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El capitalismo nacional es clave
Empresas locales han jugado un destacable papel en la apertura de nuevos mercados.
Ahora es fundamental aportar herramientas para favorecer su crecimiento.

Un estudio reciente del IERAL revela que, entre las nuevas actividades de exportación, las más promisorias de los últimos veinte años han sido desarrolladas primordialmente por emprendedores nacionales. Entre las nuevas exportaciones se destacan rubros como biotecnología aplicada a la salud humana, arándanos, máquinas de siembra directa, confecciones de chocolate y formatos de tevé.
Las inversiones en estas actividades han sido relativamente limitadas porque el emprendedor hunde capital a riesgo en descubrir la nueva exportación y, si tiene éxito, les revela el negocio a competidores que le erosionan la rentabilidad. Además, en muchos casos se requieren bienes públicos (por ejemplo, laboratorios de calibración y ensayo acreditados) que no existen de antemano por una falla de coordinación.
No sorprende entonces que el grueso de los descubrimientos haya sido realizado por empresas relativamente grandes, con capacidad de auto-proveerse los bienes públicos necesarios y de introducir barreras a la entrada.
El rol del empresario nacional ha sido clave, al estar dispuesto a asumir riesgos elevados para descubrir costos locales o cultivar mercados externos y al tener una trayectoria más extensa en conocer y explorar las capacidades productivas locales.
Este fue el caso, por ejemplo, de la biotecnología aplicada a la salud humana. La Argentina es líder entre los países en desarrollo en materia de exportaciones de productos altamente intensivos en I+D, como la eritropoyetina, además de aplicaciones novedosas como la clonación de vacas de cuya leche se pueden extraer biofármacos. Esta actividad fue llevada a cabo por laboratorios nacionales con larga tradición en la producción de fármacos que contaban con suficientes recursos para financiar estos emprendimientos. Además, tenían un conocimiento avanzado de enfermedades regionales en países en desarrollo gracias a su experiencia previa en exportación. La escasa atención de los laboratorios de países industrializados a los mercados en desarrollo abrió un nicho que estos laboratorios explotaron con éxito.
Brasil, en cambio, está más rezagado en la expansión de este sector, a pesar del alto apoyo gubernamental y de la significativa actividad de investigación realizada por universidades y agencias públicas. Esto se debe a que los laboratorios farmacéuticos brasileños son, mayormente, filiales locales de laboratorios extranjeros, dedicados a vender en el mercado local medicamentos y biofármacos desarrollados por las casas matrices.
En estas circunstancias, la creciente transferencia de empresas nacionales a capitales extranjeros (ver gráfico) puede jugar en contra del descubrimiento de nuevas exportaciones. Sin embargo, la solución no pasa por prohibir las inversiones extranjeras sino por atacar las restricciones que limitan la capacidad de crecimiento de los nuevos exportadores nacionales. Entre éstas, se destacan el bajo desarrollo del mercado de capitales locales, la insuficiente provisión de bienes públicos específicos a las nuevas industrias, marcos regulatorios no siempre adecuados y restricciones de capital humano, que incluye la reducida orientación de la investigación pública al campo aplicado.
Las inversiones extranjeras son, además, una fuente de transferencia de tecnología y de buenas prácticas productivas y gerenciales y una potencial fuente de crecimiento para los nuevos exportadores locales a través de joint-ventures que les permitirían financiar y negociar el acceso a los mercados más exigentes, como ya se está viendo en el área de biotecnología. La modernización económica argentina dependerá, entonces, de nivelar el campo de juego para nacionales y extranjeros y de promover las adecuadas sinergias entre ambos.

 



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