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El proyecto que desveló al inmigrante danés

Bajo el título "Proyecto de explotación de madera con aserradero en la costa del lago Lolog, territorio de Neuquén, cordillera argentina, con transporte fluvial hasta Neuquén y Río Negro", Gustav Meyer presentó al gobierno su iniciativa. Lo diseñó convencido de su utilidad y factibilidad. En un escrito fechado en 1921 en Temperley y en un diario de viaje que conservó su familia, se detallan los primeros pasos que daba por la época la incipiente industria de explotación de madera en la Norpatagonia.

Afirmaba Meyer (nota también publicada en la revista "Forestal", Buenos Aires, 1919) que en el Valle de Río Negro las industrias de este tipo eran deficientes por dos causas principales: la calidad de la madera y el precio del flete. Esta zona decía no sólo se abastecía de madera desde Buenos Aires sino que la que se extraía aquí era de álamo y sauce casi exclusivamente. A la mala calidad de la madera había que sumar el precio del transporte en ferrocarril, que y según sus precisos cálculos era realmente elevado.

Para paliar estas dificultades, el danés proponía el transporte de maderas de excelente calidad desde la cordillera por vía fluvial hasta Viedma ("hasta el Atlántico", especificaba), por los ríos Limay y Negro, con una ventaja: "se podría vender directamente la madera en todo el trayecto Chimehuín-Collón Cura-Limay-Negro...".

Su empresa explicaba en su proyecto nacía en los bosques cercanos a ese lago y continuaba en un aserradero instalado en la costa del Lolog, "lugar de la construcción de las jangadas". "De Lolog hasta Piedra del Aguila detallaba hay sobre el agua 250 kilómetros, pero solamente unos 125 sobre camino carretero. En este punto, Piedra del Aguila, la cuadrilla entrega la jangada a otra cuadrilla y vuelve a Lolog por tierra y a caballo en dos días, mientras la otra cuadrilla se ocupa de transportar las jangadas a Neuquén y Río Negro. La distancia Lolog-Piedra del Aguila, sobre el río en jangadas aguas abajo, se puede hacer en cuatro días o 50 kilómetros por día. Hemos hecho en este trayecto hasta 75 kilómetros por día en siete horas de navegación...".

Las ventajas del transporte de madera por la vía fluvial eran, entonces, muy importantes. Sólo había que sortear los caprichos del río, y esto no constituía un dato menor. Aun así, y ante la carencia de otros medios, Meyer había verificado que transportar madera uniendo la cordillera con la desembocadura del Negro era posible. Hizo ese viaje en una gran balsa, construida por él en forma de flecha y desmontable en tres partes (para sortear dificultades del cauce). La balsa, que pesaba 2.500 kilos, sin dudas fue otro hallazgo interesante de esta historia, una invención muy ingeniosa.



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