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El veneno, vieja arma política, sigue vigente | ||
Se ha usado desde la antigüedad para eliminar a opositores y rivales políticos y en la Rusia cada vez más autoritaria de Putin varias muertes sospechosas confirman su actualidad. Otros casos famosos. |
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El envenenamiento ha sido una forma de eliminar a los enemigos desde los primeros tiempos de la humanidad, pero hasta hoy no ha desaparecido como arma política en el mundo y, en concreto, la historia reciente de Rusia está repleta de misteriosos casos que, a menudo, acabaron con la vida de la víctima. En un país sin informes periciales ni tribunales independientes es casi imposible poder esclarecer sustentándose en pruebas un envenenamiento detrás del cual podría haber estado el servicio secreto. Ese tipo de investigaciones choca rápidamente con obstáculos invisibles como fue el caso del incómodo periodista y diputado de la Duma (parlamento) Yuri Shchekochijin, quien murió sorpresivamente en julio del 2003. La causa oficial de la muerte fue un edema cerebral. Los correligionarios de este defensor de derechos humanos e infatigable luchador contra el crimen y la mafia están convencidos, sin embargo, de que fue envenenado con algo a lo que era alérgico. En los últimos años, estos casos con frecuencia afectaron a personas que de alguna forma se oponían al sistema. También la periodista Anna Politkovskaya, asesinada por unos desconocidos a tiros en octubre del 2006, había sido envenenada dos años antes. La reportera, una de las voces que más hacían escuchar sus críticas al régimen y que trabajaba para el diario "Novaya Gazeta" fue dejada fuera de juego durante varios días debido a unas sustancias químicas desconocidas cuando se dirigía a Beslan, donde tuvo lugar la tragedia tras el secuestro en un colegio que concluyó con más de 330 muertos en el 2004. TAMBIEN LA MAFIA
Otro caso alrededor del cual hasta hoy se siguen acumulando rumores es la repentina muerte de Roman Zepov, considerado "el padrino" del hampa de San Petersburgo. El empresario y antiguo guardaespaldas de la familia del presidente ruso, Vladimir Putin, murió en el 2004 tras una fuerte irradiación en la espina dorsal. El diagnóstico: isotopos radiactivos o sales de metales pesados. El motivo, al parecer, fue un ajuste de cuentas entre bandas del submundo criminal. También en otoño (boreal) del 2004 el entonces candidato a la presidencia de Ucrania, Viktor Yushchenko, casi pierde la vida a causa de un envenenamiento con dioxinas. El entonces líder de la oposición enfermó tras almorzar con el jefe de los servicios secretos ucranianos, Igor Smeshko. En Chechenia, el servicio secreto también es conocido por el uso de veneno, como en la muerte del líder rebelde Jattab. El terrorista de origen jordano murió en la primavera del 2002 después de recibir una carta envenenada de manos de una persona supuestamente de confianza que había sido reclutada por el FSB, el servicio secreto que sucedió al KGB. En el resto del mundo, un caso conocido es el del defensor indonesio de los derechos humanos Munir Said Thalib, quien falleció en el 2004 debido al arsénico que mezclaron con su plato de pasta durante un vuelo. Al parecer, los servicios secretos habían dado la orden de asesinarlo. Uno de los casos más espectaculares fue el del "asesino del paraguas" que acabó con la vida del disidente búlgaro Georgi Markov en 1978. Un peatón hirió al escritor con un paraguas en la pierna cuando paseaba por una calle londinense. La punta del paraguas estaba envenenada con ricina. Markov murió poco después. El entonces jefe de Estado búlgaro, Todor Shivkov, fue quien presuntamente ordenó el asesinato. El KGB admitió haber aportado "ayuda técnica". También el KGB está detrás de dos asesinatos por envenenamiento en Alemania. En 1957 el político ucraniano exiliado Lev Rebet fue asesinado en Munich con una pistola de gas tóxico. Con la misma arma fue muerto en 1959 su compatriota Stephan Bandera, también en Munich. (DPA) |
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