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Derrumbe en Latinoamérica | ||
Cuando la antigua URSS hizo del comunismo una "ilusión" de su pasado, sus parientes latinoamericanos cargaban con su propio derrumbe. Desde mediados de 1980 esos destacamentos del "marxismo leninismo" establecieron sus propias versiones de la perestroika, esperanzados en que ese tiempo de desconcierto no fuera muy distinto a lo ocurrido durante los cincuenta después de la desestalinización. Fiel a su estilo, ninguno se enfrento a la empresa transformadora del PCUS. Hasta demostraron sincera sorpresa cuando el "faro de la clase obrera mundial" dio lugar al pluripartidismo. Y cuando ello ocurrió los PCs de Latinoamérica ya se habían desbarrancado, mirando con incredulidad como su pasado internacionalista, -que no era otra cosa que sujeción, a veces negociada, hacia la URSS- se les iba de las manos. Sin duda la crisis del "hecho" comunista latinoamericano refería a eventos acumulados durante tres décadas. En primer lugar, en los sesenta, con el impulso guevarista y la ruptura sinoviética. La aparición de comunistas maoístas generó una primera y fatal ruptura en esa izquierda. El maoísmo dio lugar al PCR argentino y más tarde, con una particular lectura de Mariategui producirá la empresa del camarada "Gonzalo" y su Sendero Luminoso, versión andina de Khemer Rouge camboyano. Más tarde, la reactualización del trotzkismo, dejó a los comunistas locales en situación de volver a una disputa por la enfermedad del "infantilismo de izquierda". Si a ello le agregamos, la emergencia del nacionalismo y cierto cristianismo revolucionario, los sesenta y la década siguiente colocaron a los distintos comunismos latinoamericanos en lucha contra las nuevas izquierdas. Los tiempos de las dictaduras de los años setenta no fueron mejores. La dura represión pudo más que las estrategias del PC argentino en su intento de negociar un menor número de bajas diferenciando generales democráticos y pinochetistas. También con la nueva línea del PC chileno y su frente militar Manuel Rodríguez. Una "corrección" de la estrategia latinoamericana parecía venir de la mano del apoyo a los sandinistas y, entre los salvadoreños, cuando Alvaro Cunhal se propone "Un partido con paredes de cristal" mientras se metía a fondo en la guerra civil de su país. En la década en que Gorbachov sucede a Andropov los comunistas latinoamericanos parecían haber abandonado una estrategia continental. El rumbo se había perdido de tal manera que, por ejemplo, otra vez el comunismo argentino dio la nota dando un "viraje a la izquierda" para tender lazos al trotzkismo mientras algunos comunistas brasileros se sumaban a la construcción del PT de Lula. Por otra parte sus hermanos chilenos parecían retornar a la ortodoxia sin sumar socios electorales de peso, reduciendo su histórica audiencia en la era pospinochet. Lo cierto es que la caída del Muro de Berlín y después con la disolución de la Unión Soviética dejo a los comunistas del continente -salvo la variante cubana- en situación de desamparo. Con la tormenta neoliberal a cuesta, sin Moscú como faro universal, con una clase obrera diezmada, los comunistas hicieron "su autocrítica". En algunos caso se volcaron definitivamente a "lo nacional", engordando en estos días tropas variadas como la chapista, kirchnerista o la boliviana de Morales. Otros comunistas se enfrascaron en una lucha por el despojos de sus aparatos y los más guardaron descorazonados el lustre de su pasado de ilusiones de una sociedad sin clases. (*) Profesor e investigador en la UNC GABRIEL RAFART (*) |
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