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Chile lidera el mercado de uva de mesa | ||
El vecino país exportó este año cerca de 140 millones de cajas. Concentra el 60% de la oferta externa del hemisferio sur. | ||
Chile continúa, cada vez más lejos de sus seguidores, liderando las exportaciones mundiales de uva de mesa. Las últimas proyecciones confirman que los embarques trasandinos de este producto hacia el exterior alcanzarían las 850.000 toneladas, cifra un 5% superior a los envíos de la temporada 2005/ 2006. Las de uva de mesa representan un tercio del total de las ventas externas de frutas frescas del país, que superarán este año los 10.000 millones de dólares. Según fuentes del sector privado, al inicio de la temporada 2006/2007, el volumen total de uvas que se preveía exportar se estimó en 870.000 toneladas, lo que suponía un incremento de un 7% gracias a la fuerza que presentaban los mercados y las condiciones climáticas favorables. Sin embargo, correcciones posteriores determinaron una caída en estos números que circunscribió los envíos en torno de las 850.000 toneladas, lo que igualmente representa todo un record para el vecino país. Cualquier comparación que se quiera hacer entre Chile y sus competidores resulta poco significativa al hablar de liderazgos en producción y exportación de uva de mesa. Ese país concentra cerca de dos tercios de las ventas externas del hemisferio sur. Sudáfrica, el segundo exportador, maneja un 21% del mercado. Para tener una idea de los valores relativos mencionados, la Argentina tiene una participación de sólo un 4% en las exportaciones totales del hemisferio sur. A nivel mundial, cuatro son los países que lideran la oferta exportable de uva de mesa: Chile, Italia, Estados Unidos y Sudáfrica. La relación existente entre la evolución del comercio mundial y los precios para este tipo de oferta muestra claramente que desde fines del '60 hasta principios de los '90 existía una correlación positiva entre mayores volúmenes exportados y precios conseguidos en destino. Este escenario, muy positivo por cierto, comenzó a estabilizarse en el segmento de los precios pero sostuvo su tendencia creciente en la oferta del producto con la incorporación de nuevos países productores al sistema. Un tema que resulta paradigmático para el estudio del comercio frutícola es la evolución que ha tenido la oferta exportable de uva de mesa chilena a través del tiempo. Hacia principios de la década del '80 el país trasandino comenzó a exportar muestras de uva de mesa hacia Estados Unidos. Dos décadas después pasó a comercializar más de 140 millones de cajas de distintas variedades en 50 mercados del mundo. Con un esquema casi único en el mundo pudo sostener las cotizaciones de un producto con una oferta creciente en el mercado. Pasar de cero a 140 millones de cajas de uva sin una estrategia clara para el posicionamiento en el exterior no es una cosa sencilla. Si bien hoy existen algunos focos críticos en el sistema de producción y comercialización trasandino (sobreoferta en determinadas variedades, alto endeudamiento en segmentos definidos, etc.), está más que confirmado que el esquema llevado a cabo ha sido altamente exitoso. En la Argentina, por dar un ejemplo cualquiera, un crecimiento de la oferta en la cosecha de pera local superior al 10% genera estragos en el mercado por la falta de estrategias en el sector para poder colocar mayores volúmenes que los acordados.
CAMBIOS
Como parte de una proyección global, los sectores público y privado están elaborando un programa para poner en marcha a partir del 2010 en el que se contempla: " Un reposicionamiento de la canasta de fruta en el exterior, con mayores destinos para la oferta exportable y base en la uva de mesa, la manzana y el kiwi. " Una serie de cambios progresivos en las variedades de uva a ofertar, concentrando el trabajo sobre la uva blanca sin semilla por fuera de la estacionalidad del mercado. " Modificaciones en la logística y la distribución que permitan aceitar los mecanismos de salida del producto de la chacra hasta la llegada a la góndola. " El mejoramiento de la competitividad exportadora a través de cambios internos (logística, distribución y costos) y externos (infraestructura, tipo de cambio, régimen impositivo, etc.) que permitan optimizar la ecuación de ingresos y egresos que hoy presenta la actividad. Todos éstos, puntos que también deberían ser analizados en la fruticultura argentina. (J. L.) |
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