“Este hombre es más feliz que usted, seguro”, escribió día atrás el diario español El Mundo. “Es mucho más”. Ocurre que Matthieu Ricard obtuvo una nota inalcanzable en un estudio sobre el cerebro realizado por la Universidad de Wisconsin (EE.UU.). Los especialistas en neurociencia afectiva lo nombraron ‘el hombre más feliz de la Tierra’. A sus 61 años, quien hoy es asesor personal del Dalai Lama tiene una vida digna de un guión de cine. Biólogo molecular, hijo de un filósofo ateo, dejó su carrera por abrazar al budismo. Científicos de la Universidad llevan años estudiando el cerebro del asesor del Dalai Lama dentro de un proyecto en el que la cabeza de Ricard ha sido sometida a constantes resonancias magnéticas nucleares. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes. Los resultados fueron comparados con los obtenidos en cientos de voluntarios cuya felicidad fue clasificada en niveles que iban del 0.3 (muy infeliz) a -0.3 (muy feliz). Ricard logró -0.45, desbordando los límites previstos en el estudio, superando todos los registros anteriores y ganándose un título que él mismo no termina de aceptar. ¿Está también la modestia ligada a la felicidad? El monje prefiere limitarse a resaltar que efectivamente la cantidad de ‘emociones positivas’ que produce su cerebro está ‘muy lejos de los parámetros normales’. El problema de aceptar que Ricard es el hombre más contento del mundo es que nos deja a la mayoría en el lado equivocado de la vida. Si un monje que pasa la mayor parte de su tiempo en la contemplación y carece de bienes materiales es capaz de alcanzar la dicha absoluta, ¿no nos estaremos equivocando quienes seguimos centrando nuestros esfuerzos en un trabajo mejor, un coche más grande o una pareja más estupenda? El ‘hombre más feliz del mundo’ no sugiere que todo el mundo haga lo mismo que él para encontrar la dicha. Sólo que aprendamos que las cosas materiales o esa pareja atractiva no nos conducirán a ella. Y sugiere: • Vejez: Cuando la agudeza mental y la acción disminuyen, es tiempo de experimentar y manifestar cariño, afecto, amor y comprensión. • Muerte: Forma parte de la vida, rebelarse es ir contra la naturaleza de la existencia. Sólo hay un camino: aceptarla. •Soledad :existe una manera de no sentirse abandonado: percibir a todos los hombres como parte de nuestra familia. • Alegría: Está dentro de cada uno de nosotros. Sólo hay que encontrarla y transmitirla. • Identidad: No es la imagen que tenemos de nosotros mismos, ni la que proyectamos. Es nuestra naturaleza más profunda, esa que nos hace ser buenos con quienes nos rodean. • Conflictos de pareja: minimizarlos. Es muy difícil pelearse con alguien que no busca la confrontación.
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