A diferencia de su antecesor Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI está lejos de ser un entusiasta del deporte: cuando era alumno odiaba las clases de gimnasia y al Mundial de fútbol de Alemania 2006 lo siguió apenas de reojo por televisión. Sin embargo, la flamante iniciativa del Vaticano en materia de deporte no sería posible sin la bendición papal: como informó esta semana el diario romano “La República”, el Estado más pequeño del mundo tendrá próximamente su propio torneo de fútbol. “Clericus Cup” (copa del clero) se llamará el torneo en el que participarán 16 equipos, integrados sobre todo por seminaristas, profesores y sacerdotes jóvenes. También la Guardia Suiza contará con su propio conjunto. El puntapié inicial se dará en la tercera semana de febrero. El gestor de la iniciativa es un clérigo fanático del fútbol, nada menos que el cardenal Tarcisio Bertone, el secretario de Estado del Vaticano y, por ende, número dos en la jerarquía de la Iglesia Católica a nivel mundial. Hace unas semanas, el anuncio del enérgico Bertone de que el Vaticano pretendía tener su propia selección de fútbol generó sorpresa en los círculos religiosos romanos. La propuesta del secretario de Estado sonó ambiciosa: habló de un conjunto que estuviera “a la altura de la Roma, el Inter de Milán o el Génova”. Luego se vio obligado a matizar y dijo que se trataba más bien de una visión a largo plazo. Pero ahora es en serio. “En la Copa del Clero participarán muchos seminaristas de países con una gran tradición futbolística”, señaló uno de los responsables de la organización. El potencial de la Iglesia en este sentido no es poco, ya que muchos seminaristas que estudian en Roma provienen de “países-usinas” de jugadores, como Brasil o Argentina, para quienes su principal pasión en el tiempo libre es patear el balón.Ya se ha pensado en todos los detalles. El domingo, “Día del Señor”, los partidos estarán estrictamente prohibidos. Y se anuncian reglas más severas que en el “fútbol mundano”: “Quien se deje llevar por el entusiasmo y profiera la menor maldición –y ni hablar de una blasfemia– será enviado de inmediato al vestuario”, escribió “La República”. Fuera de ello, “todo será normal, como en cualquier otra competencia”. El nuevo certamen fue planificado a lo grande: en su inauguración, estrellas como Francesco Totti y Angelo Peruzzi oficiarán de “padrinos” y, además, ya hay empresas interesadas en el patrocinio. El partido final se disputará en junio en el estadio Olímpico de la capital italiana –donde juegan como locales la Roma y el Lazio– y el equipo ganador recibirá la copa de manos del propio cardenal Bertone. El secretario de Estado ya había provocado alguna sorpresa en el Vaticano debido a su fanatismo por el fútbol. Por ejemplo, con sus declaraciones cuando en el 2005 el alemán Joseph Ratzinger fue elegido Papa. Entonces, Bertone opinó que “la Iglesia había encontrado a su (Franz) Beckenbauer”. Según su punto de vista, Benedicto XVI es como “un armador que juega retrasado, pero que pone largos pases en profundidad”.
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