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Machinea se graduó en el Mundial | ||
El cipoleño ganó su grupo y la general en tracción simple. |
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VILLA CARLOS PAZ (Raúl Bernal, enviado especial) - Ganar una prueba del Mundial no es cosa de todos los días. Y más aún si se trata de un piloto que no tiene al automovilismo como su profesión. Manuel Machinea es de los que le gustan hacer las cosas bien y su cuarta incursión en el Rally de Argentina la encaró con todo, por lo que su victoria adquiere una notable dimensión ya que la consiguió con un auto que se armó íntegramente en el búnker de Oscar Millán en Cutral Co. El cipoleño sabía de antemano que contaba con un gran auto, pero también tenía muy claro que los caminos de las serranías cordobesas por donde transitaba la prueba son terribles para la tracción simple. Planificó la prueba apostando a un ritmo y no se apartó nunca. Una prueba concreta de su actuación, donde también jugó un papel preponderante su navegante, Enrique Marongiú, está en los números. De los 15 tramos especiales que se disputaron, ganó la general de la tracción simple en 12, en la mayoría inclusive superando a unos cuantos autos del N-4. Buena parte del triunfo lo edificó el sábado, cuando completó todo el recorrido y sus dos rivales directos en el N-3, como Alejandro Pracht y Raúl López tuvieron que abandonar, si bien pudieron seguir porque se beneficiaron con el sistema de súper rally. Con una gran diferencia, pero con los tramos de la tercera etapa que metían miedo, Machinea encaró el desafío consciente que si no cometía excesos su "todoterreno" no le iba a fallar. Y encima se dio un gusto extra: en los últimos años, fue el único que ganó en el N-3 la prueba sin parar en un solo especial, algo que muchos hicieron, por caso sus rivales de esta edición, lo que resalta más su tarea, porque tranquilamente podía haber especulado. No fue una simple etapa. Transitar dos veces Mina Clavero-Giulio Césare y El Cóndor-Copina obligaron a Machinea a tratar de andar a buen ritmo, lo que quedó demostrado en los tiempos, por los miles de aficionados que estaban al costado de los caminos, pero también intentando llevar el auto por arriba de las huellas. Con una brecha tan grande a favor, la etapa se hizo interminable para Machinea y su navegante, los que no podían ocultar su alegría cuando llegaron a la única asistencia con el auto entero, casi como si no hubiera tenido que hacer casi más de 500 kilómetros entre los tramos de velocidad y los enlaces, más tortuosos que los especiales por la cantidad de aficionados. La misión estaba cumplida. Sólo faltaba la última exigencia, el súper especial en el estadio Córdoba. Fue un regalo extra, porque lo pudieron disfrutar y se llevaron una ovación. Un gran momento para Machinea, porque no todos los días se gana en un Mundial. Y menos en la capital del rally como es Córdoba. Es un privilegio para pocos, a los que se sumó este cipoleño que siempre asegura que "es mejor hotelero que piloto", pero que se despachó con un trabajo inolvidable. |
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