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El \"rancho\" de don Zatti

Pasa inadvertido. Se trata de un pequeño rancho hoy remozado que aún se sitúa en Mitre 430 de Viedma, en pleno centro de la ciudad. Muy pocos saben que allí vivió don Artémides Zatti, más conocido como "don Zatti".

El hallazgo tiene nombre y apellido: la familia Agüero, actual propietaria de un pequeño complejo de casas antiguas a la misma altura de esa arteria.

Cuenta Fernando, uno de los hijos de los Agüero, que de acuerdo con los testimonios de sus antepasados, el denominado "enfermero santo de la Patagonia" vivió allí durante tres años a fines de la década del '40, luego de deambular por diversas moradas pertenecientes a la obra salesiana de Don Bosco, institución que desembarcó con su fuerte impronta en el siglo pasado en esta ciudad.

La misma cuadra sigue impregnada con el recuerdo de don Zatti, como todos lo llamaban, pues frente a Mitre 430 funciona un centenario club. Es el Círculo Católico de Obreros, donde el hombre era un apasionado por las bochas. Sus asociados aún siguen cultivando este deporte tradicional como la principal actividad.

El edificio de ese club se muestra a la comunidad con un gigante mural que perpetúa la memoria del enfermero. Es considerado socio ilustre y su participación sirvió, de acuerdo con el testimonio de los parroquianos, para dirimir en forma pacífica los pleitos que generaba una pulseada en las "arrimadas" entre lisas y rayadas.

Cada 15 de marzo, las comunidades de Viedma y Patagones recuerdan la fecha de su paso, tras fallecer en 1951. También cuenta con un monumento, situado a una cuadra, en la esquina del hospital local que lleva su nombre.

Dejó un legado a la comunidad, en el museo de Viedma, ubicado en la manzana histórica salesiana, sobre el ala que da a la calle Rivadavia. Fue creado sobre la base de la antigua capilla, pasillos y despachos donde funcionó la sede del Obispado de la Patagonia a fines del siglo XIX y comienzos del XIX.

El sitio guarda algunas pertenencias, como un "palanganero" del entonces hospital salesiano San José que usaba el enfermero, un valijín para llevar jeringas que había heredado del sacerdote que practicaba la medicina Evasio Garrone, una tijera para operaciones y la mesa de utensilios que se utilizaba en la sala de operaciones del viejo hospital donde Zatti oficiaba de anestesista.

El recordado enfermero, que se trasladaba en bicicleta por las calles de Viedma bajo calor, lluvia o frío, sigue siendo una figura emblemática y un ejemplo de solidaridad para esta comunidad.

Mucha gente asegura que, invocando su nombre, superó enfermedades. Incluso amigos y conocidos de la Línea Sur solían recomendarle pacientes que derivaban a Viedma para que éste los atendiera. Por estos testimonios, el papa Juan Pablo II lo beatificó el 14 de abril de 2002.

Entre marzo y abril de 1980, el entonces joven seminarista Carlos Bosio se debatía entre la vida y la muerte a raíz de un cuadro de septicemia. Se sanó en forma inexplicable para la medicina después de que sus maestros y condiscípulos del Seminario de Villa Devoto realizaran un Novenario de Oración a don Zatti. El principal testigo de este milagroso hecho fue el sacerdote Emilio Barasich, quien fue párroco del templo religioso de Carmen de Patagones. Como formador del seminarista moribundo, lo acompañó personalmente en aquellos momentos de peligro para su vida.



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