El futuro de Cuba tras la desaparición de Fidel Castro constituyó una fuente de especulación durante décadas. Sus enemigos en el exilio pronosticaron que habría baile en las calles, un éxodo en masa y una rápida transición hacia una democracia al estilo de Estados Unidos y hacia una economía de mercado. Pero, seis meses después de que Castro se alejara del cargo luego de una operación de estómago, la transición en el gobierno se ha registrado sin problemas. Los ciudadanos continúan de manera tranquila sus actividades, no ha habido un éxodo hacia el Norte y no hay señales de inminentes reformas políticas. Lo único que ha cambiado es que Cuba ya no es gobernada por un solo hombre; ahora gobierna un liderazgo colectivo encabezado por Raúl Castro, el hermano menor de Fidel, y guiado por el mismo Partido Comunista, que ha estado casi medio siglo en el poder. “El sustituto de Fidel sólo lo puede ser el Partido Comunista de Cuba”, dijo Raúl Castro a estudiantes universitarios en diciembre. Incluso si Fidel se recuperara plenamente y retornara a la vida pública, no retomaría el poder, según han dado a entender varios funcionarios oficiales. “Esos tipos saben lo que están haciendo. Están preparados para gobernar Cuba sin Fidel Castro”, dijo Marifeli Pérez Stable, de Diálogo Interamericano, un grupo de estudios de Washington DC. “El país, al menos en el corto plazo, no va a sufrir un colapso”, pronosticó. Funcionarios cubanos dicen que sólo un liderazgo colectivo puede reemplazar al jefe máximo, de 80 años, que solía dar discursos de varias horas de duración, agasajaba a sus visitantes en cenas que duraban hasta el amanecer y dedicaba una minuciosa atención a múltiples proyectos. Los dignatarios visitantes y los desfiles militares son ahora atendidos por Raúl Castro, quien fue ministro de Defensa durante décadas. Pero Raúl, de 75 años, reserva sus noches a la familia y no dedica a sus tareas el tiempo que solía destinar su hermano. Luego de Raúl, el funcionario más visible es el vicepresidente Carlos Lage Dávila, de 55 años. Lage ejerce un amplio control sobre la administración de gobierno, como si ocupara el cargo de un primer ministro. Cuando Fidel Castro abandonó el poder a mediados de año, dio a Lage total responsabilidad por su “revolución energética”, la tan promocionada renovación de la anticuada red eléctrica de Cuba. Fidel Castro dictaminó que otros cinco funcionarios compartieran la responsabilidad por otros proyectos que reflejan su legado. Se trata de Felipe Pérez Roque, de 41 años, ministro de Relaciones Exteriores; José Ramón Balaguer, de 74 años, ministro de Salud Pública y ex jefe de educación ideológica; José Ramón Machado Ventura, de 76 años, líder del Partido Comunista; Esteban Lazo, de 62 años, el más poderoso dirigente negro del país, que encabezó la delegación cubana ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en setiembre, y Francisco Soberon, de 62 años, presidente del Banco Central. Con Castro enfermo, la consigna es la unidad. En una tardía celebración del 80º cumpleaños de Fidel Castro, Lage señaló a una nutrida concurrencia: “No habrá división entre los revolucionarios cubanos... no habrá ambiciones ni egoísmos’’. Si bien no se esperan grandes cambios mientras Fidel Castro esté vivo, varios analistas consideran que su hermano y Lage podrían adelantar una leve apertura económica. Raúl Castro ha expresado interés en el modelo económico chino, donde impera una economía de mercado controlada por un Estado unipartidista. Lage promovió modestas reformas, incluida la admisión de inversiones extranjeras y la presencia limitada de empresas privadas, que salvaron la economía cubana tras el desplome del bloque soviético a principios de la década de 1990. Cualquier reforma –no obstante– sería gradual y estaría “dirigida por la gente que formó Fidel”, según escribió en la revista “Foreign Affairs” Julia E. Sweig, del Consejo de Relaciones Exteriores, con sede en Nueva York: “Washington debe admitir que no hay alternativa a los que ya gobiernan sin Fidel”, agregó.
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