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El rol del activismo del Estado
En este año electoral se vislumbra mayor protagonismo estatal.
Intervencionismo sin límite aleja el flujo inversor disponible.

El jueves pasado el INDEC dio a conocer los datos correspondientes a las cuentas nacionales del cuarto trimestre del año pasado. Así, se confirmó otro año de fuerte crecimiento de la economía argentina.
La actividad económica se expandió al 8,5%, en tanto que el cuatrimestre mostró un alza del orden del 8,6% interanual, permitiendo sellar, tal como se esperaba, un poco más de cuarto años de crecimiento a tasas por encima del 8%.
De esta forma, el PBI medido a precios constantes llegó a los $330.534 millones y el PBI per cápita alcanzó los u$s 5.444.
Sin embargo, ciertos números inquietan y ponen en duda la sustentabilidad del crecimiento en el mediano y largo plazo. En particular, en varios rubros del avance de la actividad se observa una fuerte desaceleración, siendo la más notoria y preocupante la merma en el ritmo de expansión de la inversión. Con un magro crecimiento interanual de 14% verificado en el último trimestre del año, frente al 21,0% del trimestre anterior y un promedio de 20,9% de los primeros nueve meses, la inversión se expandió en todo el año 4 puntos porcentuales menos que en el 2005 y 13,1 puntos por debajo del nivel promedio de crecimiento de los tres años previos.
Al analizar los componentes de la IBIF se observa que la desaceleración se produce tanto en la construcción como en el rubro equipo durable de producción. En particular, la construcción cerró el año con un crecimiento de 18,8% frente a las tasas de 20,5% y 25,8% verificadas en 2005 y 2004, respectivamente. En tanto que en el último trimestre del año la merma en el ritmo de actividad de este componente fue más que pronunciada, pues pasó de aumentos del orden del 25,0% un año atrás a una tasa del 12,0%.
Por su parte, los equipos durables de producción mostraron una reducción en su ritmo de crecimiento de casi 8 puntos porcentuales, mostrando un avance de 18,6%, en tanto que se destaca que en términos de PBI, como así también de la IBIF, aún se encuentran por debajo de los niveles de 1998.
Las maquinarias y los vehículos de transporte importados fueron los que mayor reducción en la tasa expansión mostraron al incrementarse un 23,9% a lo largo del 2006 contra el 35,5% en el 2005, mientras que los de origen nacional crecieron al 12% frente al 17% del 2005.
En lo que respecta a las exportaciones, las mismas pasaron de crecer de cerca del 14% en el 2005 a sólo el 7,4% el año pasado. El desempeño de éstas en conjunción con el comportamiento de las importaciones, que mostraron una caída en su tasa de crecimiento menor que las exportaciones (-6,1 p.p.), provocó un deterioro en la participación de las exportaciones netas en el crecimiento al pasar de restar 0,2 puntos al crecimiento de la economía en el 2005 a restar 0,7 puntos el pasado año (una contribución negativa que alcanzó el 7,9% del crecimiento).
A todo esto se le agrega la tendencia creciente que mostró el consumo y el rol protagónico que el mismo jugó en el 2006. Específicamente, el consumo total incrementó su participación en el aporte al crecimiento desde el 58,8% en el 2005 a casi 64,0% en el 2006, al contribuir positivamente con 5,4 puntos a la expansión (4,8 por consumo privado y 0,6 por el público).
Es claro entonces que el desagregado del crecimiento argentino deja entrever el fuerte activismo e intervencionismo del Estado de estímulo a la demanda interna y de desaliento a la inversión y a la exportación.
No se puede pretender que no afloje la inversión si el gobierno determina ganancias, precios y costos de los empresarios, cuando la incertidumbre reina en el intercambio, cuando se restringen o se imponen retenciones a las exportaciones, cuando se incrementan ciertos impuestos para determinados sectores con el fin de sostener artificialmente precios mediante la utilización de subsidios cruzados, cuando el gobierno tiene la capacidad de intervenir cuando quiera, de la forma en que quiera y sin que medie negociación alguna, basándose en leyes suspendidas (ley de Abastecimiento) e incluso, a veces, incumpliendo con el mandato de la propia Constitución nacional.
Por el lado del consumo se ha observado un fuerte estímulo generado por las políticas expansivas del gobierno, tanto fiscal como de ingresos. En particular, la tendencia muestra que el gobierno gasta toda la suba registrada en los ingresos, en tanto que el gasto primario muestra expandirse más que el PBI y se espera que tienda a acelerar su ritmo de crecimiento frente a este año electoral.
Por su parte, la política de ingresos que ha venido implementando el gobierno no hace más que aumentar el dinero de aquellos con mayor propensión a consumir. Desde abril del 2002, el haber mínimo jubilatorio se elevó 8 veces, en el 2004 se otorgó un suplemento del 10% a los haberes inferiores a $ 1.000, en diciembre de ese año se asignó una suma fija de $ 200 y desde enero del corriente año rige un incremento del 13% para todos los jubilados y pensionados.
A esto se suma la moratoria previsional y el régimen de jubilación anticipada, que desde noviembre pasado las personas que adhirieron cobran sus haberes. El salario mínimo, vital y móvil fue aumentado en 10 oportunidades, desde $ 250 a $ 800 mensuales, en tanto que se espera se eleve a $1.000 en estos meses.
En marzo del año pasado se aumentó el mínimo no imponible para los empleados en relación de dependencia y el Presupuesto 2007 preveía una nueva elevación de los montos.
Este año electoral permite vislumbrar una profundización del activismo oficial y una intensificación del sesgo heterodoxo y populista de las políticas de la administración de Kirchner. La sola mención del fuerte incremento del gasto público de enero, del mantenimiento de la tasa de aportes al sistema del capitalización en el 7%, del incremento del tope salarial para calcular los aportes, la elevación del mínimo no imponible, el incremento del 24% de los salarios docentes, la intervención en el INDEC y la manipulación del IPC, el incremento de las retenciones a la soja para subsidiar a los productores que utilizan el maíz, el trigo y el girasol, entre otros, da una idea acabada de la continuidad del modelo.

SOLEDAD PEREZ DUHALDE 
Consultora Exante

 



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