WASHINGTON (AFP).- Las acusaciones de nepotismo contra Paul Wolfowitz y la decisión de Venezuela de retirarse del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) ilustran la crisis de credibilidad que afecta a ambas instituciones. “Es mejor salirnos antes que nos vayan a espalillar” (robar). ¿Por qué? Porque (esas instituciones) están en crisis. He leído en la prensa que el FMI no podía pagar los salarios”, dijo el lunes el presidente venezolano, Hugo Chávez. El BM y el FMI no reaccionaron en lo inmediato a la decisión del presidente venezolano. Creados tras la Segunda Guerra Mundial para garantizar la estabilidad financiera internacional y luchar contra la pobreza, el FMI y el BM son percibidos por sus detractores como las herramientas de Estados Unidos para generalizar los preceptos de la economía de mercado. Las relaciones entre el Fondo y Chávez son particularmente frías desde que la institución internacional se apresurara, en abril del 2002, a dar su apoyo al efímero gobierno salido de un golpe de Estado fallido contra el presidente venezolano. “Algunas horas después del golpe de Estado, el Fondo publicó un comunicado diciendo que apoyaría al nuevo gobierno. Fue algo jamás visto, habitualmente el Fondo no reacciona tan rápido ni siquiera con gobiernos democráticamente electos”, destaca Mark Weisbrot, codirector del Center for Economic and Policy Research. El FMI precisó sin embargo el martes que en esa ocasión no había publicado un comunicado. Fue su portavoz quien afirmó en respuesta a una pregunta formulada en una conferencia de prensa que el Fondo estaba dispuesto a dar su apoyo a las nuevas autoridades venezolanas si éstas lo solicitaban. Otros dirigentes de países sudamericanos, como el ecuatoriano Rafael Correa y el argentino Néstor Kirchner, tampoco ocultan su hostilidad hacia ambas instituciones multilaterales. Al representante del BM en Ecuador se le acaba de pedir que haga sus maletas. Para el FMI, el enfriamiento de sus relaciones con los países latinoamericanos tiene serias consecuencias financieras. Acaba de anunciar un agujero de 165 millones de dólares en sus cuentas para el ejercicio 2007, concluido el 30 de abril. Se trata de una notable ironía para una institución que predica la ortodoxia presupuestaria. Y la situación no mejorará, puesto que el desequilibrio alcanzaría los 400 millones de dólares en el ejercicio 2010. El Fondo está lejos, sin embargo, de hallarse en quiebra, contrariamente a lo que afirma Hugo Chávez, ya que dispone de 9.000 millones de dólares en reservas. Pero si hoy gasta más dinero del que ingresa es porque varios países le pagaron anticipadamente lo que le debían. El Fondo se financia esencialmente con intereses de los préstamos que conceden y el impacto de los pagos anticipados de países como Brasil, Argentina y Uruguay es significativo. “El portafolio de préstamos del FMI cayó de 96.000 millones de dólares en el 2004, a 20.000 millones en la actualidad, de los cuales la mitad corresponde a Turquía. Es sólo una cuestión de tiempo para que el resto desaparezca”, destaca Mark Weisbrot. En el Banco Mundial, su desprestigiado presidente, Paul Wolfowitz, podría verse obligado a renunciar, dado que decidió aumentarle el salario a su compañera, también funcionaria de la institución. Varios Estados miembros y cuadros dirigentes del Banco reclaman su partida. Más grave aún, la campaña de lucha contra la corrupción en los países en desarrollo que lanzó Wolfowitz cuando llegó a la presidencia en junio del 2005 es hoy objeto de comentarios sarcásticos. Para ambas instituciones, el resultado es una pérdida de autoridad, como señala Devesh Kapur, profesor de la Universidad de Pennsylvania (este) y autor de una historia del FMI. “Una parte de la autoridad es la que viene con el dinero y su discurso dice: ‘Si quieren el dinero, deben escucharme’”, destaca. “Pero ese monopolio no existe más, tanto para el Banco como para el Fondo. Basta con ver a Zimbabwe, donde ahora están los chinos. Incluso en los peores casos, el BM y el Fondo no tienen más el monopolio” de la ayuda internacional, estima Devesh Kapur.
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