Las islas “se estaban desvaneciendo de forma pronunciada. La guerra las puso otra vez en el mapa y permitió construir después unas Falklands modernas”. El que habla es Chris Simpkins, jefe del Ejecutivo de las islas, máximo responsable de la administración de Malvinas. Y su visión sintetiza el pensamiento generalizado de los kelpers: que el conflicto de 1982 fue la bisagra en la historia del lugar, porque les permitió dejar de ser un olvidado archipiélago en el sur del Atlántico para transformarse en una sociedad próspera y avanzada. Una cifra alcanza como ilustración. A principios de la década del ’80, antes de la guerra, el producto bruto de la isla alcanzaba los 5 millones de libras esterlinas, equivalentes a unos 9 millones de dólares. Los últimos datos del 2006 indican que el PBI de Malvinas asciende a 75 millones de libras, algo más de 130 millones de dólares. El ingreso anual per cápita es de 30.700 libras por personas, lo que representa unos 54.000 dólares, un promedio más alto que el de los habitantes de la propia Inglaterra. “Siempre sostuve que acá deberíamos hacerle un monumento a Galtieri”, dice como si fuera una broma Richard Cockwell, uno de los miembros del Consejo Legislativo de la isla. Los malvinenses se preparan para recordar el 25 aniversario de la guerra con una serie de homenajes que está planificando una comisión especial encabezada por Claudette Anderson, una activa militante de la defensa de la isla. La guerra con Argentina sólo emerge en el presente a través de los carteles y alambrados que rodean Puerto Argentino para advertir sobre los campos minados. También hay en el centro de la ciudad un “Monumento de la Liberación” que recuerda a las víctimas británicas y algunos tours para visitar los campos de batalla en Tumbledown o en Goose Green. En general los kelpers no se detienen demasiado para repasar el conflicto, al que consideran lejano y totalmente superado. “Las islas tienen por delante demasiados desafíos como para quedarse en el tiempo. La guerra terminó y nosotros, como miembros del gobierno de las islas, debemos esforzarnos para avanzar en el tema central, que es la sustentación económica”, dijo Simpkins a DyN. La pesca ha sido el motor de la recuperación económica de Malvinas, ante el evidente fracaso de la exploración petrolera realizada a partir de 1998. Cuando el gobierno isleño introdujo una nueva legislación pesquera en 1986 , el sector pasó de aportar 6 millones de libras (10 millones de dólares) a los 29 millones de libras (más de 50 millones de dólares). La alerta que despertó a partir de 2004 la merma en el stock de calamar fue suplantada en el presupuesto de Malvinas por el creciente negocio del turismo que aportan los cruceros de lujo (ver pág. 7). “Tenemos una economía creciente, pero que sufre de vulnerabilidades porque depende mucho de las importaciones y de la mano de obra externa. Por eso nuestro desafío es mantener la autosustentabilidad de las islas que hemos logrado a partir de la guerra”, remató Simpkins. Más argentinos en el archipiélago El censo realizado en la Islas Malvinas en octubre del año pasado arrojó un dato sorprendente y es que el número de argentinos provenientes del continente, que reside en el archipiélago, se ha incrementado notablemente desde la última medición realizada en el 2001. Según datos del censo que todavía no fue difundido del gobierno de las islas, el número de habitantes nacidos en el continente –para los kelpers “en la Argentina”– aumentó de 3 a 28 entre el 2001 y el 2006. De acuerdo con fuentes de la administración kelper, “el incremento puede estar generado por las dificultades surgidas por la crisis económica del 2001-2002”. “No hay ningún problema en que los argentinos vengan a vivir a las islas. Las oportunidades y las condiciones son las mismas que para todos ciudadanos no británicos”, explicó el jefe del Ejecutivo de Malvinas, Chris Simpkins. Sin embargo, cuando se lo consultó sobre qué pasaría en el hipotético caso de que ese número continuara avanzando, respondió con franqueza: “Estoy seguro de que habría preocupación y de que se establecería alguna restricción”. La mayoría de los argentinos residentes en las islas están casados con kelpers o ya tienen familiares trabajando en el lugar. Por ejemplo, Carlos Rodríguez es un correntino que desde los tres años se fue a vivir a San Miguel, provincia de Buenos Aires. Allí conoció a una kelper que residía en la Argentina hacía varios años. En octubre del 2000, ella se volvió a Malvinas y Carlos la siguió dos meses más tarde. “Nos cansamos de la inseguridad y decidimos venir. Sufrimos un episodio que prefiero no contar, así que vendimos la casa de Buenos Aires y listo. Después nos casamos en las islas en mayo del 2001”, cuenta Carlos. Tiene dos trabajos. Por la mañana en un matadero de ovejas y por la tarde hace la limpieza del único colegio primario que hay en las islas. “Vivo bien, gano plata para mantenerme y tengo una buena relación con los isleños”, aseguró. El censo indica que en todas las islas del archipiélago hay 3.000 habitantes civiles, más unos 2.000 efectivos de las fuerzas armadas británicas. (DyN)
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