La irrupción de mujeres en altas esferas de la política ha dado impulso a una tendencia que hoy se refleja en distintas partes del mundo: buscar el poder en pareja, imprimir algo de romanticismo a la campaña electoral y ejercer el gobierno en tándem familiar, si el amor resiste. Las campañas electorales, algunas aún incipientes, en países tan distantes como Francia, Estados Unidos y Argentina muestran a candidatos a la presidencia lanzados a una dura pelea por los votos de la mano de su media naranja. Entre los socialistas franceses, parecía claro que François Hollande, primer secretario del partido, sería candidato en las presidenciales de abril próximo. Sin embargo, la súbita e inesperada popularidad de su compañera sentimental y madre de sus cuatro hijos, Ségolène Royal, obligó a Hollande, al que sus compañeros de partido criticaban por falta de carisma, a eclipsarse elegantemente y dejar el camino libre a su mujer. “Hollande había anticipado hacía tiempo que a la hora de definir el candidato el sentimiento quedaría a un costado y primaría el frío deseo de ganar”, recordó Carl Meeus, columnista de la revista francesa “Le Point” y autor de un libro sobre la famosa pareja. Fue “una decisión dolorosa por el bien del partido”, según el propio Hollande, quien ya aseguró que en caso de victoria de Royal no se mudará con ella al palacio presidencial del Elíseo ni aceptará un puesto de responsabilidad en el gobierno. Según el psiquiatra Serge Hefez, autor de un libro titulado “Con qué sueñan los hombres”, el hecho de tener a su lado a Hollande es un impulso para Royal, “ya que los franceses admiran a las parejas que se mantienen unidas en los momentos difíciles y, en este caso, Hollande da a entender que no le supondrá ningún problema que su compañera ocupe una función superior a la suya”. La vida privada del principal candidato de derecha, Nicolas Sarkozy y su esposa de origen español, Cecilia, nunca fue un secreto para la prensa del corazón. Después de que su felicidad y su posterior ruptura e infidelidades fueran primera página de numerosas revistas, la pareja vuelve a estar reunida y Cecilia es uno de los pilares más importantes de la campaña. Por sus manos pasan desde los discursos hasta la elección de la corbata del candidato. Algunos aseguran que los franceses todavía no estaban preparados para elegir a un presidente divorciado y que la reconciliación de la pareja Sarkozy se debe únicamente a exigencias del guión. Los Clinton llevan mucho tiempo juntos. Se conocieron en 1970 en Yale, cuando estudiaban leyes, y hace 32 años que están casados. Tienen una hija, Chelsea. Si hubo una pareja que supo de dificultades amorosas, por las traiciones que se mezclan con las mieles del poder, ésa fue la de Hillary y Bill Clinton cuando éste ocupó la presidencia de Estados Unidos. El recordado affaire sexual del entonces presidente con la becaria de la Casa Blanca Mónica Lewinsky, ventilado mundialmente, dejó muy mal parada a Hillary quien, pese a todo, perdonó a su esposo y mantuvo en pie el matrimonio. Hillary busca ahora, según ha dicho sin rencores, convertirse en los comicios del 2008 en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, con Bill Clinton como gran estratega. El viejo paradigma “divide y reinarás” parece quedar a un lado en esta tendencia de buscar la conquista del poder en pareja, que se trata, de por sí, de una apuesta a mantenerse “unidos hasta el fin”, aunque el ejercicio del gobierno pueda erosionar los anhelos. “Más allá de similitudes en apariencia, son fenómenos distintos” los que se están dando en estos países con las parejas políticas, opinó el sociólogo argentino Manuel Mora y Araujo, director de la consultora Ipsos-Mora y Araujo. “Tienen en común que se trata de matrimonios donde los dos miembros de la pareja tienen vocación política y una carrera autónoma, pero no hablaría de una tendencia nueva, porque no creo que en ninguno de estos casos los otros ejemplos hayan influido”, dijo. “Hombres y mujeres con vocación política se atraen, y esto es hoy más posible que antes porque las mujeres son cada vez más autónomas y pueden plantearse carreras propias”, consideró. En Argentina, el presidente Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández, casados desde 1975 y con dos hijos, comparten el ejercicio del poder desde que el ex gobernador ganó por primera vez en su provincia patagónica de Santa Cruz, en 1991. En la actualidad, la senadora Cristina Fernández, de tradición militante propia, mantiene una fuerte influencia en la toma de decisiones y en el diseño de políticas, mientras levanta vuelo la posibilidad de su lanzamiento a la presidencia en estas elecciones. La política argentina –con un recuerdo traumático– tuvo anteriormente una pareja en el poder cuando en 1973 ganó las elecciones presidenciales la fórmula Perón-Perón, integrada por Juan Domingo Perón y su esposa María Estela “Isabel” Martínez. La pareja buscó con menos éxito reeditar la historia de Perón y su esposa anterior, Evita, referencia inevitable del poder en pareja. Con la asunción de Daniel Ortega, también Nicaragua vive hoy un fenómeno de poder con fuerte presencia de la pareja. Junto a antiguos cuadros sandinistas, Rosario Murillo, pareja de Ortega desde 1978 y con quien tuvo ocho hijos, fue designada a cargo del Consejo de Comunicación y Ciudadanía. La poetisa Murillo, con fuerte influencia en el gabinete, maneja asuntos presupuestarios y autoriza los viajes al exterior de altos funcionarios. (AFP)
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