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Mascarello, marino patagónico

Fuerte del Carmen. Hoy Carmen de Patagones. Saladeros. Salinas cercanas, materia prima en abundancia. Pieles de lobos marinos por miles, artesanal industria, agregado el aceite de sus cuerpos. Pocos años antes, refugio de corsarios y tráfico de negros. Mezcla de españoles, criollos, africanos y otras nacionalidades. La Babel patagónica. Por 1860 y pico llegan los itálicos hermanos Lorenzo y Domingo Mascarello. Un ramos generales los había atraído, pero también el mar, la navegación. Con pequeño patacho (velero de un palo) el comercio marítimo ida y vuelta completaba el cuadro comercial. Lorenzo había desposado a Dolores Franco Salvatierra y su vientre mostró siete lloros, uno de ellos se llamó José María y fue en el último mes de 1869. Estaba destinado a seguir la estela marina del padre y el tío. También la del otro maragato de agua salada: Luis Piedra Buena.

Brújula y sextante, más viajes en el patacho a Buenos Aires con su padre introdujeron la incitación infantil; por eso su otro tío, el capitán Tomasti, que había llegado comandando un velero, lo toma a su cargo para llevarlo a Italia y allá "es puesto bajo la tutela y escuela de su pariente, el capitán 'di lungo corso' Carlos Arletti, uno de los mejores maestros de navegación de Diana Marina". Grumete por ocho años con olas del Atlántico del Norte, Indico y Mediterráneo, fogueado con velas, timones, tempestades y bravas tripulaciones. A los 16, "robusto y bien plantado", todo un hombre de mar, de regreso, lo reciben sus padres en la antigua población del río Negro, con puerto fluvial-marítimo.

Era piloto mercante llama la atención tan joven y comenzó a navegar con el vapor "Bahía Blanca" y luego en el conocido "Santa Rosa" desde 1880 a 1884. Ingresó a la Marina de Guerra y su primer destino es la también famosa corbeta "Cabo de Hornos". Con jerarquía de condestable participó en la "División Expedicionaria al Atlántico Sur", aquella que comandada por Augusto Laserre levantara el primer faro patagónico en San Juan del Salvamento (Isla de los Estados), instalando una subprefectura y otra en Ushuaia. Su arrojo y valentía se pusieron a prueba en cierta oportunidad cuando la "Cabo de Hornos" cuéntase en las costas fueguinas fue sorprendida "por un terrible vendaval, y haciéndosele imposible a la tripulación aferrar parte del velamen, por un defecto en la maniobra, la nave era velozmente impulsada hacia unos peñascos de la Isla de los Estados". Ningún tripulante se atrevió trepar por los flechastes y, presintiendo naufragio, "se vio al joven oficial Mascarello trepar por los obenques con una navaja en la boca y rifar el paño, con lo que se pudo conseguir hacer virar la corbeta cuando se hallaba a pocas brazas de los escollos". Producto de aquella acción, Howard comandante de la nave, le "guardó un cariño fraternal", pero fácilmente irritable, según escrito.

"La Argentina", corbeta de instrucción de la Escuela Naval Militar, fue otro destino y en 1886 tenía galones de subteniente y pocos meses después los de alférez de fragata, y con dicha nave participó en viaje de instrucción por el Pacífico y seguidamente fue a Inglaterra, adonde "La Argentina" fue reparada. La barca "Ushuaia" y el crucero "25 de Mayo" que se construyeron en Inglaterra lo tuvieron como integrante de la oficialidad y en él regresó al país, viajando a España (mismo crucero), para participar del IV° Centenario del Descubrimiento de América, siendo teniente de fragata en setiembre de 1892. Después afianzaría su prestigio al encomendársele el comando del transporte "Azopardo" (1893) puesto al servicio de la comisión de límites con Chile, recorriendo canales chilenos del Pacífico y costas fueguinas durante cuatro años.

Además, "levantó los planos del lago Fagnano, Seno del Almirantazgo, Seno de Ultima Esperanza y Río Grande, efectuando también la exploración de los canales del sur".

Siguiendo la huella humanitaria de Piedra Buena, José María Mascarello ya teniente de navío incorporaría otros galardones a eso tan especial que dignifica a los hombres de mar: salvataje de náufragos. Con el reconocimiento de los gobiernos de Noruega y Suecia, recibe nada menos que la Cruz de Caballero de San Olaff y agradecimiento de la Legación Británica en el país, agregando su decidida intervención para salvar el "Azopardo" al que se consideraba naufragado. También seguidamente tuvo reconocimiento como comandante del transporte "Santa Cruz": "Interpretando los sentimientos de simpatía y agradecimiento de los pobladores de la Patagonia y Tierra del Fuego, hacia el comandante de ese buque, don José M. Mascarello, han resuelto obsequiarle con una placa artística y un pergamino". Hubo fiesta a bordo del "Santa Cruz" con la presencia de destacados pobladores patagónicos y otros vinculados al sur argentino cuya comisión presidiera el ingeniero Muraglia, afirmándose: "Esta fiesta demuestra que el comandante Mascarello goza de muchas simpatías entre los pobladores de la costa sur y que no sería conveniente sacarlo del Santa Cruz para embarcarlo en otro buque de la Armada, porque ese marino conoce como pocos los puertos del sur y las necesidades de las poblaciones de la costa del Atlántico". Comandó el "Santa Cruz" hasta enero de 1903.

Siguió con el comando del acorazado de río "Libertad" y luego los cruceros "Patria" y "Buenos Aires" y en 1905 fue nombrado comandante del torpedero-ariete "Maipú", cargo donde tuvo la zarpada final el 25 de agosto de 1906, hace poco más de un siglo. Algo notable citan algunos biógrafos y escritos que lo destacan como marino cabal. Y algo más: Mascarello "llevaba navegadas 150.000 millas por la costa sur y, en sus 22 años de servicio en la Armada Argentina, sólo registraba 24 días de desembarco". Casi increíble.

 

(*) Periodista. Investigador.

HECTOR PEREZ MORANDO (*)



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