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La estructura crea un espacio de resistencia | ||
El poeta francés Charles Baudelaire, citado por los dos principales críticos españoles de esta muestra, se preguntaba, en el último tercio del siglo XIX, "por qué es aburrida la escultura". Javier Maderuelo y Francisco Calvo Serraller buscaron a este ilustre antagonista para hacer aún mayor el impacto de vitalidad que la escultura española de la pasada centuria exhibió, incesante, con una doble vertiente: las vanguardias artísticas y la tradición popular. Más allá de las cuestiones didácticas el "disegno" o dibujo que precede a cualquier obra mayor y que, como un tímido boceto, acompaña las esculturas expuestas en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén lo cierto es que nunca el arte deja de ser político. Y menos en este caso, pese a las consagraciones institucionales de que gozan actualmente los artistas, aunque sólo sean estos artistas, españoles. De los 33 artistas cuyas obras integran "Una colección de escultura moderna española con dibujo", sólo dos concibieron su producción después del franquismo. Del resto, la mayoría hizo su trabajo en el exilio o durante el período de mayor represión política, social, cultural y religiosa de la España posterior a la república y a su derrota en la Guerra Civil. Algunos tuvieron la fortuna de hacerlo antes, como es el caso de Juan Gris, Antoni Gaudí, Pablo Gargallo. No es ociosa la mención, ya que varios artistas Julio González, uno de los precursores; Pablo Picasso; Joan Miró y Salvador Dalí titularon sus obras en francés. O bien estaban en el exterior cuando creaban esas esculturas o bien se resistían al idioma oficial que no los representaba ni los albergaba. Acaso por el mismo motivo los catalanes se expresaban en su lengua. Tampoco resulta casual que el hierro sea casi un denominador común entre los materiales utilizados por los artistas: las obras se hicieron en una época que veneraba la producción industrial; el metal recuerda el poema de García Lorca sobre la guardia civil española y la forja rescata una tradición artesanal en España que vincula el presente con la historia y los objetos que la recuerdan espuelas, espadas, arados, cascos, yelmos, rodelas. Es decir, los artistas llevaban el hierro forjado, que dominaba sin metáforas la escena política y social española, a esa especie de altar laico que son las salas de museo. Esta colección de obras en pequeño formato "con dibujo" es una de las tres que existen, en carácter de permanente, en el Instituto de Crédito Oficial (ICO) de España. Las otras son la Suite Vollard, de Picasso, que ya fue huésped del MNBA-Neuquén, y una de pintura.
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