Todo comenzó con una buena idea generada por la crisis económica que sufrió el país en 2001. La casa de iluminación Dalco, fundada hace 22 años, se dedicaba sólo a la venta de materiales eléctricos y de iluminación. Pero a raíz del escenario económico que se planteó en Argentina, el nuevo proyecto de fabricar sus propias lámparas empezó a tomar forma hasta que finalmente se convirtió en el rubro primordial del comercio. Daniel Coco, propietario del emprendimiento, cuenta cómo fabrican en su taller que está ubicado detrás del negocio las lámparas de pie, arañas, apliques y veladores que luego se comercializan en Dalco. “Tengo en la computadora 1.600 fotos bajadas de internet. He ido bajando imágenes de España e Italia fundamentalmente. Eso me sirve como base porque, aunque hay algunos diseñadores, decoradores o arquitectos que saben lo que quieren, también vienen otros clientes que sólo tienen una idea muy vaga sobre lo que necesitan”. “A partir de lo que me dicen voy intentando pescar qué es lo que quieren hasta que me doy una idea y les muestro cinco fotos y a partir las que eligen empezamos a modificar el artefacto”. Las opciones son casi infinitas. “Tienen la posibilidad de elegir la pátina, el tamaño, la cantidad de brazos en el caso de que sea una araña, con qué material hacemos la base, el color de la pantalla y el material de la pantalla”, explica este emprendedor. En cuestión de pantallas, Daniel y su familia las realizan con telas industriales, con cuero de potro y con “papeles que elaboramos nosotros y a los que podemos agregarles el logo de cualquier empresa”. Esta última opción es muy pedida sobre todo por comercios ya que permite que se coloque el logo en la pantalla. Así nace el nuevo artefacto. “Es un artefacto único porque lo eligió el cliente. Por eso no tengo nada estándar. Los únicos que repito son unos que llamo Gerónimos y que son figuras humanas que gustan mucho”. El emprendimiento comenzó siendo netamente familiar pero sus dimensiones crecieron y se necesitó más mano de obra. “Mi esposa hace pantallas especiales y ahora hice un convenio con la escuela San José Obrero donde los chicos vienen a hacer cuatro meses de pasantía renovable. Si pasados ese tiempo el chico anda bien, lo incorporo definitivamente. En este momento trabajan conmigo un chico en metalúrgica y una chica que empezó en pantallas pero que también sabe de metalúrgica. Esto fue una solución porque hasta ahora mi problema era conseguir mano de obra capacitada”. Así nació y continúa en crecimiento este novedoso emprendimiento regional.
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