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Los ojos de América Latina
El escritor, periodista y ex candidato a presidente de Perú acaba de publicar “Diccionario del amante de América Latina”, una mirada íntima y personal sobre la región.

Primero lo escribió a mano. Y de mañana. "Es la hora más creativa", confiesa cada vez que le preguntan sobre su método de trabajo.

Después, seguramente escribió en un bar de mesas individuales. Y sobre cuartillas de papel muy blanco que compra en una pequeña y victoriana librería del sobrio Knightbrigge, el elegante barrio londinense en el que vive desde hace años. Ahí donde Cromwell Road es la más disciplinada de las muy disciplinadas calles británicas.

Seguramente también lo escribió con el bolígrafo Montblanc que, compañero desde los tiempos de "La Guerra del Fin del Mundo", atesora celosamente. Y seguramente también de regreso a su casa, como es su costumbre, "limpia" el texto, tarea que lo apasiona. La corrección. El editing. Labor de orfebre. Con algo de inevitablemente maniático. Reflexión. Tachado. Inscripciones en los márgenes con su lápiz preferido: Faber Castell 5B.

Porque, como a Ernest Hemingway, a Mario Vargas Llosa le encantan los lápices. Aquel americano bravucón y talentoso los mordía con suavidad mientras buscaba esta o aquella palabra. O trataba de reducir al mínimo "esas prostitutas inesperadas de la escritura que son las comas". En cambio, el autor de "Conversación en la Catedral" los somete a un cuidado casi maniático. Y así, desde la pareja e inmutable dedicación con que comenzó a escribir hace ya más de 55 años para escapar de la agresividad del Leoncio Prado, la academia militar peruana de la que fue cadete durante un año, ahora Mario Vargas Llosa acaba de publicar un ensayo que le rondaba desde muy lejos: "Diccionario del Amante de América Latina" (Editorial Paidós).

No parece osado establecer un hilo conductor entre aquellos días del Leoncio Prado y la génesis del nuevo libro de Vargas Llosa. "Fue una experiencia extremadamente traumática le dijo en el '90 el peruano al brasileño Ricardo Setti que en muchos aspectos señaló el fin de mi infancia... El redescubrimiento de mi país como una sociedad violenta, llena de amargura, compuesta de facciones sociales, culturales y raciales absolutamente enfrentadas y enzarzadas en una batalla a veces feroz... Esa experiencia me produjo una gran necesidad de crear, de inventar".

Y en el primer capítulo de "La tentación de lo imposible", recuerda aquel año '50 en ese ambiente húmedo y color ceniza donde "la vida espléndida de la ficción daba fuerza para soportar la vida verdadera"

Así, desde el microcosmos de ese militarismo feroz que le liberó el camino para "La ciudad y los perros", en ese punto tan lejano en su vida de más de 70 años, Mario Vargas Llosa comenzó a explorar la esencia de Latinoamérica. Continente que lo atrapará y enamorará. Todo un magma que despliega con pasión en su flamante libro.

¿Memorias?

Es posible.

Pero si se acepta que el género del libro es ése, debe concluirse la validez de una sospecha que ya tiene una década: a Mario Vargas Llosa no le bastó con "El pez en el agua" para hablar de sí. Fue un libro muy temprano para un intelecto que está muy activo. En plenitud. Relatos que además quedaron acotados en trazos muy conocidos del escritor. Y marcados muy a fondo por su postulación a presidente de Perú.

Distinto es el caso de "Diccionario del amante de América Latina". Aun encuadrando el libro en el género de memorias, también tiene mucho de ensayo.

Ahora, su mirada sale hacia fuera de sí.

Pega un brinco destinado a meterse, a través de un atrapante prólogo, en la idiosincrasia de Latinoamérica. Y de ahí en más, a ramificarse en convencimientos que lo acompañan desde muy joven sobre la naturaleza de esta parte del mundo, aunque tardara años en conceptualizarlos en los términos en que lo hace desde mediados de los '70. Tiempo en que comenzó a girar aceleradamente hacia el liberalismo desde un progresismo que, en un momento dado, comenzó a percibir carente de autocrítica. Luego vislumbró su textura demagógica. Y finalmente, le resultó incómodo. Entonces se alejó de esa carpa.

"Diccionario del amante de América Latina" está escrito casi como al correr. Como liberando, en un largo instante, un alcanzamiento de apreciaciones y conocimientos que el autor entiende ajenos a toda posible mudanza.

"El libro no aspira dice Vargas Llosa en el prólogo a ser objetivo e impersonal. Por el contrario, está cargado de subjetividad. La mayoría de los textos están escritos en primera persona y dan cuenta de mis experiencias y reacciones frente a determinados asuntos de la realidad latinoamericana".

Es un prólogo escrito en términos de lo que recomendaba Raymond Aaron: decisivo. Un dejar "muy claro sobre lo que ya está claro" en qué posición está el autor, en este caso, ante Latinoamérica y aquello que la signa. En este caso, una amplia selección de protagonistas de la cultura, la política, la historia. Y circunstancias muy puntuales.

Todo el libro es, siempre en medida muy acentuada, un inmenso esfuerzo de Mario Vargas Llosa para ratificar que América Latina es mucho más que "existencia literaria y retórica", como alguna vez le dijo al chileno Sergio Marras al confesarle la perturbación que le genera esa definición.

"Diccionario del amante de América Latina", una "mezcolanza plural, muy parecida, aunque en formato microscópico, de lo que, creo yo, es América Latina", sentencia Mario Vargas Llosa.

Tarea ímproba contradecirlo cuando se lee el libro.

 

CARLOS TORRENGO

ctorrengo@rionegro.com.ar



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