stimado Teodorico, tengo un almendro de cinco años que ha dado tres cosechas abundantes, pero las almendras son de cáscara dura (hay que abrirlas con martillo, ya que la cáscara tiene un espesor de 3 mm.). Pienso injertarle una rama de almendro de cáscara blanda, para luego ir eliminando el resto del follaje y que se arme follaje nuevo a partir de esa rama nueva. Pregunto cuál es la época para realizar el injerto. Quedo esperando sus noticias, despidiéndome cordialmente. Miguel Angel Hemos recibido varias consultas sobre cómo realizar injertos y, aprovechando que a partir de esta época hasta fines de julio hay menos trabajo en el jardín, vamos a ir explicando las principales técnicas que se pueden emplear para mejorar o perpetuar plantas ornamentales por medio de esta práctica. Ante todo quiero dejar en claro que desde mi punto de vista hay dos factores clave en este tema y que no pasan por lo técnico sino por lo práctico. La técnica de la injertación en sí misma es muy fácil de explicar y de entender … el tema es hacerlo. En alemán hay un antiguo dicho que dice que “la práctica hace al maestro” y nada más cierto en este caso. Pongamos por caso el injerto de “doble lengüeta” o “injerto inglés”, muy usado en los frutales de pepita. Es sumamente fácil explicar que hay que tomar un pie y una púa de más o menos el mismo diámetro y hacer un corte “chanfleado” con un tajito al medio en cada uno, para que encastren y se mantengan firmes. Otra cosa es hacer esos cortes “al chanfle”. Primero, le va a llevar horas o días lograr que salgan bien derechitos, planos e iguales en el pie y en la púa. Pero, lo más importante, le va a costar sangre lograrlo. Esto no es “un decir” sino la dura realidad … he visto muchos pulgares con tajos respetables entre los aprendices, lo que se puede minimizar teniendo la precaución de envolvérselo con una gruesa capa de cinta o tela adhesiva. Hecha la aclaración (o advertencia), comenzaremos con los métodos “no sangrientos”, como son las diversas variantes de los injertos “de yema”, que por otra parte son los utilizados para frutales de carozo y sus parientes ornamentales: cerezos, ciruelos y durazneros de flor, por ejemplo.
MATERIAL
En este tipo de injertos se trabaja exclusivamente con yemas que -en este caso- se colocan debajo de la corteza de la planta huésped o “pie” (“pie de injerto”). El requisito indispensable es que la corteza se despegue con facilidad (o sea que se realiza desde la brotación hasta el receso otoñal), y que se disponga de yemas bien desarrolladas de la variedad deseada. La técnica en sí consiste en cortar una yema vegetativa en forma de escudito de la planta elegida y colocarla en el portainjerto o “pie”, en el que se ha realizado un corte en “T” en la corteza, lo que permite abrirla como un “sobre”, empujar la yema dentro de él y atar prolijamente para evitar la entrada de aire. Este escudito/yema por lo general se corta con un trozo de madera y de pedúnculo, lo que facilita empujarlo dentro de las solapas de la corteza. En algunas especies, se toma solamente la corteza de la yema, para lo que es necesario cortar y apretarla desde ambos lados, de modo que se desprenda con facilidad … obviamente, esto sólo se puede hacer si la planta está en actividad. TRES VARIANTES Hay tres variantes. Una es la de otoño o “yema dormida”, porque se realiza desde fin del verano hasta poco antes de que la savia deje de circular y por lo tanto la yema injertada “duerme” hasta la primavera, en que se desarrollará. Las yemas deben ser de hoja (yemas vegetativas) que se obtienen de ramas vigorosas del crecimiento de ese año (llamados “chupones”). O sea que se toman al mismo tiempo de hacer el injerto. Se deben evitar las ramas cortas de crecimiento lento, porque por lo general tienen yemas florales, gorditas, que se distinguen de las vegetativas, que son delgadas y puntiagudas. Cabe aclarar que en muchas especies, como es el mencionado de los frutales de carozo como el almendro, por lo general las yemas vegetativas están acompañadas por yemas florales al medio. Se les debe cortar inmediatamente las hojas, dejando sólo el pedúnculo, que ayudará después en su colocación en el “sobre” del “pie” y man tenerlas húmedas. Lo mejor es cortar la rama entera y envolverla en tela humedecida y guardar a la sombra. Una vez colocada la yema en el “pie”, se la deja tranquila hasta la primavera y recién en esa época se corta éste inmediatamente por encima del injerto. El prendimiento se verifica a los 30 días ... si el pedúnculo de la yema injertada se desprende con facilidad, es señal de que ha “prendido” satisfactoriamente. En el injerto de primavera, se toman las yemas de varas que se han cortado en el invierno y se han guardado en heladera a 4ºC, envueltas en paño húmedo, hasta el momento en que la piel o corteza del “pie” se desprende con facilidad, ya que si no sería imposible abrir las “solapas” del sobre en forma de “T”. Las yemas obviamente estarán en reposo, pero despertarán con la savia que les llega. A las dos semanas, se corta el “pie” por encima del injerto. Por último, se puede optar por el injerto de verano, en el que tanto la yema como el pie están en plena actividad. En estos casos también se corta la yema con un trozo de pedúnculo de la hoja que la acompaña. En este caso, la rama huésped o “pie” se corta a los tres o cuatro días del injerto y a 5 a 10 centímetros por sobre el injerto, dejando alguna hoja por encima y por debajo de éste, para estimular su crecimiento y a los 20 días se corta definitivamente justo por encima de la zona injertada. EL TEMA DE LA AFINIDAD Adelantándome a seguras preguntas, les diré que se pueden injertar todo tipo de plantas. En ese sentido no hay listas fehacientes en ningún lado y todo puede ser. Las probabilidades de éxito aumentan cuanto más “parientes” son ambos materiales ... pero una lila se injerta sobre ligustro ... y éstos de parientes no tienen nada ...
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