Qué opinión le merece la incorporación de la enseñanza de la educación sexual desde el preescolar hasta el final del secundario y en todas las carreras de formación docente? –Más importante que la incorporación de un tema en un diseño curricular es la modalidad y la dinámica con que se transmitirá. Nadie discute ya que la incorporación de la educación sexual en las escuelas es una asignatura pendiente, pero sostengo que esta incorporación no se ha hecho con la preparación suficiente de los adultos a cargo y con la formación en contenidos necesaria. –Entonces, el proyecto puede fracasar... –Puede peligrar por el fusible más importante del sistema, ya que un docente mal formado o ineficiente en cuanto a los contenidos puede hacer fracasar el proyecto. En particular, hablando de sexualidad, sin preparación adecuada se puede llegar a transmitir una serie de prejuicios y preconceptos moralistas, retrógrados. Es correcto que el diseño abarque desde el Nivel Inicial hasta la educación media, porque la sexualidad tiene una manifestación muy temprana. –¿Cómo enseñarles educación sexual a los más chicos? –Considero que los contenidos deben incorporarse en forma transversal, no como entidades autónomas. No acuerdo con los talleres o las “clases especiales”. Si de verdad queremos que la sexualidad se incorpore como una construcción social y no como un aprendizaje pedagógico moralizante y estructurado, debe darse con naturalidad, cuando el tema lo requiera. En los espacios de formación docente sí debe tomarse el tema muy especialmente y con una formación médica y psicológica. Con los más chiquitos, la cuestión comienza por el cuidado del propio cuerpo y el respeto por el cuerpo del otro semejante. Hay que hablar sobre la carga de sensaciones que genera la temprana manifestación de la sexualidad para que los niños aprendan que lo que les ocurre es normal pero que requiere de su parte cierto control para poder convivir con otros y participar en un grupo, una institución, etc. –Hablar de sexualidad, ¿hace a la formación de un niño? –Es fundamental hablar con los niños sobre la evolución de su sexualidad, porque existen claros riesgos de salud en los que pueden estar implicados. Para que ellos puedan ser autónomos y ciudadanos libre pensantes, tienen derecho a recibir toda la información que esté a su alcance, con la modalidad y en el tiempo en que estén preparados para recibirla. Es importante que esta enseñanza no sea moralista ni prejuiciosa. No siempre la primera vez sexual va acompañada por amor ni por una formalidad “legal”, por lo cual es importante que los adolescentes tengan todas las herramientas para poder afrontar con responsabilidad, seguridad, cuidados corporales, alegría y placer ese momento. PREJUICIOS Y ALTERNATIVAS –¿De qué manera alcanzar una buena complementación entre lo que se presente en el aula y lo que se puede hablar en el núcleo familiar? –Los niños y los jóvenes de hoy hablan de un modo menos prejuicioso de algunos temas; no obstante, la sexualidad, que parece algo tan superado en esta época, no lo es tanto. Por esa razón, es importante que ellos cuenten con lugares alternativos a la propia familia, como es el caso de la escuela, para poder evacuar todas las dudas y, sobre todo, los miedos que genera el descubrimiento de la propia sexualidad. –¿Por qué sostiene que hay que pensar la sexualidad como construcción social y no como un aprendizaje pedagógico? –La sexualidad no es algo que se “aprende” como un contenido pedagógico sino que se incorpora como una construcción social, porque la sexualidad humana tiene que ver con una pulsión psíquica, interna (energía, empuje interno), subjetiva, no con instintos reproductivos o de ciclos de apareamiento. La mejor prueba de esto son las desviaciones sexuales que presenta el ser humano y que no se ven, salvo alguna anomalía genética o de mutación, en animales inferiores. La homosexualidad, el travestismo, el transexualismo y el fetichismo son identidades alternativas a la sexualidad humana habitual que se construyen a lo largo de la vida del sujeto, sobre todo en los primeros años de vida de relación, con los adultos referentes de la crianza. No hay animales que gocen sexualmente violando a otro animal ni que gocen sexualmente con la sangre o con determinada vestimenta, etc. Los animales sólo se aparean para la reproducción y esto no es así en los seres humanos. –¿Un docente puede convertirse en especialista en educación sexual? ¿No cree necesaria una mayor participación de especialistas en el aula? –Es fundamental que determinados temas sean tratados por especialistas, principalmente los vinculados con cuestiones médicas o psicológicas. Lo ideal es que se invite a profesionales a conversar con los alumnos sólo cuando el tema surja a partir de otro o de algún contenido. No es nada bueno imponerles los temas a los jóvenes cuando no lo demandan. Los niños y los jóvenes sólo preguntan cuando están preparados para la respuesta, por esa razón no considero la utilización de dinámicas de taller o clases especiales impuestas desde el diseño curricular. –La información que se les pueda brindar a los niños y adolescentes sobre la sexualidad genera en los adultos miedos y temores. ¿Cómo trabajar en este aspecto? –Me parece importante trabajar simultáneamente con los padres sobre los contenidos que se abordan con los chicos, en lo posible, previamente, de modo que aquéllos puedan, en el mejor de los casos, contener las preguntas que pudieran aparecer luego. El saber que son temas que se están tratando en un ámbito específico, como es la escuela, alivia la angustia de los padres. –Una encuesta reciente presentó que el 40% de los adolescentes no se anima a consultar a sus padres sobre educación sexual. ¿La incorporación de la educación sexual en la escuela podría abrirles las puertas para recibir más información sin vergüenza ni temores? –En general, los adolescentes no hablan de sexualidad con sus padres. Esto es normal porque es una etapa en la que ellos quieren encontrar sus propias respuestas y su autonomía de la palabra adulta. Los padres son los representantes de ese mundo adulto por excelencia No es bueno que un padre se muestre como un amigo porque esto rompe la distancia necesaria para poder poner límites y frenar ciertos impulsos propios de esa edad. Los jóvenes van a seguir buscando la información que necesiten, tal como lo han hecho hasta ahora. La incorporación de la educación sexual en las escuelas es compleja por la sencilla razón de que, por ejemplo, no se puede enseñar la anatomía de los genitales y decir que sólo sirven para el cumplimiento de necesidades fisiológicas o que un coito sólo sirve para la reproducción. Es decir, para que sepan que la sexualidad es parte de la vida en comunidad en la que ellos intentan sobrevivir. –La información sobre sexualidad, ¿puede aumentar el deseo de los niños de poner en práctica lo que se les transmite en la escuela? –Este es uno de los típicos prejuicios de los adultos: “Mejor no hablar de ciertas cosas para que los niños no sólo no pregunten sino que no quieran saber nada de eso”. Los adultos se niegan a hablar de ciertos temas para no quedar expuestos en sus falencias o en sus prejuicios. –¿Cómo es actualmente el diálogo sobre sexo entre padres e hijos? –El tema de la sexualidad despierta en los adultos muchas suspicacias frente a lo que deben responder. Ellos creen que su propia sexualidad está en juego cuando deben contestar algo. Esto no debiera ser así de ninguna manera. Los adultos no deben hablar de “su” vida sexual con los hijos sino de “la sexualidad humana” en general y punto. –La falta del tema en la currícula escolar expuso durante mucho tiempo a los jóvenes, librados a mensajes y modelos de comportamiento sexual muy riesgosos, sin darles los elementos para que puedan optar y elegir conociendo riesgos, ventajas y desventajas. –Los problemas que desarrolla un sujeto respecto de su sexualidad son independientes de lo que proponga como contenido una currícula escolar. El vaciamiento de ideas y de información se gesta principalmente en el seno familiar. Esto hace que el niño o joven no alimente desde el inicio de su vida un interés por el conocimiento ni de su cuerpo ni de lo que le pasa en el encuentro con otros. Esta es la razón por la cual sugiero trabajar juntamente con los padres y con las familias, porque si no esta inclusión no va a servir de nada. PERVERSIONES Y “NORMALIDAD” –En alguna oportunidad dijo que, junto con la globalización económica impuesta en los ’90, irrumpió una “cruzada normalizadora de las perversiones”. ¿A qué se refería? –Este es un tema muy delicado, porque uno puede quedar como un moralista ante la opinión pública. En la actualidad reina una apología de la transgresión y del todo vale. A esto yo lo llamo “cruzada normalizadora de las perversiones”. Los medios de comunicación, con fines económicos, se prestan a la difusión de una serie de presentaciones de la sexualidad poco habitual, que puede dar lugar a tergiversaciones. Es decir: hacer natural algo que no lo es. Suelo hablar en los colegios de la “naturalización” de ciertos hechos que, por costumbre, pasan a ser cotidianos pero no por eso dejan de ser transgresiones o perversiones. –¿Por ejemplo? –Estimular el uso de estupefacientes para ser felices y para bailar toda la noche es una perversión del mundo adulto. Mostrar la intimidad de un grupo de personas cuando duermen, se bañan o tienen relaciones sexuales es una perversión del mundo adulto. Además, es un mensaje errado de lo que debe ser el desarrollo de determinada parte de la sexualidad: esa parte debe ser siempre privada; si no, caemos en el riesgo de transformar algo privado en público. La participación desmedida de otros semejantes en la intimidad de la sexualidad de un sujeto linda con la perversión, en el sentido de anular los objetivos humanos que tienen que ver principalmente con el placer íntimo y privado. La sexualidad es algo que se construye socialmente pero debe tener un marco regulatorio para que se desarrolle armónicamente y sea eficaz para proporcionarles al niño y al joven placer, intimidad, seguridad y felicidad en su vida. No puede estar asociado al mercado de consumo ni a los dictámenes de las políticas de turno, que suelen aprovechar a determinadas minorías sexuales para aumentar la cantidad de votos sin importar lo que implica naturalizar ciertas prácticas sexuales. De hecho, hay ciertas prácticas sexuales que están de moda sin importar lo que se dice ni lo que se espera como mensaje para los jóvenes. EL ELEGIDO Fernando Osorio nació en la ciudad de Buenos Aires en 1964. Es psicoanalista graduado en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires y completó su formación profesional en el área de Psicología Forense y Criminología. Desde 1989 desarrolla su práctica clínica ocupado en la investigación y el desciframiento del padecimiento inconsciente en los tiempos de la infancia y la adolescencia. Especialista en violencia escolar, Osorio es miembro asesor del Comité Académico del Observatorio Argentino para el Estudio y la Observación de la Violencia en las Escuelas. Durante ocho años (1992-2000) se desempeñó como coordinador del equipo interdisciplinario del Programa de Rehabilitación Psicosocial Infanto-juvenil para Menores en Conflicto con la Ley Penal, del Consejo Nacional del Menor y la Familia. El año pasado publicó el libro “Violencia en las escuelas. Un análisis desde la subjetividad” que, según Santiago Kovadlof, “nos ayuda a comprender por qué los niños, expuestos a la indigencia escolar en que se encuentran, pasan a ser auténticos marginados”. Además, es autor de los libros “Usos y abusos de drogas. Adicción, disciplinamiento y control” y “Drogas legales e ilegales”.
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