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Latinoamérica deberá invertir para adaptarse
El calentamiento global tendrá fuerte impacto en las economías regionales, que deberán cambiar cultivos e infraestructura a las nuevas condiciones. Un tema que recién comienza a discutirse.

El cambio climático obligará a millonarias inversiones de adaptación productiva e infraestructura en América Latina, región donde los países más pobres destinarán un 2% de su Producto Bruto Interno a financiar los costos derivados de mayores desastres naturales.
Las zonas más afectadas serán Centroamérica, los territorios ecuatoriales y los macizos andinos, además del Caribe. En este último, las variaciones y desastres climáticos ya son una de las tres principales causas de la volatilidad cíclica en su crecimiento económico.
La información fue entregada a dpa por José Gómez, experto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), entidad que prepara un mapa con los efectos productivos y fiscales que originarán los trastornos de las temperaturas y las precipitaciones.
De acuerdo a antecedentes previos, en Nicaragua, Guatemala, El Salvador y Honduras los gobiernos gastarán como piso unos 1.000 millones de dólares anuales en el futuro inmediato, para encarar las destrucciones y pérdidas que ocasionen las lluvias y huracanes más intensos. En dichos países, el ingreso per cápita oscila entre 800 y 2.100 dólares. Además, entre un 50 y un 75% de la población vive en la pobreza, según cifras oficiales de sus gobiernos.
En Bolivia, Ecuador y la Amazonía de Brasil, el aumento de las lluvias y el calor derivará en una mayor presencia de plagas, hongos y bacterias que mermarán la competitividad agrícola, según los datos existentes en el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC). No obstante, algunos productos como la soja incrementarán su producción, debido a que un mayor calor los beneficia, atenúa Gómez.
 Por lo mismo, agrega que es indispensable que los gobiernos delineen políticas de mediano y largo plazo para adaptar sus sistemas productivos a las nuevas condiciones climáticas.
Precisa que ello requiere de programas de ordenamiento territorial, estrategias eficientes de uso de los suelos y contención de la contaminación por acción del hombre, en especial después de 2012, cuando expire la vigencia del Protocolo de Kyoto. Como ejemplo expone que los páramos andinos de Perú, Bolivia y Ecuador tendrán que enfrentar una mayor carga hídrica. Por ello, será necesario regular la intensidad con la que son usados para actividades que pueden erosionarlos, como el pastoreo o la plantación de pastizales.
Pero no sólo la agricultura preocupa, pese a que ésta produce unos 150.000 millones de dólares anuales en América Latina. También inquieta el efecto que los cambios climáticos tendrán sobre la generación de energía y las necesidades de infraestructura.
Por ejemplo, en economías con elevada generación hidroeléctrica, como la chilena, los costos de generación crecerán, sostiene Gómez. El origen de ese problema estará en que las mayores precipitaciones enturbiarán las aguas y arrastrarán rocas y sedimentos, complicando su uso en electricidad. El desborde de ríos afectará además las rutas fluviales e incluso la geografía. “Después de las lluvias que este año azotaron Bolivia, un puente quedó fuera del curso de las aguas”, ejemplifica Gómez.
Por lo mismo, será necesario trabajar nuevos planes para construir tanto obras de riego como de contención, para mejorar el uso de los cursos de agua. “Por todo esto es que es importante para CEPAL y los gobiernos tener un mapa con los efectos económicos y sociales de este fenómeno”, explica Gómez, quien cree que hasta ahora el tema no entra en la agenda institucional de los países. En síntesis, el cambio climático sorprende a los gobiernos latinoamericanos con la certeza de su advenimiento, pero sin respuestas institucionales o el conocimiento mínimo para definir las vías de acción de un problema que estará en la agenda pública al menos cien años.

 Lagos: “Un problema de costos”

 El principal problema político en la emisión de gases que producen el efecto invernadero es el costo de su reducción, afirmó el ex presidente Ricardo Lagos. “El problema político más de fondo que en este momento existe en este tema es la reticencia que unos y otros hacen de cuál es el costo que significa disminuir la emisión de gases, desde el punto de vista del crecimiento de la economía de los países”, dijo Lagos.
El ex mandatario fue designado por el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, como integrante de una comisión de tres personalidades que estudiará y abordará con los gobiernos el problema del cambio climático. Lagos dijo que el trabajo de la comisión, que integrará junto a la ex primera ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland, y el ex canciller surcoreano Han Seung-soo, se extenderá hasta fines de año y tendrá tres etapas. La primera será exponer el problema del calentamiento global a la cumbre de los países desarrollados más Rusia, el G-8, que se reunirá en junio en Berlín. La segunda etapa será preparar un informe para la asamblea general de Naciones Unidas en setiembre, que se reunirá exclusivamente para tratar el tema. Por último, en diciembre, los tres comisionados expondrán en Bali, Indonesia, durante la reunión de evaluación del Protocolo de Kyoto que restringió la emisión de gases. (AP)

 



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