Sofia Loren tiene 72 años. Jane Mansfield andaría por ahí pero no llegó. Se mató en un accidente carretero en los albores de la década del ’60. La foto fue tomada en un tiempo en que la italiana no se desprendía de la timidez con que inició su peregrinaje por el cine. Tiempo en que la americana envidiaba a Marilyn Monroe, una carencia que procuraba cubrir con sonrisa fácil, caderas de desplazamientos peligrosos y pechos siempre en avanzada. Pero claro, en materia de delantera, Sofia siempre tuvo lo suyo. Sin embargo, la foto la presenta testeando las medidas de Jane. Mirada casi de reojo, como preguntándose: “¿Las tiene más grandes que yo o simplemente es más atrevida?”. Jane Mansfiel fue una pésima actriz. Ni siquiera los esfuerzos de miembros del clan Sinatra con Dean Martin a la cabeza pudieron ayudarla en alguna comedia ligera. Frívola. Aniñada. Platinada. Siempre de rojo y blanco, lo suyo fueron sus pechos montados en un cuerpo felino. Pasión por largos, latosos y estridentes convertibles para un año de uso que por aquel tiempo producía la industria automotriz norteamericana. No mucho más en Jane... ¡ah, sí... de tanto en tanto se ponía un moñito rojo en la melena! Era la transición de los ’50 a los ’60 norteamericanos. Días en que Gallup medía día a día a los estadounidenses debido a su forma espectacular de crecer y expandir poder. El águila pelada desplegando su poder en el mano a mano de la Guerra Fría frente el hosco rostro del Oso Soviético. Sofia, en tanto, belleza más italiana que latina. Facciones de costa mediterránea. Mezcla, mucha mezcla. Con algo de moro, incluso. Después de todo, los moros vagaron durante siglos sobre esas aguas y esas costas. Morocha. Pómulos altos. Marcados. Un rostro que aún impacta y que aún le sigue sumando millones de dólares por lucir lentes. Piernas, ¡qué piernas! Y sin ninguna posibilidad de pasar inadvertida en materia de lolas. No fue buena actriz. O quizá sobresalió en muy pocas de sus varias docenas de películas. ¿Lo mejor? “Un día muy particular” en un día particularmente fascista. Ahí lució de la mano de un inmenso del cine italiano: Marcello Mastroianni. En fin, chicas en una historia que se aleja.
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