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La llegada a un escenario imponente

Antes de que el hombre apareciera en esta región patagónica, ya el medio ambiente conformaba un paisaje imponente. Las abundantes precipitaciones y las grandes cuencas permitieron el desarrollo de una exuberante vegetación en los faldeos de las montañas, donde reinaban el ciprés y el gigantesco coihue. Gran variedad de vegetación arbustiva y pastos naturales albergaban una importante fauna y las transparentes aguas de los ríos y los lagos eran habitadas por la perca y el huillín. El guanaco, el ñandú y el huemul constituían parte de esta riqueza.

De este a oeste el paisaje se transformaba, pasando de la estepa al bosque y de éste a la selva. En este escenario apareció el hombre hace muchos miles de años; después de las glaciaciones irrumpieron en la zona del Nahuel Huapi los tehuelches, los puelches y los pehuenches, que estuvieron hasta la segunda mitad del siglo XVII, momento en que sus culturas fueron absorbidas y cambiadas por la aparición de una raza más fuerte y evolucionada como fue la del pueblo araucano, proveniente del antiguo territorio chileno. Estos comenzaron su penetración a través de los Andes hacia el este y marcaron con su cultura a los pueblos que habitaban la Patagonia.

Ellos fueron los primeros en descubrir y utilizar "pasos" en la cordillera de los Andes para adentrarse en el territorio argentino, itinerarios que después en el tiempo utilizaron los españoles que habitaron el sur chileno para incursionar en territorios patagónicos a partir de 1550.

El capitán español Juan Fernández, en su afán de búsqueda de la "Ciudad de los Césares", utilizó el "paso" por la actual población fronteriza de Peulla y llegó por primera vez al brazo Blest del lago Nahuel Huapi. Otros siguieron su ruta en el afán conquistador, penetrando poco a poco en el territorio de los lagos.

A partir del 1653, los curas jesuitas también intentaron la obra evangelizadora recorriendo estas regiones y utilizando los "pasos" cordilleranos. Posteriormente, enviados desde Chile, algunos científicos viajaron para reconocer y estudiar las características de la zona. Eran éstos los dominios del cacique Saihueque; el "País de las manzanas" conformaba su territorio.

A partir de 1872, las autoridades argentinas comenzaron a organizar exploraciones y reconocimientos de los lugares ocupados por los nativos con la idea de emprender futuras campañas conquistadoras. También llegó en esos años al lago Nahuel Huapi el geógrafo-naturalista Francisco Pascacio Moreno, el primer hombre blanco en venir del Atlántico para dedicarse al estudio y la investigación, atraído por la espectacular naturaleza.

La década del '80 marcó el avance del Ejército Argentino sobre la región. La total ocupación de los territorios dominados por los aborígenes fue una de las misiones y la otra, reconocer los ríos y los lagos que conformaban la geografía del lugar. A partir de estas acciones en el transcurso del año 1892 comenzaron a llegar los primeros pobladores blancos, que se radicaron en las costas del lago Nahuel Huapi. Venían desde el Pacífico algunos y otros, del Atlántico; en esta primera corriente de inmigrantes hubo alemanes y norteamericanos.

Carlos Wiederholdt, un alemán, fue el iniciador de la actividad comercial en la zona. Para iniciarla, construyó su primera casa-comercio, donde se formó el pueblo de San Carlos de Bariloche. Comenzó allí un fluido enlace entre Puerto Montt y el inmigrante alemán, que exportaba lana, cueros, papas, queso, manteca y otros productos.

En 1897 había unos 14 pobladores diseminados alrededor del lago Nahuel Huapi, siendo sus actividades principales la agricultura y la ganadería. La bodega de Lanas se asentaba en lo que tiempo después fue la ciudad de Bariloche y, junto a ella, se encontraban unas cinco casas construidas con madera de ciprés y coihues rodeadas por unos pocos ranchos diseminados entre maitenes y cipreses. A partir de ese año comenzaron a funcionar aserraderos, herrerías y tambos, se construyeron embarcaciones artesanales cuyo fin era el transporte de mercaderías y llegaron más pobladores, esta vez desde Viedma y Carmen de Patagones.

En 1901 se afincó definitivamente una corriente de inmigrantes suizos. Así se fue conformando una población heterogénea en cuanto a nacionalidades pero con el mismo espíritu de trabajo y sacrificio, siendo verdaderos pioneros en este territorio tan distante de los grandes centros poblados. El trabajo fue el motor que impulsó a estos colonos y la mano de obra especializada era de gran valor. Llegó así el año 1902, cuando ya contaba con un incipiente caserío con arbolado natural, casas de tablas de madera con techos de tejuelas de alerces con fuertes pendientes que dieron una característica muy peculiar a las construcciones.

 

Fuente: www.interpatagonia.com/bariloche/historia.html

 



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