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El amor, ese invento semicultural El biólogo Diego Golombek acaba de publicar "Sexo, drogas y biología (y un poco de rock and roll)", un libro que indaga en el rol que cumplen la química y las hormonas en las conductas sexuales. "Aún sabemos muy poco sobre la naturaleza del amor. Tal vez conozcamos algo más de su primo lujurioso, el sexo; hay quienes aventuran que el amor no es más que una excusa que tiene la evolución para perpetuar las especies y los genes", sostiene Golombek en el prólogo de su nueva obra. Golombek es director de la colección "Ciencia que ladra" y autor de varios de los títulos que la integran. Con tono humorístico y múltiples referencias a la cultura pop, el científico e investigador del Conicet aborda en "Sexo, drogas y biología..." editado por Siglo XXI Editores distintos mitos vinculados con el sexo, la reproducción de las especies y el enamoramiento. "Los científicos tendemos a considerar el sexo o bien como un tema tabú o como una cuestión meramente reproductiva, algo así como 'de eso no se habla'. Lo cierto es que la ciencia no tiene mucho que decir sobre eso. Todo lo contrario: la ciencia tiene mucho para decir", destacó Golombek a Télam. El autor de "El cocinero científico" y "Demoliendo papers" explica en su obra cómo las distintas especies construyen el concepto de belleza y en base a eso despliegan un arsenal de estrategias para atraer pareja, un proceso en el que intervienen de manera decisiva las hormonas, los olores y la química. "De eso se trata el sexo: de una adaptación maravillosa que han tenido los organismos a lo largo de la evolución para mantener la diversidad. Es tan importante mantener la diversidad que para eso se inventó un montón de artilugios como la belleza o, incluso, el placer sexual", explicó. El enfoque de "Sexo, drogas y biología..." podría ser catalogado de excesivamente cientificista, un rótulo que parece haber buscado el propio Golombek para despejar algunas cuestiones. "Nadie niega que algunas características que llamamos subjetivas son algo más que una cuestión social y cultural", señaló. "No niego lo social ni lo cultural: a una persona le puede gustar otra de tal sexo por su historia, su educación y el perfil cultural, pero además le va a gustar por mandatos biológicos, que posiblemente son inconscientes", expresó. "Y ahí hay señales muy fuertes de carácter evolutivo que por ahí son más profundas incluso que lo cultural", definió el investigador. ¿El enamoramiento se genera en la mente y luego tiene su correlato en el cuerpo o se podría hablar de dos fenómenos simultáneos? "En principio, no separarían mente y cuerpo. La mente no es más que un estado del cerebro, y el cerebro es cuerpo", subrayó Golombek. "No cabe duda de que el enamoramiento tiene correlatos físicos muy bien demostrados. Una cosa es el estado de enamoramiento, cuando estás con la persona que te vuelve loco y te quedás mudo, te aumenta la frecuencia cardíaca, no respirás bien y estás hecho un idiota...", apuntó. "Después está el amor, que es la continuación del estado de enamoramiento pero que tiene otras características: cuando uno ve a la persona con la que está viviendo hace veinte años no le late el corazón más rápido, aunque sienta mucho por ella", comparó. Según Golombek, "el amor es un invento semicultural para asegurar que la especie se siga reproduciendo. El resto son accidentes. Los hombres podemos estar con una persona sin reproducirnos, con lo cual somos bastante especiales respecto de otras especies". "Sexo, drogas y biología..." se podría leer en cierto modo como un golpe al narcisismo humano: la pulsión sexual es común a todas las especies, aunque el afán recreativo y no meramente reproductivo permite mantener la ilusión de la singularidad en el caso de hombres y mujeres. "Sólo hay dos especies que se nos parecen: por un lado, los chimpancés que son como nuestros primos más cercanos en términos evolutivos que, para decirlo en forma metafórica, resuelven sus problemas sexuales con la guerra. Son bichos muy agresivos, con una jerarquía muy marcada", describió Golombek. "Nuestros otros primos son los bonobos o chimpancés pigmeos que, por el contrario, resuelven sus problemas de agresión con el sexo y el amor. Son bichos muy promiscuos que se conocen a través del sexo", explicó. En su libro "Sexo, drogas y biología (y un poco de rock and roll)", el científico reflexiona acerca de la química y de las conductas sexuales. |
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