Un defensor del potencial de “la ciudad como catalizador del cambio social”, el arquitecto inglés Richard Rogers, ganó el Premio Pritzker 2007, considerado el 'Nobel de la arquitectura' y dotado con 116.577 euros. La ceremonia de entrega se celebrará el 4 de junio próximo en el Salón de Banquetes diseñado por Iñigo Jones, única estancia que queda del palacio de Whitehall en Londres. El reconocido arquitecto comenzó construyéndole una casa a su padre, un médico de origen italiano, hermano de un arquitecto milanés de cierto prestigio a mediados del siglo pasado: Ernesto Rogers. La vivienda está en Wimbledon, al sur del Londres, y la diseñó junto con su primera mujer Su en 1968. Así Richard Rogers iniciaba una carrera de logros y firmaba uno de los edificios precursores de lo que después se denominó la “high tech”, el estilo que revolucionaría la arquitectura británica en los años setenta y ochenta, y que le dio bastante reconocimiento. Aunque lo que realmente le dio prestigio internacional fue una obra construida tres años después, en 1971, en el corazón de París: el Centro Pompidou. Un edificio que rompió los esquemas tradicionales para obras de este carácter. Este primer icono lo diseñó con su amigo, el también premio Pritzker Renzo Piano. Rogers y Piano explicaron en más de una oportunidad que “tenían 30 años, espíritu contestatario, ambiciones hippies y... no pensaron nunca con ganar. Pero ganaron”. Y el Pompidou cambió el destino de una plaza e inauguró para la arquitectura la otra opción posmoderna, que en lugar de apostar por edificios con una particular visión de la historia lo hacía por la tecnología. Pero tal vez fuera la radio lo que más cambió su vida. En 1995 dio una serie de charlas sobre arquitectura en la BBC Lord Rogers of Riverside, que es la zona londinense donde construyó su colorista oficina y el River Café -que regenta Ruth, su segunda y actual mujer-, es un personaje famoso, y hasta popular en Inglaterra. Tras aparecer en televisión y tener un programa de radio, las charlas quedaron recogidas en un libro (Ciudades para un mundo pequeño, publicado en castellano por Gustavo Gili) y él se convirtió en asesor de Tony Blair para temas de urbanismo. Quería cambiar Londres: abrirlo a la gente, cerrarlo a los coches. Pensaba, sigue convencido, que el futuro tenía que ser sostenible y socialista. Su apuesta cuajó el rejuvenecimiento de la capital británica. En la actualidad, además de asesorar al alcalde de Londres, da consejo y asesoramientos al Ayuntamiento de Barcelona, con todo lo que ello significa. No obstante su actividad “mediática” su actividad profesional es plena: el Parlamento de Gales en Cardiff (2006) y la Corte de Justicia de Amberes (2005), rascacielos en Londres y en Manhattan, la Terminal 5 en Heathrow y la T-4 en Barajas, están dentro de sus encargos más recientes. A través de una carrera de más de 40 años, "Richard Rogers ha alcanzado las más altas metas para la arquitectura", en opinión de Thomas Pritzker, presidente de la Fundación Hyatt que instituyó el premio en 1979.
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