hayashi. La escuela de Cinco Saltos dejó de funcionar cuando la familia que la cobijaba regresó al Japón, pero tiempo después, fue abierta una nueva, en Cipolletti. Allí, la señora Tandai Tokie enseña japonés aunque hoy los alumnos son mayoritariamente latinos". Con respecto a la religión de la colectividad, se registra una transformación entre las distintas generaciones. La mayoría de los inmigrantes nipones tenían religión budista y sintoísta. "Los de la primera generación, en general, conservaron el credo de sus padres. Pero la segunda y tercera ya no, son mayormente católicos". Hace unos años, la Asociación Japonesa del Comahue decidió tener personería jurídica para poder acceder a la ayuda que el gobierno del Japón brinda a los ciudadanos nipones y sus descendientes, vía la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) que ejecuta programas de cooperación técnica en base a solicitudes de los países que están en vías de desarrollo. Desde entonces, fortalecieron los lazos con su país y recibieron asesoramiento para mejorar sus actividades y ayuda para ejecutar distintos proyectos productivos. (SY) |
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