La pelea comienza en Catamarca. Y tiene fecha con historia muy nítida en la política argentina: 11 de marzo. Ese día se larga el calendario electoral 2007. Un proceso que ratificará esquemas de poder vigentes y, sin duda, dará vida a otros. Así, Catamarca será la primera provincia que este año votará para renovar Poder Ejecutivo y Poder Legislativo. A partir de ese 11 de marzo próximo, a modo de cataratas, vendrán comicios a lo largo y ancho del país hasta el plato fuerte: 28 de octubre, con urnas en la que se disputará la Casa Rosada. El balance sobre lo que puede suceder en el tramo mayor de esta larga lucha electoral, o sea el sillón de Rivadavia, dice que el gobierno está en condiciones de mantener la presidencia. Ya con Néstor Kirchner buscando la reelección, ya con Cristina, aunque por menor margen. El liderazgo gubernamental sigue siendo más bien un liderazgo by default, es decir por auto demolición de una oposición a la que le cuesta todavía muchísimo entender el momento que vive el país y los intereses y expectativas reales de una ciudadanía atenta e hiperinformada acerca de las posibilidades y alternativas que estarán en juego en las elecciones, sentencia Enrique Zuleta Puceiro, director de la Consultora OPSM. Según Zuleta Puceiro, hoy Kirchner sería votado por el 53% contra un 14, 5 que respalda a Roberto Lavagna. Sin embargo, Sergio Berensztein, director de Poliarquía Consultores y uno de los más agudos politólogos de la nueva generación, está convencido de que, aunque Kirchner sea candidato, es difícil que logre superar el 50% de los votos. Anclado en esta posibilidad, Berensztein cree que la oposición tiene una inmensa posibilidad de arrugarle los planes de poder al kirchnerismo. A esta alternativa, el joven académico la identifica como un dato del eventual “sinceramiento” del sistema político que puede arrojar las elecciones de octubre. Pero claro, en este analista anidan dudas sobre el grado de conceptualización que tiene la oposición para manejarse con adultez de cara al proceso. “Desconocemos si se presentará fragmentada o no. Es decir, si dominará la racionalidad / responsa- bilidad política o, como parece, los egos y las mezquindades”. Pero ¿quién es qué en alas más significativas de la oposición? Sin duda, en este campo el acero más templado lo luce Roberto Lavagna. ¿Qué tiene a su favor en este momento de organización de voluntades opositoras? Lo que Francois Miterrand admiraba de alguien al que nunca le profesó afecto, Charles De Gaulle: Iniciativa. Iniciativa cuando todo parece haber sucumbido o estar por serlo. Porque es de sensatez pura admitir que el kirchnerismo tiene las de ganar cuando se trata de saber quién se quedará con la Rosada en octubre. Y Roberto Lavagna no lo ignora. Pero no sale a merodear el poder. A hostigarlo buscando rebanarle una tajada. Sale a buscar cruzarse en el camino del poder que encarna Kirchner y sacárselo. El mismo protagonista del desafío lo definió con elocuencia el día que se proclamó candidato: –No estoy para perder tiempo. Me presento porque voy a ganar –dijo. Y el resto de la oposición tomó nota. Luego, ante la decisión de Lavagna, se enojó, se irritó. También descalificó el manejo de los tiempos por parte del ex ministro y se quedó atrincherado en algo que, si no es envidia, se le parece. Pero, ¿quién es qué en esa otra franja de la oposición? Veamos: • CASO RADICALISMO. Hace tiempo que dejó de ser un partido político. O quizá, coincidiendo con Juan José Sebreli, nunca lo fue. Fue, sí, una voluntad de hacer política que duró algo más de un siglo. Desarticulado de identidad y en franco proceso de dispersión, hoy lo que queda de la orgánica fuerza busca un reparo bajo el sol. Quiere ir detrás de Lavagna, pero reclamando la candidatura a vicepresidente, un espacio sobre el cual el ex ministro se maneja con silencios que desconciertan a los radicales. Por debajo de esos deseos, está el otro radicalismo. El de Margarita Stolbizer, que a los cuatro vientos siempre se sitúa en los bordes de los dictados de la orgánica. Y desde ahí advierte que puede levantar campamento junto al santafecino Binner. O en todo caso, junto a Elisa Carrió. Y claro, está el radicalismo K. Cruzó el Rubicón y difícilmente mire hacia atrás. Estrenará su sociedad con Kirchner el 11 de marzo, en Catamarca, donde se vota para gobernador. Un terruño donde el radical K, Eduardo Brizuela del Moral, parece estar en posición como para ser reelegido. Por lo demás, el desmoronamiento del radicalismo como estructura nacional comienza a ser más objeto de la historia que crisis pasajera. • CASO MACRI. Está bajo presión de la iniciativa adoptada por Lavagna. Se disgustó cuando supo que el ex ministro rompió la inercia que dominaba a la posición. El abanico de dilemas que tiene Macri ante sí es variado. ¿Se le suma a Lavagna en el marco de un acuerdo táctico como propone el presidente de la UCR Gerardo Morales –o sea el líder de PRO como candidato a jefe de la Ciudad Autónoma de Aires respaldando al ex ministro para presidente– o escucha las voces de algunos de sus aliados –Ricardo López Murphy o Federico Pinedo, por caso–, quienes no quieren saber nada con el ex titular de Economía por encarnar éste mucho de lo que es Kirchner? Si esto último sucede, se restringen significativamente la posibilidades electorales de este potencial bloque opositor. Este es el dilema esencial que jaquea hoy a Macri. En otros términos: ¿resigna aspiraciones –ser candidato a presidente– que sin embargo no parece tener muy en claro y opera a favor de Lavagna, o va por la Rosada pagando muchos costos, entre otros los de debilitar a la oposición? • CASO CARRIO. Elisa tiene el discurso más inmutable de la política argentina. Acaba de declarar que, como en el 2003, para esta elección presidencial le cuesta arrancar última en materia de cuantificación de apoyo. Cree que, como sucedió aquel año, desde ahí remontará. Y que lo hará en términos tan contundentes como para asustar al poder. No computa toda el agua que pasó en estos años bajo los puentes de la política. Por lo demás, Carrio luce un discurso descarriado acompañado incluso de dosis muy injustas de apreciaciones. Porque decir que “Alfonsín y Lavagna son inmoralidad y antirrepública” es una imputación muy grave para con hombres que, más allá de sus aciertos y errores, son dignos. Pero mucho de este discurso es de las huestes de Carrio que están en dispersión desde hace tiempo. Mire por donde se mire, Roberto Lavagna parece encarnar la opción de poder más concreta de cara a Kirchner. Pero con una intención de voto que lo mantiene muy por debajo del presidente. Lavagna puede disputarle al presidente la paternidad del modelo económico, que es percibido por la mayoría de los argentinos como exitoso, sostiene Sergio Berensztein. Pero inmediatamente acota que la candidatura de Lavagna tiene un larguísimo camino por recorrer hasta convertirse en realmente competitiva. Entre las principales debilidades conviene destacar que el ex ministro siempre se ha caracterizado por tener un discurso moderado y racional, lo que puede constituirse en un problema en una sociedad acostumbrada a las polarizaciones exageradas y que parece renuente a involucrarse en los detalles y los matices de la política económica. Es decir, lo que para muchos es una virtud, para la política hipermediatizada puede convertirse en un grave defecto. En fin, un eterno dilema de esta Argentina donde este año mandan las urnas. Elegir... ¡¡esa humana posibilidad!!
POR LUIS DIGIACOMO luis@luisdigiacomo.com.ar En “Aqueronte”, una creación teatral de finales de los ochenta, el protagonista es un hombre que, desde los más bajos peldaños sociales, llega a la cumbre del poder. La llegada a la meta es producto de una carrera donde una y otra vez tuvo que hacer elecciones personales sobre cuál camino seguir. No sólo se trató de enfrentar contrincantes, sino básicamente de tomar decisiones donde lo que estaba en juego era él mismo, sus ideas, sus afectos, su moral, sus deseos y sus responsabilidades. En ese momento de triunfo, tiene un encuentro con el demonio, quien de alguna manera le hace ver que creyendo ser todo, no es nada, que la llegada a la meta puede ser también la entrada al pórtico del infierno. El hombre se defiende diciendo que él es dueño de su destino, que eligió llegar hasta allí. El barquero del infierno le retruca irónicamente: “Elegir... ¿Elegir que?, elegir... ¡¡esa humana posibilidad!!...”. La historia del hombre es una historia de elegir y ser elegido; quien lea estas palabras observará que la obra aludida no hace más que recrear, mitos, historias y relatos que antes aparecieron en los escritos básicos de las principales religiones y en obras maestras de la literatura universal como “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, o el “Fausto”, de Goethe. La discusión –aún no resuelta– plantea hasta dónde se elige libremente o si sólo podemos hacerlo sobre cuestiones que, desde un más allá, están predeterminadas. Y lo interesante es que quienes plantean la existencia de un más allá que no podemos controlar lo hacen tanto ubicando ese más allá en un ser superior (el Dios de los monoteístas), en entidades suprahumanas que manejan el bien y el mal o también en el propio interior del hombre, es decir en su ingobernable inconsciente. Desde la filosofía se alude recurrentemente al elegir como inherente a la condición humana. Los existencialistas hablan de la “angustia de la libertad” y se refieren a que la libertad es justamente generadora de angustia en la medida en que pone al hombre frente a sí mismo cuando le muestra que puede elegir entre varias opciones y, lógicamente, hacerse cargo de las consecuencias. Vicente Fatone, un filósofo argentino de mediados del siglo pasado dice: “Existir es ser un ser que se elige a sí mismo. El hombre, único existente, es el ser que elige su ser; es el ser que tiene que elegir a cada instante... “Toda la existencia es una elección constante; pero no es sólo elección la elección consciente y deliberada; nuestros impulsos más secretos, nuestras tendencias más oscuras, son, también, elección... “Elegimos todo lo que somos y somos eso que elegimos; y eso que elegimos lo elegimos creándolo, no escogiéndolo dentro de un juego ya dado de posibles”. Esto habla de la posibilidad de dos extremos donde en uno se produce una elección creativa, que lo será en tanto participación activa del hombre en la generación de aquello que elige, y en otro se lleva a cabo un remedo de elección donde las posibles opciones nos son impuestas y limitadas por otros. Con todas sus fallas, el sistema democrático nos da la posibilidad de elegir, es decir nos hace humanos. La inscripción que el Dante pone en las puertas del infierno, “Lasciate ogni speranza voi che entrate”, hace justamente referencia a que en ese ámbito dejamos de ser humanos porque se nos despoja hasta de la esperanza del cambio, perdiendo la libertad de elegir algo distinto a lo que nos deparan los tormentos del infierno. Quien haya vivido oprimido por una dictadura sabe lo que significa no poder elegir.
|