Los flujos de remesas a Latinoamérica y el Caribe volverán a aumentar este año hasta alcanzar los 72.000 millones de dólares, un 15% más que en el 2006, según las previsiones presentadas por el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del BID. Donald Terry, gerente del Fomin –un fondo autónomo gestionado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID)–, presentó esta semana los datos de remesas en el 2006, cuando alcanzaron los 62.300 millones de dólares, y las proyecciones para los próximos años. Se espera que esta cantidad se incremente en alrededor de un 15% en el 2007 y que esa tendencia se mantenga en los próximos tres años, lo que situaría el volumen de remesas por encima de los 100.000 millones de dólares, por primera vez, en el 2010. Terry precisó que son proyecciones que no hay que celebrar porque el hecho de que aumenten los envíos de dinero de los inmigrantes a sus países de origen “refleja la incapacidad de las economías de la región para generar oportunidades de ingresos para millones de sus habitantes que optan por emigrar”. Sin embargo, dijo, las remesas son una realidad y “un programa directo y efectivo para el alivio de la pobreza”. De hecho, el volumen de recursos que representan supera con creces tanto la inversión extranjera directa como la ayuda externa que llega a la región. Está demostrado, según el gerente del Fomin, que contribuyen a reducir la pobreza, aunque no siempre llegan a los sectores más pobres de la población. “No son una panacea, pero ayudan”, según Terry, quien subrayó los avances registrados en los últimos años con respecto a la reducción de los costes de envío de este dinero y los esfuerzos que se están haciendo para incorporar a los remitentes y destinatarios en el sistema financiero para poder aprovechar al máximo las remesas. INGRESO A LA ECONOMIA FORMAL El BID y el Fomin están respaldando programas para canalizar las remesas a través del sistema financiero formal, algo fundamental para que tengan un mayor impacto en el desarrollo y para que las personas que las envían o reciben puedan hacerse con un historial financiero. Si esas personas consiguen integrarse en el sistema financiero, podrán tener acceso a créditos y a distintos servicios, como cuentas de ahorro, seguros, pensiones o préstamos para vivienda. De acuerdo con los datos presentados esta semana, en el marco de la Asamblea Anual de Gobernadores del BID, de los 62.300 millones que se enviaron a Latinoamérica y el Caribe el año pasado (un 15% más que en 2005), el país que más recursos recibió fue México, con más de 23.000 millones de dólares, seguido por Brasil, con unos 7.400 millones, y Colombia, con 4.200 millones. La mayor parte del dinero procedió de Estados Unidos, aunque también se constató un incremento de los flujos procedentes de Europa, principalmente de España. Según Terry, el caso de España es “especial” porque “este país tenía sus propios problemas de desarrollo no hace mucho tiempo” y era receptor de las remesas que enviaban los emigrantes españoles desde otras naciones europeas. A raíz de ese fenómeno se desarrolló toda una red de instituciones financieras, especialmente de cajas de ahorros, a través de las que se canalizaba ese dinero. Ahora son los inmigrantes latinoamericanos, especialmente de los países andinos, los que envían dinero desde España a sus familias y lo hacen, cada vez más, “de banco a banco”, lo que elimina los costes de envío y permite a los remitentes hacerse con un historial financiero. Hasta no hace mucho, recordó Terry, los emigrantes que viven en España enviaban su dinero en simples cartas, en sobres que muchas veces se perdían por el camino, o recurrían a las tradicionales compañías de transferencias, que les cobraban una tasa de 50 dólares por cada 300 que enviaban. Eso, que todavía sigue ocurriendo en muchos lugares, demuestra que “es caro ser pobre”, porque hay que pagar por unos servicios que serían gratuitos si quienes los utilizaran estuvieran integrados de alguna manera en el sistema financiero, insistió Donald Terry.
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