BUENOS AIRES.- “La cuestión del pesimismo y el optimismo es clave a la hora de consumir”, según Fernando Suban, director regional de ACNielsen Argentina, Uruguay y Paraguay. En el 2001, durante la crisis económica, y en el 2002, cuando más se sintió el impacto, “la gente dejó de consumir por la incertidumbre”. La situación cambió y en la actualidad “tenemos un consumidor confiado, que vuelve a los productos premium y elige en qué gasta el dinero extra”. Cierta recuperación del poder de compra por los incrementos salariales se notó en mayores gastos en salidas y entretenimientos fuera del hogar, indumentaria y artefactos con mayor tecnología. En el Ministerio de Economía y Producción destacaron que la actividad económica observó, entre el 2003 y el 2006, tasas promedio anuales de crecimiento del 8,9%. El año pasado duplicó a la tasa del Producto Bruto Interno (PBI), cuando llegó al 21,7%, el valor máximo de la década del ’90. A su vez, el consumo privado mostró “un marcado dinamismo”, a consecuencia de “las mejoras en el empleo y los ingresos de los trabajadores” en el sector formal. No obstante, reconocieron que la participación del consumo agregado en el PBI fue en ese período 3 puntos porcentuales inferior a la de la década anterior. Como contrapartida documentaron “la expansión del ahorro interno, que financió los niveles crecientes de inversión local y sostuvo el superávit externo”. Como bajó la desocupación al 9,8% en el primer trimestre del 2007 y el subempleo se ubicó en el 9,3%, sin tener en cuenta los cerca de 2 millones de beneficiarios de los planes sociales, había 3,1 millones de personas con problemas de empleo, 470.000 menos que entre enero y marzo del 2006. Los informales y los no registrados mantenían remuneraciones inferiores, como muchos del sector público. “El consumo masivo crecería este año cerca del 23% , hasta 31.200 millones de dólares”, por “la confianza de gente que paulatinamente recupera sus ingresos”, previó Guillermo Oliveto, titular de la consultora CCR y presidente de la Asociación Argentina de Marketing. En el 2001 estuvo en 31.570 millones, durante la crisis se contrajo a 11.600 millones y el año pasado se ubicó en 25.200 millones. La encuesta de supermercados del INDEC –72 empresas con 1.485 bocas de expendio en el país– reveló que, hasta abril pasado (último dato disponible), la evolución interanual de las ventas a precios constantes desestacionalizados tuvo un alza del 14,6%. Desde el 2005 y hasta el 2010, las grandes cadenas abrirán 250 nuevas bocas. Sobre la base de similares comparaciones, para el INDEC los centros de compras (“shopping centers”) –31 en total, de los cuales 16 están en la ciudad de Buenos Aires y 15 en el conurbano bonaerense– escalaron un 16,4%. En la Cámara Argentina de Shopping Centers estimaron que en el próximo bienio se construirán 24 nuevos, en los que se invertirán más de 300 millones de pesos. La recuperación de los créditos al consumo se atribuyó ala competencia entre bancos, mutuales, cooperativas y cadenas comerciales. Ayudó desde el 2006 a que bajara su costo en hasta 3 puntos porcentuales, pese a que las tasas de interés continuaron siendo elevadas. Desde el 2004 se reactivó el mercado de las tarjetas de crédito. Circulan 14 millones y las mejoras de la economía y de las remuneraciones contribuyeron a que cada vez más personas privilegiaran su uso, teniendo en cuenta la financiación en cuotas sin interés, el amplio límite de compra y los beneficios y descuentos especiales. Mucho se viene hablando del nuevo record de 500.000 automotores para este 2007, de los cuales se exportarían 300.000. Se mencionó una cantidad parecida de motocicletas, y nadie olvidó que en el 2006 se vendieron 1,7 millones de televisores y 1,6 millones de computadoras para el hogar. La Secretaría de Turismo de la Nación reveló que los visitantes de distintos lugares del país gastaron el verano pasado unos 13.139 millones de pesos. En el 2006 arribaron 2,1 millones de extranjeros y en el primer trimestre de este año lo hicieron 621.786, en tanto por turismo emisivo se verificaron 1,2 millones y 365.877 personas respectivamente. Semejante movimiento se reflejó, además, en la encuesta de ocupación hotelera correspondiente al segmento “plus” (cuatro y cinco estrellas) en todas las regiones. No obstante, la Federación Hotelera Gastronómica de la República Argentina recientemente observó indicios de sobreoferta que desencadenaron una tremenda competencia y la aplicación de tarifas que no cubrían los costos de la explotación. Pese a los vaivenes, en el 2006 había 200 establecimientos en construcción. Las ventas de teléfonos celulares y su utilización aumentaron un 41,9% en abril respecto de igual mes del 2006; había entonces 34,8 millones de aparatos. La falta de productos como lácteos y determinados cortes de carne vacuna en las góndolas; las remarcaciones de precios, que podrían afectar el crecimiento y el equilibrio macroeconómico, y datos suministrados por el últimamente poco confiable INDEC contribuyeron a la inquietante reaparición del fantasma inflacionario. La suba del índice de precios al consumidor en el área metropolitana durante el primer cuatrimestre del año fue del 3%, pero la de los súper e hipermercados más que la duplicó: ascendió a 6,4%. El cuestionado Guillermo Moreno, secretario de Comercio Interior, aún intenta presionar para que no haya subas, pero su “persuasión” ya no es la misma que en el 2006. Oliveto documentó que los consumidores ahora tienen más opciones por producto que hace una década. Coexisten primeras y segundas marcas con las propias de las grandes cadenas y las regionales, aparte de que en algunos comercios venden las producciones de huertas y quintas. Aunque expresaron su preocupación por la escasez de gas y las demandas gremiales, directivos de los sectores alimentario, “retail” (minoristas), electrónica, publicidad y telecomunicaciones, entre otros, “nunca vendieron tanto como en estos momentos”, aseveró Oliveto, persuadido de que “el consumo en la Argentina podría incrementarse un 54% en dólares hasta el 2010”. La dinámica de las compras será este año muy similar a la del anterior, destacó Suban, convencido de que “hay muchas a crédito, como las de celulares, comida y ropa, que se hacen en pequeñas cuotas que se transforman en una bola de nieve y pueden terminar consumiendo un 20% del salario”. Más allá del exagerado optimismo oficial, la Argentina sufrió una de las caídas de competitividad más pronunciadas de América Latina: quedó quinta en la región y 51ª entre 55 países, en un ranking del instituto suizo IMD. No hay que olvidar la crisis BUENOS AIRES.- La Argentina soportó su crisis económica más profunda en diciembre del 2001, cuyos primeros síntomas se notaron en las postrimerías de 1998 y provocaron la pauperización de amplios sectores de la población, explicó Roberto Dvoskin, economista y docente de la Universidad de San Andrés. Recordó que en la primera mitad de la década del ’90 parte del endeudamiento externo fue absorbida por las ventas y las concesiones de empresas públicas y por la liquidez internacional, que generó fondos positivos hacia las naciones emergentes, incluida la Argentina. La segunda mitad se caracterizó por sucesivas crisis en el mundo, que determinaron un marcado descenso de las corrientes financieras también hacia las emergentes. Semejante situación provocó una considerable salida de capitales y que colapsaran aquí los fundamentos del modelo económico imperante. El default y la devaluación causaron una transferencia de ingresos entre los distintos sectores, favorable a los productores de bienes transables, fundamentalmente los agroexportadores y aquellos con mayor capacidad para modificar sus precios, en contra de aquellos básicamente asalariados, con posibilidades limitadas (o incapacidades) de incrementar sus ingresos. Asimismo, modificaron los hábitos de compra y de consumo. Paralelamente, la tasa de desempleo, convertida en un flagelo desde 1995, superó el 20% e influyó para que la pobreza comprendiera al 53% de la población y se ampliara la brecha entre ricos y pobres. En el 2002 había 2,5 millones de desocupados que, sumados a 2,8 millones de subocupados –los que trabajaban menos de 35 horas semanales–, representaron cerca del 50% de la población económicamente activa. Por otra parte, casi 10 millones de habitantes quedaron debajo del nivel de indigencia y el gobierno presidido por Eduardo Duhalde puso en marcha el “Plan Jefes y Jefas de Hogar”, inicialmente para poco menos de 2 millones de beneficiarios y que de no implementarse hubiera ocasionado 3 puntos adicionales de indigencia. Por la gravedad de la situación, en el último año señalado el índice de precios al consumidor en el área metropolitana aumentó el 41% y el de los precios mayoristas, el 75%. Esto obligó a muchas empresas a reducir sus márgenes de comercialización para preservar o al menos amortiguar la caída de las ventas. Al analizar esto y la menor concurrencia de la gente, el docente de la Universidad Di Tella observó que dieron lugar a avances de las segundas marcas y las propias, sobre todo en los rubros de almacén, bebidas y limpieza. Bocas de expendio que en la precrisis ofrecían 13.000 productos distintos, a mediados del 2002 manejaban 8.000, e hipermercados con 50.000 debieron disminuirlos a 35.000. Las propuestas que abarcaron el turismo, los automóviles 0 kilómetro, bancos, restaurantes de categoría, indumentaria cara y tecnología se orientaron al 30% de la población, que concentraba el 65% de los ingresos, en tanto los alimentos, bebidas, cosméticos y artículos de limpieza se focalizaron en la franja de menores ingresos (el 40% más pobre les destinó más del 50% de sus ingresos y el 5% más rico, el 8,8%). Indices que revelan la confianza de la gente BUENOS AIRES.- El Ministerio de Hacienda y Finanzas del Neuquén publicitó que la capital de la provincia encabezó nuevamente –en mayo pasado– el ranking de confianza del consumidor, que lidera desde hace 20 meses con un índice del 42,5%. Detrás se ubicaron el Gran Buenos Aires, con el 41,6%, y Tucumán, con el 41,4%. En el extremo opuesto estuvieron las ciudades de Rosario, Bahía Blanca y Mendoza, muy por debajo de la media nacional del 41,1%. Aclaró que dicho índice surge de un estudio periódico de la Fundación Mercado acerca de las percepciones de los individuos sobre el estado de la economía, la situación económica personal y las expectativas a mediano plazo. Según el organismo provincial, mayo tuvo índices de confianza estables respecto de los meses anteriores, aunque con cierta desaceleración del consumo por cierta predisposición a modificar la conducta del ahorro vinculada principalmente con la evolución de la inflación: casi el 60% de los consultados consideró que los precios aumentarán más que las proyecciones oficiales. Cuando la cotización del dólar quedó anclada en alrededor de 3,10 pesos desde fines del 2006 las familias, al decidir sobre el consumo mensual, dieron prioridad a la ecuación precios-ingresos. En las resoluciones para el mediano plazo demostraron una marcada estabilidad el mes pasado, ya que las compras de bienes durables prácticamente repitieron los valores de marzo y abril del 2007. Para la Fundación Mercado, la evolución nacional del consumo quedará condicionada a los cambios de precios y las eventuales mejoras de remuneraciones. En el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad Torcuato Di Tella elaboran, a su vez, un índice mensual de confianza del consumidor (ICC) con la misma metodología usada por la Universidad de Michigan para el que prepara con destino al Departamento de Comercio de los Estados Unidos y también organismos oficiales en la Comunidad Económica Europea. Aquí el relevamiento se inició en 1998 con la intención de comprobar cómo en las naciones desarrolladas, con relativa rapidez, el “humor” de los consumidores determina las decisiones de compra y, por lo tanto, la marcha de los indicadores macroeconómicos en los siguientes trimestres. La encuesta local para establecer el ICC incluye las siguientes preguntas: 1.- ¿Cómo es su situación económica personal en relación a un año atrás: mejoró, se mantiene igual o empeoró? 2.- ¿Y qué cree que ocurrirá dentro de un año: mejorará, se mantendrá igual o empeorará? 3.- ¿Cómo será la situación del país dentro de un año: mejor, igual o peor que la actual? 4.- ¿Y la del país en tres años: mejor, igual o peor que la actual? 5.- ¿Este es un buen momento para comprar, por ejemplo, electrodomésticos? Opciones: sí, no y no sabe/no contesta. 6.- ¿Y es un buen momento para realizar adquisiciones más importantes como autos o cambiar de casa? Opciones: sí, no, no sabe/no contesta. El índice correspondiente a cada una de las preguntas se basa en las proporciones de respuestas “positivas” y “negativas” sobre el total de encuestados. Si todos respondieran positivamente, resultaría un valor cien y, en el caso opuesto, cero. Una vez calculado el índice parcial, se promedian los dos de cada grupo (situación personal, macroeconómica y compra de durables e inmuebles), para luego promediar los últimos y hallar el del mes. El procedimiento se realiza en forma independiente para una muestra representativa de la Capital Federal, el interior y Gran Buenos Aires. Una vez obtenido cada uno, se calcula el promedio ponderado que da el índice a nivel nacional.
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